El macho

El cervatillo macho, tarde o temprano deberá alejarse del clan materno para asumir una vida independiente. Recordando nuevamente que destete y desmadre no son simultáneos, no he podido comprobar con certeza, en que momento ese animal abandona el grupo que lo crio. Clutton Brock dice que el vínculo materno filial es siempre más débil entre el cervatillo macho y su madre, que entre ésta y su hija, de ahí que el despegue sea distinto. Creo que aquí tenemos un agujero negro para investigar, es posible que los vínculos cohesivos se vayan aflojando gradualmente y que estos machos juveniles se desprendan entre el momento en que la hembra pare su nuevo hijo y la brama siguiente, cuando los machos adultos lo agreden impiadosamente, excluyéndolo de todo contacto con las hembras.

Privado de protección, sin tutor que lo guíe, sin un territorio propio, acechado por los predadores y agredido por los ciervos grandes, el joven e inexperto juvenil, deberá aprender a sobrevivir por sí mismo, buscando por tanteo la mejor forma de superar todos estos problemas.

No es sorprendente entonces, que en el lapso que transcurre entre el destete y el verano siguiente, el porcentaje de mortandad de esta categoría de ciervos, sea la más alta de toda la población y como consecuencia de esta pérdida, la proporción de hembras dentro de la población total va a superar a la de los machos, desbalanceando la misma en una relación aproximada de 2 /1 o 3 /1. Este desequilibrio puede deberse al abandono, la predación, el hambre, o al frío de un riguroso invierno.

Los autores europeos dan elevadas cifras de mortandad para las crías antes de su primer año de vida. La mayoría según ellos, se pierden en la primera semana. Clutton Brock, por ejemplo, dice que en Escocia se pierde un 20% de cervatos antes de la brama y otro 11% luego del primer invierno. Bubenik, menciona que solo un 50% de las hembras crían un hijo en Alemania. De acuerdo a ellos hay dos momentos pico para estas mortandades, el verano y el invierno siguiente. Muchos cazadores argentinos entre los cuales me incluyo, no hemos observado tan grandes pérdidas entre nuestros ciervos, aunque no tengamos cifras para testimoniar nuestras opiniones, hemos observado que durante la brama casi todas las hembras van acompañadas de sus respectivas crías, de modo que la mortandad se producirá luego de la misma. Creo de todos modos, que es necesario obtener más información al respecto.

Pasada esa etapa, la mortandad de machos se reduce, estabilizando la población en una proporción de 0,70 hembras por cada 0.30 machos.

¿Porque es más elevada la mortandad general de machos?  

Por cinco posibles razones: 

1) Porque tal como vimos recién, hay más mortandad de los cervatillos de ese sexo. 

2) Por su naturaleza más independiente y su estructura social más laxa, lo que los expone más a la acción de los predadores.

3) Porque son más agresivos y peleadores. 

4) Porque el tener cuernos los vuelve mortíferos en sus luchas intra-específicas. 

5) Porque son mucho más intensamente cazados por el hombre que las hembras, pero para equiparar esta afirmación debemos también reconocer que el puma, preda mucho más sobre las hembras, de modo que en campos donde este actúa, es posible que la relación macho – hembra se encuentre nuevamente alterada.

Cuando el cervato abandona al clan materno, generalmente se junta con otros jóvenes de su edad, formando grupos de dos, tres, o cuatro individuos. Los he visto deambular siempre tímidos, asustadizos y vacilantes. Algunos, los menos, optan por alejarse en busca de nuevos territorios, otros por el contrario permanecen merodeando por los alrededores de su antiguo clan, hasta que en la brama son expulsados por los machos dominantes.

Estos pequeños grupos juveniles, a los cuales se acoplan ciervos no reproductores de mayor edad, constituyen lo que comúnmente llamamos clanes de solteros, y este clan será la base, de la futura estructura social de los machos adultos. 

A diferencia de los clanes maternos que son más estructurados y estables, los clanes de solteros, son más temporarios y móviles porque a ellos, ingresan todos los años los juveniles recién destetados y de él se alejan los pre-adultos próximos a entrar en la etapa reproductiva.

Llegada la brama es posible observar cómo se estratifica el grupo de machos a través de las conductas que cada edad adopta frente a las ciervas en celo, y a los machos dominantes que los acosan.

Los varetos que se acercan imprudentemente a las cuadrillas buscando contactarse con ellas, son violentamente expulsados, las segundas cabezas que ya han aprendido la lección el año anterior, merodean guardando siempre una distancia prudencial y los terceras y cuartas cabezas en cambio, ya comienzan a desafiar con bramidos y actitudes más agresivas a los jefes del harem. Tanto las segundas como especialmente las terceras y cuartas cabezas, esperan las peleas o cualquier otro descuido, riesgo, o circunstancia atípica, que distraiga al macho dominante para cargar contra el harem de hembras. Fragmentándolo para así intentar alzarse con alguna.

Estos ciervos merodeadores, son los que, en más de una ocasión, pueden estropearnos el rececho al aparecer súbitamente y en el lugar menos esperado, delatando de ese modo nuestra presencia con su voz de alarma o sorpresiva y ruidosa huida.

Terminada la brama, los machos jóvenes aún permanecen próximos a los territorios de las hembras, incluso a veces se ve algunos mezclados con las mismas a lo largo del invierno.  

Debido a su más elevada tasa de crecimiento, los machos juveniles crecen más rápido que las hembras, a punto tal que un juvenil vareto, pesa casi igual que una hembra adulta. Es tan acelerada esta primera etapa del crecimiento masculino, que un ciervo de esta categoría, llegado a los 24 meses de edad, alcanza ya el 70 % de la talla del ciervo maduro.

Esta alta tasa de desarrollo es consecuencia del fuerte dimorfismo sexual que caracteriza a la especie, pero precisamente, por tener una mayor tasa de crecimiento, los machos llegan más tardíamente a la maduración sexual, siendo que las hembras ya están en condiciones de concebir cuando al macho todavía no ha completado su pleno desarrollo.

Mayor precocidad sexual es a su vez, sinónimo de menor expectativa de vida y la hembra, que en condiciones silvestres vive entre 10/13 años (algunas más) no logra de este modo emparejar la edad del macho, que en iguales condiciones estira su vida hasta los 15, 18 o 22. Según sean las condiciones ambientales.

En la hembra la evolución sexual se da en dos tiempos – antes y después de su primer ciclo estral-. En el macho, este proceso se cumple en tres: 1 el periodo pre-reproductivo, 2 el de plena actividad reproductiva, y 3 el periodo senil o de decadencia sexual. Creo que extendernos un poco sobre este tema puede resultarle útil al cazador.

La etapa juvenil pre-reproductiva del ciervo rojo, es una fase de crecimiento físico acelerado, donde el macho, inducido por las hormonas de crecimiento, se dedica a crecer, siguiendo un plan determinado, primero desarrolla el esqueleto y después acumula músculo hasta completar su desarrollo.

Al derivar la mayor parte de los minerales fofo cálcicos a la formación del esqueleto -prioritario en esta primera etapa-, el crecimiento de la cornamenta queda relegado a un segundo plano por lo que el cuerno del ciervo joven, es corto, liviano y de pocas puntas.

El predominio de hormonas anabólicas que promueven el rápido desarrollo del cuerpo, sobre aquellas que estimulan el sexo, limitan el interés por la actividad sexual, en una población bien equilibrada, la actividad sexual de un ciervo joven es baja o nula, porque además de su inmadurez, los machos del nivel superior, los inhiben y controlan mediante ritualizados mecanismos de intimidación psicológica. La categoría de machos jóvenes tiene gran amplitud, ahí se entrecruzan ciervos de varias edades, el interés sexual de algunos miembros, crece a medida que ascienden en la escala social transformándose en merodeadores oportunistas y desafiantes competidores de los machos poseedores de un harem. Sería conveniente aclarar que estos juveniles de 2 y 3 años están ya fisiológicamente capacitados para la reproducción, lo que los aleja de la misma serian, razones de índole preferentemente psicológica.

La segunda categoría corresponde a todos aquellos ciervos que han alcanzado el estatus reproductivo, condición que empieza aproximadamente a los 5 años, llega a su máximo esplendor dos o tres años después, se estabiliza entre los 8 y los 11 y luego comienza a decaer llegados los 12 años.

Estos ciervos que ya han culminado su desarrollo corporal y que se encuentran ahora en la plenitud de su estado físico, se dedicarán en los próximos 5 o 6 años a la reproducción activa. Para ello ya han adquirido la agresividad, fuerza y agilidad indispensables para esa clase de torneos, pero aun así esta aventura no podrían intentarla si al mismo tiempo no hubiesen desarrollado una fuerte cornamenta. Ambos procesos -cuerno y cuerpo – se dan en forma casi simultánea ya que ahora al haber completado plenamente el desarrollo esquelético, este ciervo maduro, puede finalmente derivar hacia el cuerno las proteínas y los minerales esenciales para el pleno crecimiento del mismo, por lo que la cornamenta adquiere mayor longitud, resistencia y el número de puntas, indispensable para sostener una pelea. A causa de ello esta cornamenta se vuelve también armoniosa y bella.

Frente a esa figura atractiva, algunos cazadores son erróneamente inducidos a disparar sobre ciervos que todavía no han llegado a su total plenitud y al quedar seducidos por el espejismo del gran ciervo, cercenan la vida de un ejemplar que tres o cuatro años después llegaría a ser un gran trofeo.    

La tercera es la etapa de la lenta decadencia. Nuestro macho deja de participar en la reproducción activa, volviéndose cauto y más bien oportunista al respecto. Como no se desgasta tanto peleando, bramando y trajinando se conserva en buen estado físico, manteniendo gran parte de su fuerza, pero no así su agilidad y resistencia, en este periodo logra probablemente su mayor peso corporal y la cornamenta llega a su más pleno desarrollo, ganando en peso y numero de puntas – en otras palabras – aumenta toda la masa cornea.

A medida que avanza la edad, el deterioro comienza a acentuarse por el progresivo y cada vez más acelerado desgaste dentario. El senil comienza a envejecer en forma cada vez más acelerada, su cornamenta ya pierde la forma clásica y en algunos casos queda reducida a un par de muñones.

Para sintetizar la evolución de los ciervos machos veamos el siguiente cuadro.

De 1 a 4 años:

1) Etapa de predominio esquelético/ muscular (anabolismo).

2) Reducido desarrollo de la cornamenta.  

3) Baja o nula actividad reproductiva.  

4) Incremento rápido de tamaño y peso.

De 5 a 12 años:     

1) Desarrollo corporal completo.  

2)  Crecimiento acelerado de la cornamenta.  

3)  Máxima actividad reproductiva.  

4) Pérdidas y ganancias alternativas de peso.

De 13 años y más:  

1) Máximo incremento de peso y posterior declinación del mismo.  

2) Máximo desarrollo de la cornamenta en tamaño y peso. Y posterior declinación de    la misma.  

3) Decreciente actividad reproductiva.

4) Proceso de deterioro general (catabolismo) hasta la muerte.

Estas reglas generales tienen lógicamente sus variantes. Variantes ligadas a las distintas regiones, a la calidad de los ambientes, a la densidad y estratificación de la población y al manejo que se haga de la misma. El ciervo de la estepa patagónica, por ejemplo, se desgasta más rápido que el del bosque araucano, por lo que al acelerarse las etapas del desgaste, aparecen más comúnmente ejemplares prematuramente envejecidos. Por otra parte, si la cantidad de ciervos adultos reproductivos, baja por efecto de la sobre-caza, los machos juveniles de la primera categoría ocuparán el lugar, y los machos seniles del tercer nivel se volverán todavía más escasos.

En toda población de machos, hay dos franjas o zonas de transición, donde se hace difícil precisar en qué categoría se ubican estos ejemplares, me refiero a aquellos que entre los 3 y los 6 años pujan por poseer un harem, y los de 10 a 13 años, edad en la cual comienzan gradualmente a perder la posesión de los mismos.

Si tuviésemos que graficar una población poco perturbada de ciervos machos, veríamos que esta, afecta la forma de una pirámide, en cuya base se encuentran los ciervos juveniles, en el medio se ubican los reproductivos y en el vértice de la misma los seniles.

Según Hoffman (de quien viene esta idea de la pirámide) la base sustenta aproximadamente el 60 % de los machos y comprende como dije antes, a todos aquellos que no son reproductivos, los ciervos reproductivos ubicados en el sector medio de esta figura geométrica componen aproximadamente el 30% de la población, en tanto que los seniles del vértice completan el 10% restante.

Trataré de simplificar al máximo las matemáticas de la pirámide para hacerla más fácil de comprender, para ello trabajaré con números redondos y cifras aproximadas, pero cercanas a la realidad.

Tomando como base una población de cien ciervos machos, resulta que el 60% del piso de la pirámide se desdobla de la siguiente forma. 36 cervatos y varetos, 14 machos de dos años, y 11 ciervos de tres.

El 30% de ciervos reproductivos se compone de: 9 machos de cuatro y cinco años, 8 machos de seis y siete años, 7 entre siete y ocho y 6 de entre nueve y diez años.

Finalmente, el vértice, donde se encuentran los ciervos seniles comprende: de once a doce años y de trece o más años.  Lógicamente las distintas formas de cazar pueden alterar drásticamente la estructura de esta pirámide.

Del análisis fino de esta teórica pirámide se desprenden varias lecturas:

1) El raleo más grande se produce en el primer año y luego la población tiende a estabilizarse.

2) Los ciervos reproductivos activos forman solo el 30% de la población. 

3) Los machos seniles se restringen severamente al 10% y por esa razón son difíciles de encontrar. 

4) Es fácil de advertir que la mayor parte de la población de machos no aporta genes y por lo tanto significan un lastre de costoso mantenimiento para el conjunto de toda la población. 

5) De aplicarse un manejo cinegético racional se deduce que de esta teórica población de 100 ciervos machos, solo quedan disponibles para la caza entre veinte y veinticinco quedando 75 o 80 en lista de espera, a no ser que se haga selección por rifle, lo cierto es que tan pronto se comience a cazar más ciervos jóvenes de los permitido, la pirámide se derrumba y todos los números se alteran.

Hemos desmenuzado y clasificado para un mejor ordenamiento a todo ese conjunto de ciervos machos, que casi siempre puede parecernos una unidad confusa, compleja y heterogénea.

Lógicamente en la naturaleza las cosas no aparecen tan estructuradas y precisas como uno las pone en el papel, pero cuando se observa con detenimiento este fenómeno, se hace más o menos visible y espero que el lector tenga esto en cuenta a lo largo de los muchos ejemplos que irán apareciendo en el curso de este libro.

Hay un principio fundamental que rige a toda la biología. La variabilidad es un componente infaltable en toda materia viviente, y por lo tanto, todo lo que a ella concierne no es una ciencia exacta, por esa razón muchas veces tendremos que aproximarnos a la verdad, por observación, tanteo y aproximación, para poder sacar así conclusiones coherentes. En otras palabras, todo lo que se refiere a la biología de los cérvidos se asienta sobre bases firmes, intercaladas con condimentos especulativos.

En el caso de los ciervos esta idea debe tenerse siempre presente para no caer en la trampa de recurrir a un dogmatismo esquematizado que trate de resolver, todos los problemas de campo. 

El complejo grupo de los ciervos machos, es un buen ejemplo de lo que estoy diciendo, no siempre a tal edad se cumplen determinadas pautas, ni las poblaciones se ordenan con la precisión matemática que sería deseable ya que hay poblaciones atípicas y zonas de las más variadas características que dan lógicamente, las más disímiles respuestas,  pero después de muchas observaciones a campo, se vislumbra que frecuentemente, los modelos teóricos se acercan bastante a la realidad, de manera que el cazador o el naturalista experimentado puede, haciendo los debidos ajustes, valerse de ellos para verificar o ampliar sus conocimientos aquí expuestos.

Creo que es importante para el cazador ubicarse dentro del panorama que he descripto en estos dos últimos capítulos, porque así comprenderá mejor, qué es lo que se debe cazar y cuáles son las razones para hacerlo de ese modo. Al dueño de un coto estos conocimientos lo motivarán a su vez, a fijar las políticas y tomar aquellas medidas de manejo necesarias para mejorar la calidad, manteniendo la población en un razonable equilibrio y hago especial énfasis en este punto, pues noto que la población de hembras crece respecto de los machos ya que nadie se interesa por ellas. También le servirá para reparar los efectos negativos si tal desequilibrio ya se ha producido. Ajustes poblacionales que por otra parte requieren métodos y conocimientos, para no cometer errores irreparables, de los cuales luego tendremos que lamentarnos.

El desafío que nos proponen los ciervos es saber interpretar sus mensajes. Hacer una clara lectura de las conductas de la población como de los individuos que la componen. Al cazador le interesara especialmente el individuo, al dueño del campo o el administrador del coto, deben interesarle en cambio el correcto manejo de los grupos, tratando de prever hacia donde se desplaza su población. En esto consiste la ciencia y el arte del manejo de la vida silvestre, cuyas bases traté de dejar asentadas en los dos últimos capítulos.

El Ciervo Rojo Argentino

By Juan F. Campomar

(Extracto Cap. 4)