Tantas décadas traqueteando caminos de caza, permitieron conocer innumerables puesteros, baquianos, guías y, porque no, charlatanes. Cada uno aportó lo suyo para disfrutar jugosas experiencias camperas. De aquellas, he rescatado algunas que tienen que ver con el humor, mitos e ingenio criollo, en regiones alejadas de capitales y pueblos, reino de soledades y silencios, donde las humoradas pueden parecer insulsas a los oídos citadinos, acostumbrados a lo picante o escatológico. Sin embargo, los cazadores disfrutamos de esa esencia candorosa, y para ellos van algunos recuerdos.