Caza Sustentable

Por Carlos Rebella.

He sostenido desde siempre, con argumentos basados en la ciencia y el trabajo de campo que, nuestro deporte no es, como sostienen algunos sectores: una actividad para sádicos sedientos de sangre inocente. Si bien no hay caza sin muerte física, el arte milenario, primer trabajo forzoso del ser humano, se encuadra dentro de parámetros éticos, dignos y legales.

Desde que dejó de ser imprescindible, el arte venatorio se transformó en deporte, convirtiéndose en una actividad que enfrenta a quienes reprueban – con escasa o nula honestidad intelectual – el abate de animales, excepto, cínicamente, vacas, pollos, ovejas y pescados, a los que se suman alegremente, los auto proclamados veganos, vegetarianos y otras yerbas, que consumen toneladas diarias de hortalizas, frutas y cereales, que sucumben en sus vinagretas ecológicas

La miopía de esos sectores, y su patéticamente desinformada defensa de la fauna, llevó a la proliferación de lobbies ocupados en cargar sobre las espaldas de los cazadores, la culpa del calamitoso estado de algunas especies. Está claro que, si desconocen las directivas de los científicos que auspiciamos, a confesión de parte relevo de prueba: admiten incultura e ignorancia sobre el asunto. Y si las conocen, están desoyendo sus resoluciones. Visones, nutrias, gato montés, ocelotes, yaguaretés y tigres, entre cientos, fueron diezmados por la industria peletera, encargada de abastecer durante siglos, el aberrante comercio de abrigos de piel para las señoras gordas que, no solo las visten, sino, en el colmo de la hipocresía, aplauden a las vedettes engalanadas con plumas de aves en peligroso estado de extinción. Por otra parte, callan sobre las perdices, martinetas y liebres, exterminadas por el uso intensivo de plaguicidas, cosa que a nadie le importa mientras se pueda cosechar trigo donde hubo bosques milenarios… Los objetos de arte confeccionados con marfil, oro y piedras preciosas, movilizan cifras siderales, y cada céntimo, costó la vida de innumerables elefantes y rinocerontes. El suelo de Angola, Sudáfrica y otras naciones, sangró a través de cráteres que eructaron toneladas de gemas y metal amarillo con destino de coronas reales, collares de damas linajudas, o imbéciles que suponen a los cuernos panacea para su impotencia sexual… Las manos que se elevan al cielo clamando por la abolición de la caza, a menudo se ven enjoyadas con esos minerales valiosos. ¿Saben que para extraerlos se utilizó agua suficiente para abastecer a una gran ciudad por años, que se devolvió al mar, letalmente contaminada?

Tanta tolerancia ejercida por autoridades corruptas, y alimentadas por la vanidad, lujuria y avaricia entre otras lacras, irónicamente provocó que ciertas especies de fauna silvestre, se vuelvan contra sus protectores, como una marea de plagas que nada tienen que envidiar a las siete de Egipto… Así como algunos países superpoblados debieron regular la natalidad humana, es inevitable y urgente mantener el equilibrio entre cantidad de fauna y capacidad alimentaria del suelo y el aire. Y para probarlo, vayan algunos ejemplos. Sólo algunos. 

Nubes de palomas asuelan ciudades, edificios y sembradíos, ocasionando pérdidas incalculables para la comunidad urbana y agropecuaria que, atónita e impotente, solo observa el oneroso azote. Ante el desastre ecológico, mostrando impúdicamente su doble discurso, los llorosos seudo ecologistas que ayer las defendían, exigen que las autoridades intervenga, ya, a fin de preservar sus balcones, desagües, aceras, parques, terrazas, cables y automóviles; loros y cotorras merman cuantiosamente las cosechas, encareciendo productos agrícolas que, en su mayoría, tienen destino de pueblo; perros y gatos pasaron de mascotas a plagas, invadiendo espacios públicos donde dejan sus heces, pulgas y piojos, portadores de enfermedades gravísimas; incontables propietarios de esos animales recurren a la castración, sedantes y mutilaciones de las cuerdas vocales, para que no recríen ni molesten, cuando no abandonados a su suerte, hastiados de su pasajero capricho…   

Este estado de cosas ha desarrollado un pingue negocio para ciertos propietarios de campo. Atentos a que estos problemas han distraído la mirada de la sociedad pacata, que ya no ve con tanta piedad a ciertos silvestres, han desarrollado un negocio que, taxativamente, mata dos pájaros con un solo tiro: incorporar como actividad alternativa, la caza de aves consideradas perjudiciales. Este deporte centenario, que en Europa es popular, atrae a centenares de deportistas – fundamentalmente extranjeros – que dejan jugosos dólares para sus arcas y las del Estado, fomenta la actividad laboral de guías, ayudantes, hotelería, estaciones de servicio, comercio de armas, munición y vestimenta. En buena hora las provincias decidieron, por fin, tomar al toro por las astas, legalizando lo que evitará que los campesinos, en bancarrota, comiencen a utilizar cebos tóxicos, con consecuencias tremendas para el resto de la fauna.

Pero más allá de lo que hemos analizado ut supra, la administración del recurso debe ponderarse en forma selectiva. Los proteccionistas, ponen el grito en el cielo cuando se menciona la caza del puma, gato montés u ocelote. Pero estos animales, que en regiones puntuales deben protegerse por su estado crítico de supervivencia, en otras resultan una calamidad peor que palomas y loros, al punto de provocar, en no pocos casos, la emigración de pobladores que perdieron sus majadas bajo sus garras. En provincias como Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Chubut, Santa Cruz, etc., agricultura y ganadería no existen como se las conoce en la pampa húmeda, donde hay tierras que pueden alimentar hasta 50 o más vacas por hectárea. En alguna de ellas son necesarias 10 o 20 para que coman, – mal – una solamente. Esto ocurre porque los suelos son estériles, las precipitaciones pluviales escasas y – sobre llovido mojado – los felinos abundan. Las diferencias apuntadas, debe decirse, reducen la actividad ganadera a pequeñas majadas de ovejas y cabras, al cuidado de humildes pastores, sacrificados trabajadores que deben arrearlas a diario hasta los montes de tala, garabato y jarilla para que coman, y regresarlas cada tarde a los corrales, antes que el puma las degüelle, lo que no es garantía, por que suele matarlas a pleno día.

Y esto ocurre porque el enorme gato, llega a pesar 60 kilogramos, que durante milenios subsistió manducando vizcachas, gatos, peludos, chanchos de monte, guazunchos, llamas, vicuñas y guanacos, ya no necesita del esfuerzo, lucha, heridas y carreras, no siempre fructosas, que demanda cazarlos: el hombre le sirvió en bandeja animalitos mansos, asustadizos y casi indefensos. Mientras tanto, los dolientes ultra proteccionistas, se rasgan las vestiduras porque las autoridades no hacen nada con las aves cagonas. Aunque sea redundante, debo repetir, hasta que oigan, el dictamen de la U.I.C.N., que expresa puntualmente: “… la reproducción incontrolada de las especies atenta contra las propias especies y contra el medio ambiente, por lo que se debe autorizar la caza…” 

En otro orden de cosas, es sintomático y preocupante que los tres medios de información más importantes del país, La Nación, La Prensa Y Clarín, hayan virado 180º, en forma sospechosamente unísona, su política editorial con respecto a la difusión de la actividad cinegética, el conservacionismo, conocimiento de la fauna de nuestro país, y correo de lectores, levantando esas secciones a mi cargo – ad honorem – que llegaron a ocupar hasta media página semanal. La medida, con pestilente olor a lobby de elitistas asociaciones disfrazadas de conservacionistas, condenó a millones de lectores a conocer solo una cara de la moneda, la mejor manera de crear ignorantes encolumnados detrás de los fundamentalistas que no aceptan la muerte de ningún animal, excepto los útiles o molestos… Como siempre, una buena parte de los argentinos, incluidas las publicaciones mencionadas, padecen de un extraño masoquismo endémico, que conduce a transitar eternamente a contramano de las naciones de avanzada. El periodismo internacional, hablamos de E.E.U.U., Gran Bretaña, España, Italia y otros países, dedica amplios espacios a la divulgación de todo cuanto atañe a la fauna, conservación y caza, indisolublemente ligados según los Organismos representativos del Primer Mundo. En esas latitudes, las Revistas especializadas se cuentan por miles; los clubes y asociaciones de caza agrupan multitudes; los congresos y simposios de aficionados  son cotidianos; en las exposiciones ad hoc, se exhiben desde osos a gacelas; se abaten millones de animales por año y, aun así, la fauna evoluciona y florece al punto que las autoridades deben apocar algunos nichos ecológicos sobre poblados; Nueva Zelanda fomenta la industria venatoria, exportando su imagen como gran productor de trofeos; en España, cuya superficie es similar a la de nuestra provincia de Buenos Aires, proliferan los cotos de caza – más de tres mil – basando parte de su economía en el deporte montero; Inglaterra ofrece caza de elite,  y exporta sementales al mundo, y así podría seguir citando datos que debieran entristecernos, ante nuestro atraso intelectual frente al acuciante problema de nuestra fauna nativa y exótica, que navega a la deriva, en un barco sin timonel ni rumbo.

También hay controversias constructivas en esos países. En los Alpes europeos, donde convergen los límites de varias naciones desarrolladas, se ha producido el desborde de la población de lobos en libertad. Ello ha provocado que el New York Times, uno de los periódicos más relevantes del mundo, destaque el sombrío panorama que enfrentan los campesinos locales, con palabras más que elocuentes: “… En las laderas de los Alpes franceses, ocurre una parábola moderna sobre el hombre y la naturaleza. Hace un siglo los lobos, con estímulo de pastores, agricultores y Estado, que mostraron desprecio de toda razonabilidad, fueron perseguidos hasta el exterminio, y hoy como una trágica humorada, se los declara especie protegida… habiendo desaparecido los lobos, y atentos a la nueva ley protectora, debieron importarse de Italia, en 1992, una cantidad de ejemplares para su reproducción, al amparo de la nueva legislación…”

  Como vemos, se han cometido errores, pero se subsanan con medidas consensuadas, por medio de la discusión civilizada entre los actores interesados. Animalistas y cazadores deben escuchar y aceptar los parámetros dictados por científicos, únicos calificados por su objetividad, alejados de sectarismos y apoyados en la realidad y los hechos. Esos profesionales tienen facultades para señalar indubitablemente la capacidad alimentaria del suelo; el impacto ambiental que producen los animales; los límites entre los intereses de la sociedad y la subsistencia silvestre; la selección de ejemplares que se deben eliminar, y muchas otras normativas para administrar con idoneidad tan frágil riqueza. Pero la polémica no concluyó con la nota transcripta. Poco después, sus páginas se hicieron eco de otras voces: grupos sociales en desacuerdo con la planificación del operativo.  “ En la actualidad, para exasperación de los pastores, el creciente e impetuoso desarrollo de la especie lupus, se ha convertido en grave conflicto, ya que el fenómeno se origina en la facilidad que tienen los cánidos para obtener alimento fácil y abundante: sus ovejas….Los lobos han masacrado enormes cantidades de ovinos – al menos 20.000 en los últimos años, de acuerdo al conteo oficial, y el gobierno ha gastado millones de euros en sus esfuerzos por contener los ataques, aunque con poco éxito… Bernard Bruno, de 48 años de edad, ha perdido al menos 1000 ovejas en un lustro… Tal vez, sostiene, el regreso del lobo signifique progreso ambiental, pero ha puesto en peligro a uno de los últimos nichos ecológicos naturales para la ganadería, que han sido defendidos entusiastamente por la Unión Europea y el gobierno francés, por ser un modelo de agricultura y ganadería sustentables… La nueva oleada de lobos ha determinado que los pastores apenas logren un salario promedio similar al más bajo de la escala laboral de Francia, debido a las ingentes pérdidas que sufren… el ambientalismo va dirigido al habitante de la ciudad, a los que les hablas de osos, linces y lobos y los pones a soñar… Vengan a preguntarnos a los agricultores qué pensamos acerca de introducir tiburones en el Mediterráneo, y diremos que estamos de acuerdo, total, ninguno de nosotros va a nadar a sus costas… la población de lobos de Francia, 250 ejemplares, no es la más grande de Europa, sí es quizá, la más contenciosa, ya que quedan muy pocos espacios aptos para su subsistencia, y se superponen con la explotación ganadera…El portavoz del Comisario Europeo para el Medio Ambiente, Joe Hennon, considera, por su parte, que la reintroducción del lobo en la región Central y Occidental europea es una historia de éxitos en los últimos 40 ó 50 años, sin dejar de reconocer el impacto negativo sobre el ganado lanar…  por otra parte, a las erogaciones oficiales señaladas se suman otros tantos millones de euros para compensar a los ganaderos por las pérdidas, y subsidiar la compra de los enormes perros de raza Gran Pirineo, para que acompañen durante el pastoreo a los rebaños… a pesar de la gran resistencia de grupos ambientalistas, el Estado autoriza,  ante el avance de la plaga, el abate de “muestreos”, una manera elegante de abrir la caza y contener los reclamos de los productores, aunque el sistema no solo no ha dado resultado sino que han duplicado la pérdida de animales domésticos en los últimos seis años… los pastores hacen lo que pueden, también aceptan de mal grado a los impredecibles mastines, una amenaza para niños y turistas desprevenidos; muchos sacrifican y venden hembras ovinas, sabiendo que parte de los animales que conserven no sobrevivirán para dar a luz al año siguiente… Denisse y Elianne Rogerí, que trasladan a diario a sus majadas hacia las laderas cercanas a la comuna  Boléne – Vesubio, las redujeron en un 30% , debieron contratar a más pastores y adquirir más perros guardianes, y en invierno deben encerrar bajo techo a los animales… han perdido en los últimos cinco años más de 1500 ovejas, aunque no pueden llevar la cuenta exacta, porque las crías son devoradas si dejar rastros… a diario nos preguntamos porque seguimos aquí… más allá de tantos problemas, el regreso del lobo ha transformado los rituales de los pastores, … Isabel Feinerof debe realizar una caminata diaria de 20 Km. por la montañosa ladera de Canaux, para llevar a sus 250 animales a los pastoreos, cuidarlos todo el día y regresar, lo que se ha tornado más agobiante en la medida que supera sus 51 años…  “No sé más qué puedo hacer, y nadie tiene la respuesta”.

Leyendo entre líneas, es fácil deducir que, la importancia del problema, radica en cuántos lobos tolera el medio ambiente, sus habitantes y los animales domésticos. Las manadas salvajes que masacraron 20.000 ovejas eran, a ojos vista, desproporcionadas para el entorno, y debieron controlarse a través de la caza deportiva. De cualquier forma, los 200.000 lobos que habitaban el país hace un siglo, ya no son sustentables.

Más de 7.000.000.000 seres humanos habitan el Planeta Tierra, y todos quieren su tajada de la torta… Lamentablemente, los animales silvestres no opinan ni hacen lobby, solo esperan justicia, y nosotros, que podemos hacerlo, debemos unirnos para que nuestros descendientes no deban conocerlos por fotografías…