Cervus Elaphus es la especie que más sub especies produce y por esa misma razón, es el que más polémicas ha levantado en el mundo científico. Esto es muy razonable de suponer si tenemos en cuenta su enorme dispersión, lo contrastante de sus hábitats y las barreras geográficas que se interponen entre las distintas poblaciones.
Para Keneth Whitehead el ciervo rojo europeo se extiende por casi toda Europa a excepción de Portugal y Finlandia. Un número grande de subespecies abarca esta inmensa geografía que incluye el c.e. Scoticus de Escocia, Inglaterra e Irlanda, el c.e. Atlánticus de las costas de Noruega y el sud de Suecia, el c.e. Hipperelaphus que abarca todo el centro de Europa, el c.e. Hispánicus que se localiza en España, el c.e. Corsicanus en las islas de Córcega y Cerdeña y finalmente el ciervo de Berbería c.e. Barbaricus, ubicado en el norte de África.
Metiéndonos en Rusia, y Eurasia al sud y oeste del Cáucaso, aparecen nuevas subespecies de ciervos rojos. Estos ciervos ya no serían Híper Elaphus, sino que se los clasifica como c.e. Maral – son los conocidos maraloides de Turquía, Irán. y el Sud de Rusia. Estos marales abarcan un área que comprende el Mar Caspio, el Mar Negro, incluyendo la península de Crimea, desde donde se meten en Asia. Los marales serían el nexo que une los ciervos rojos asiáticos, con los propiamente europeos, ya que, pasando del Cáucaso a los Cárpatos por la cuenca del Danubio, darían origen como dijimos recién, a los más grandes ciervos rojos del este de Europa, importantes para nosotros los argentinos, pues este es uno de los linajes que Pedro Luro introdujo en nuestra tierra.
Siguiendo hacia el este, en el vasto espacio que ocupan las llanuras del Turquestán, y refugiándose en la línea de montes bajos que crecen a lo largo de ríos que bajan del Pamir, como el Syr Darya y el Amu Darya, aparece el c.e. Bactrianus o ciervo de Bactria y Bukhara, la mayoría de los cuales se encuentran actualmente protegidos en la reserva de Tigrovaya, ubicada en el Turquestán ruso. Más hacia el este, dentro de la hollada del lago Tarim Lop Nor, ubicado en el Turquestán chino, tenemos al Tarim o ciervo rojo de Yarkanda, de costumbres y características muy similares al anterior.
Continuando con la trayectoria de los ciervos rojos asiáticos, vemos que en el extremo más Este de su dispersión aparecen otras tres subespecies de esos primitivos Elaphus. Esta última radiación, se extiende desde las altas montañas del Tien Shan al Sud de China, pasa por las altiplanicies del Tíbet y llega hasta los Himalayas indios, estos son los ciervos rojos asiáticos de alta montaña que comprenden al Shou, de las altiplanicies del Tíbet, el c.e. Macneilli, poblador de las montañas del Tien Shan y el Hangul o ciervo de Cachemira, que reside en las alturas y valles del Himalaya indio.
No todos los autores, como dije anteriormente, coinciden con este cronograma, Flerov por ejemplo, simplifica y reconoce solo tres especies. El Elaphus propiamente dicho, que ocupa toda Europa, c.e. Afinis ubicado en el Asia central y c.e. Canadiensis (más vulgarmente conocido como Wapití) localizado en el extremo oriente de Asia y expandiéndose desde allí hasta la América del Norte.
Valerius Geist en cambio, demarca más claramente las diferencias que existen entre los ciervos rojos europeos del este y del oeste, a los que considera dos subespecies aparte. Este autor opina que los ciervos del este provienen de los enclaves glaciares euroasiáticos, ubicados en los Cárpatos y el Cáucaso y de allí pasan a la península de Crimea, para originar los marales rusos y los rojos del Turquestán. Según este autor, estos Elaphus son más grandes, de pelaje grisáceo y de tonalidad más clara que los de occidente, la mancha caudal blanca es más grande y está circunscripta por un reborde negro. Considera que la cornamenta, es más larga, más pesada, y que con frecuencia carece del segundo candil, su corona tiene menos puntas y generalmente sigue el diseño en escalera.
Todas estas características diferenciales, Geist las atribuye a las influencias wapitoides, fruto de los cruzamientos entre ambas subespecies. Estos cruzamientos se habrían producido en forma natural, en aquella zona de contacto, donde cohabitaron rojos y wapitíes por milenios, o bien podrían ser cruzamientos inducidos por el hombre, ya que aparentemente habría información de que fueron introducidos wapitíes rusos en los cotos austro húngaros y posteriores investigaciones me indican que el wapití fue llevado a los parques ingleses.
Rory Putman coincide en que la familia de elaphus asiáticos es la que contiene la mayor diversidad de formas. Para este autor el ciervo rojo es la especie que presenta la mayor variedad de tamaños, colores y formas de cornamentas. Junto con el wapití, para Putman el ciervo rojo es la forma más nueva o moderna de todas las especies euroasiáticas. La forma más pura de elaphus seria para él, el Hipperelaphus de Escandinavia, aunque todos los ciervos rojos de Europa serian una misma especie, con marcadas variaciones regionales, lo cual facilita su clasificación. No sucede lo mismo con los ciervos rojos asiáticos, los cuales pueden considerarse especies distintas o subespecies de una forma original. Para Putman los elaphus asiáticos se clasifican de la siguiente forma.
El problema de considerar estos animales como especies o subespecies, nace de la complicada situación geográfica donde viven, la que actuando como una verdadera barrera natural, aísla y separa las poblaciones, contribuyendo a su variabilidad morfológica.
Creo que el tema de la taxonomía ya no da para más, a pesar de que zoólogos y biólogos hayan derramado ríos de tinta en esta clase de discusiones. A nosotros nos basta con tener un panorama que nos permita comprender mejor el porqué de ciertas variaciones.
Personalmente creo que el ciervo rojo en sus dos formas, es la más eficiente y contemporánea expresión de los ciervos euroasiáticos. El hecho que se extienda desde España hasta la China, habla bien a las claras de lo que estoy diciendo. Desde mi punto de vista hay tres grandes ramas de Elaphus. Los asiáticos, los europeos y los wapitíes. Sabemos que estos últimos son muy distintos en tamaño, pero indudablemente están genéticamente emparentados, especialmente con los primeros y los cruzamientos entre ambos así lo atestiguan.
No cabe duda que, en cautiverio, y bajo la presión del hombre se han podido cruzar exitosamente, pero en condiciones naturales estos cruzamientos no son tan frecuentes a pesar de las formas intermedias que aparecen en las zonas de contacto que hay en Asia.
El ciervo rojo europeo varía enormemente en tamaño y peso, pero no en otras de sus tantas características. Desde los más pequeños oriundos de la cuenca del Mediterráneo y del norte de Inglaterra y Escocia cuyos machos no pesan más de 80 a100kgs., hasta los gigantes de los Cárpatos que pueden llegar hasta los 300kgs. Aparece toda una variación de pesos y medidas, pero no de costumbres ni de formas. Es posible observar una característica: cuanto más al oeste del Danubio se desplazan. más se va reduciendo la talla. No debemos olvidar sin embargo que las cepas puras europeas se fueron hibridando, buscando siempre el mayor tamaño, no solo del cuerpo, sino especialmente el tamaño, peso y belleza de su cornamenta.
Para definir esquemáticamente esta especie, diremos que estos ciervos buscan los montes y los ecotonos o zonas de transición, su color rojizo más o menos uniforme, el terminando en un escudete blanco de tamaño reducido de su zona caudal. Su cornamenta es gruesa y remata en una horqueta o una corona de varias puntas, los machos tienen melena y su bramido es ronco y bajo.
En el otro extremo, el Wapití considerado como la forma más evolucionada de todos los Elaphus, es de mayor tamaño y peso, ya que, un macho grande llega a pesar entre 500 y 550kgs. A diferencia del ciervo rojo, prefiere las alturas y los espacios más abiertos, su pelaje es mucho más claro que el del ciervo rojo, su cola es más corta en tanto que el escudete caudal está más extendido, la cornamenta de un wapití es larga, proporcionalmente más fina, carece de perlado y es mucho menos proclive a formar corona, y perdura mucho más tiempo felpeada ya que desmoga casi sobre la misma brama.
El bramido del wapití semeja un silbido largo y agudo, muy distinto del rugido más bajo y retumbante que emite el ciervo rojo, ya que ambos persiguen distintas estrategias.
El ciervo rojo cierra los labios dejando solo una ranura por donde sale el sonido, con esto logra formar con la boca, una especie de caja de resonancia de donde sale un bramido grave y bajo, que retumba en el monte sin recorrer largas distancias. El wapití, en cambio, recurva y levanta los labios abriendo más la cavidad bucal, así logra emitir un largo y agudo llamado que más que un bramido parece un silbido, este sonido recorre más largas distancias puesto que los escenarios reproductivos del wapití, no son tanto los bosques, sino las estepas o los espacios más abiertos.
Los ciervos rojos asiáticos conservan sin duda, las formas más primitivas de todos estos elaphus. Son grandes, su peso varía entre los 200 y los 250kgs, de pelaje más claro y grisáceo que los rojos europeos, carecen de melena y tienen cuernos tanto o más largos que estos, pero responden al clásico diseño donde predominan las cinco puntas que terminan en una horqueta, son raras las formas coronadas, pero es frecuente en cambio, que falte el segundo candil. El bramido difiere según las subespecies, en algunas se asemeja al rojo y en otras tiene características intermedias entre el bramido del rojo y el silbido del wapití: por otra parte, Geist dice que una de las formas más claras de diferenciar las especies puras de los híbridos, es precisamente por la forma de bramar.
El Ciervo Rojo Argentino
By Juan F. Campomar
(Extracto Cap. 2),