Durante muchos años los cazadores hemos sido testigos y víctimas de los desmedidos e injustificados ataques de parte de las organizaciones anti-caza, quienes han asumido históricamente una posición radical e irreflexiva respecto a todas las cuestiones referidas a la caza, en cualquiera de sus modalidades, pero en especial contra la caza deportiva, contando entre sus aliados con un velado consenso de los entes gubernamentales encargados de la administración de la fauna silvestre, quienes con sus inadecuados y arbitrarios decretos han puesto innumerables trabas legales que obstaculizan, no solo la caza en sí misma, sino todo su entorno: compra, tenencia y circulación con armas y municiones, transporte de personas y niños en los vehículos de caza, para mencionar solo algunas, cuando no y muy frecuentemente en algunas provincias argentinas, disponiendo vedas absolutas y permanentes.
Pero ahora (y ya nada me asombra en este país de locos), esos mismos gobernantes encargados de administrar la fauna en sus provincias, incluso donde hasta no hace mucho tiempo no se podía tirar un tiro ni a los tarros, dicen estar muy preocupados por el desmesurado crecimiento de algunas especies de la fauna, puntualmente el jabalí y el ciervo axis, y han iniciado campañas e ideado nuevas y absurdas legislaciones para combatirlos y en lo posible exterminarlos.
Vamos de un lado para el otro como sandía en un fuentón, sin que nadie haga un mea culpa de por qué hemos llegado hasta este extremo y lo que me resulta más inexplicable es el silencio de radio de los ¨verdes¨, donde están ahora que se habla de campañas de exterminio de animales de la fauna silvestre, sin cupos, sin vedas, sin límites por sexo y edad, un verdadero horror para cualquiera que se precie como amigo o defensor de la fauna, con más razón, claro está, para quienes tienen la responsabilidad constitucional de preservarla y administrarla idóneamente.
Tal vez aquí está la clave de este embrollo que tienen en sus brazos, la falta de idoneidad para administrar los recursos naturales renovables, si la población de jabalíes y de ciervos axis se les fue de las manos y se ha transformado en una plaga es su exclusiva responsabilidad por no haber adoptado a su tiempo las medidas necesarias para controlar su expansión desmesurada, ya sea aumentado los cupos y temporadas de caza, como pasa con el Axis en Corrientes o bien levantando las eternas y absolutas vedas como pasó en San Juan con los jabalíes.
Pero las quejas son masivas, parece ser que nadie se dio cuenta hasta ahora que los cazadores no somos los enemigos de la fauna ni de sus legítimos custodios, me refiero a los dueños de campo, y aunque busquen los medios y la mejor solución para este problema, si es que realmente llega a serlo -tengo mis serias dudas-, la única alternativa posible para controlar, no para exterminar, las superpoblaciones de fauna silvestre, es mediante la caza deportiva, las ideas de capturar animales vivos mediante el uso de jaulas, como quieren hacer con los jabalíes en algunos conurbanos (Bariloche), es totalmente ineficaz y tediosa. No debemos menospreciar los ejemplos de otras comunidades de países extranjeros para erradicar los animales peligrosos o plagas, como ocurre con los osos en algunos pueblos del norte de Canadá, o con los jabalíes que vivían en el basurero de Berlín, la única solución es, fue y será la caza deportiva.
Y aquí llego a un punto crítico de esta nota, porque debo hacer también referencia al rol que debemos asumir como cazadores si somos convocados, como parece serlo, para participar en estas campañas de exterminio. Nunca debemos olvidar que como ¨CAZADORES¨ tenemos ciertos principios éticos que hacen a la esencia de la caza y a los que nunca debemos renunciar, aun cuando ahora nos digan las autoridades que todo vale en la caza de los jabalíes, el exterminio no es lo nuestro si queremos seguir cazando y que lo puedan hacer nuestros hijos y nietos, porque así como dicen que apareció una plaga, también va a desaparecer muy rápido si no existen controles que pongan un límite cuando llegue el momento, no nos olvidemos que de los recursos naturales renovables la fauna es a la que más le cuesta la renovación y que cuando un cazador se convierte en matador, difícilmente volverá a respetar a los animales salvajes que son la razón de su pasión: LA CAZA.
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