Todo comenzó en el 2020, cuando se me ocurrió comenzar a cazar chanchos con ballesta. Consultado un poco me topé con dos grandes personas y arqueros, Oscar y Mirko, gracias a ellos conocí el arco y me olvidé de la ballesta…
Comencé a buscar en el mercado un arco de mi talla y presupuesto. Al poco tiempo pude hacerme de uno, no era de caza, pero para empezar a practicar funcionaba.
Mirko me instruyó lo suficiente como para arrancar, y comencé a seguir algunos sitios confiables de YouTube para continuar también con clases virtuales. Ahora vendrían las prácticas en el campo y para eso modifiqué un poco un apostadero que ya tenía en cercanías de mi pueblo. Mi idea era estar lo suficientemente preparado para no cometer errores, un animal malherido con una flecha, sufrirá una espantosa agonía que un cazador no debe permitir.
Recién la tercera vez que me apostaba, me entró una chancha y pude poner en práctica lo que venía ejercitando. Logré abrir el arco sin que me escuchara, pero al encender una pequeña linterna roja que había colocado, noté que estaba muy arriba y no me permitía apuntar bien, punto a corregir y seguir practicando. Así transcurrieron varias salidas hasta que noté que esto realmente me apasionaba y quería seguir por esta senda. Me propuse intentar cazar con arco durante un tiempo, y si no obtenía los resultados que pretendía, volvía al rifle.
Cuando realmente estuve convencido de que era la modalidad de caza que adoptaría de ahí en más, me hice de un arco Hoyt Carbon Element y al ruedo.
Pasaron algunas apostadas sin suerte, hasta que una tarde llegó “el padrillo”. Esperé a que se rascara en el palo del cebadero, de a poco comencé a intentar abrir el arco y…. 5 veces lo intenté y no lo conseguí, los nervios claramente no me dejaban. Cuando logro por fin abrirlo el chancho ya no estaba más. Pero para mi sorpresa, a los pocos segundos lo veo venir por mi derecha, estaba a unos 20 metros aproximadamente, logro abrir, apunto a la paleta, largo la flecha y… notoriamente erro.
Claramente, necesitaba trabajar mucho más y por, sobre todo, saber calmar mis nervios.
Averiguando y haciendo unas pruebas llego a la conclusión que la punta de la flecha de caza pegaba más abajo que la de práctica.
Al tiempo y como en mi zona no había mucho movimiento de chanchos, decidimos con un amigo ir a cazar a la Provincia de La Pampa, donde conocí a Erick y Lucho, dos tipazos y muy buenos con el arco. Con Erick tomé algunas clases de inmediato, las cuales me vinieron muy bien y me dieron la confianza que necesitaba.
Por la tarde salimos temprano cada uno a su apostadero. Llegué, acomodé mis cosas y en silencio me quedé disfrutando mi salida. Cerca de las 21 h aprox. noto movimientos, con la ayuda de los binoculares logro divisar 4 cachorrones. Me tranquilizo, abro el arco y otra vez algo pasó… La flecha roza el rest, hace un pequeño ruido y se hacen humo tres de los cuatro cachorros, pero para suerte del confiado que se había quedado, una rama me obstaculizaba la visión y me quedo otra noche sin tirar.
Al día siguiente Lucho me pone una cinta en el rest (ruido solucionado), hago unos tiros de práctica y de nuevo al apostadero.
Luego del ocaso la noche se tornó muy serena y silenciosa, lo cual me permitió, esta vez, escuchar primero algo que se acercaba antes que verlo.
Los cachorros nuevamente se hacían presente a su cita rutinaria. Muy tranquilo esta vez, observé todo con absoluto cuidado, abrí el arco hacia donde sabía que estaban los chanchos y encendí la linterna. Noto que casi tenía en la mira a uno de ellos; sin pensar demasiado corrijo y largo la flecha, se enciende el nok y veo que va derecho al cachorro, el cual corre desapareciendo entre las sombras. Mi adrenalina y falta de experiencia me hacían dudar si había pegado o no.
Espero más de una hora sin moverme de mi apostadero y me comunico con Lucho para que me venga a buscar. Cuando llega, le comento lo sucedido y juntos salimos hacia el lugar donde se encontraban los chanchos a la hora de tirar, con la grata sorpresa que mientras nos acercábamos comenzamos a ver mucha sangre en la tierra y a los pocos metros se encontraba el cachorro de jabalí abatido. Las felicitaciones de mi nuevo amigo, no demoraron en llegar, cargamos el chancho para su correspondiente faena y muy contentos nos marchamos hacia la estancia.
Al faenarlo nos encontramos con que la flecha le había atravesado el corazón, más feliz aún estaba, se cumplió todo lo que había soñado, y logré sacarme una gran presión que yo mismo me había puesto.
Para finalizar les digo a todos que si una persona como yo, casi sin experiencia, logró cazar con arco, cualquiera lo puede hacer. ¡Hay que perseverar y practicar para alcanzar los propios objetivos!!!
¡Gracias a todos por leer mi relato!