“…Yo introduje los ciervos con la esperanza de que se desarrollen muy bien en el terreno y enriquezcan las zonas boscosas con su presencia. Mi deseo es con esto incrementar el patrimonio de la naturaleza de la Nación y brindarle mucha satisfacción a futuras generaciones de cazadores correctos y deportivos.
Lolog marzo 1934…”
Roberto Hohmann
Introducción
Muchas cosas han pasado desde la publicación de “Hacia una Moral Cinegética – Volumen I”. En dicha obra escribí un capítulo dedicado al ciervo colorado argentino, haciendo hincapié en su origen y la magnífica mezcla llevada a cabo en San Huberto de Pedro Luro, tarea no fácil de realizar debido a la escasez de obras literarias históricas relacionadas al tema. No obstante y gracias a algunos autores, como Lycka y Amieva, pude reunir información que avalaba la mezcla de ciervos del este y oeste europeo, realizada según las teorías dominantes del momento y que, en Europa, en la época de Luro, aún no habían dado resultados óptimos. Mencioné los conocidos trabajos de Vogt, quien realizó muchos años después similar mezcla que la realizada por Luro, obteniendo excelentes resultados. También escribí en esa oportunidad que los excelentes resultados obtenidos por Luro, muchos años antes y en un país remoto, fueron confirmados por la excelencia de los trofeos obtenidos en La Pampa posteriormente a su liberación.
Era mi intención investigar y escribir consiguientemente, en otro volumen, la exportación de ciervos de La Pampa al sur, motivado por la disponibilidad de algunos registros fotográficos de la captura de esos ciervos para su traslado al Sur.
En esa época, mi amistad con Mercedes Lutz, y a través de ella, con su primo, Juan Cruz Grahan, derivó en el muy afortunado privilegio de conocer a su padre, Andino Grahan. Al momento de la publicación del Volumen I, ya habíamos “tertuliado” en varias ocasiones con Andino, coincidiendo en “La Esperanza”, paraíso de la caza nocturna al acecho de nuestro querido y admirado Sus Scrofa; también, en otras ocasiones, en casa de mi queridísima amiga, Mercedes.
Luego de la publicación de “Hacia una Moral Cinegética I”, en las ocasiones en que coincidimos, las charlas cinegéticas fueron principalmente relacionadas al ciervo colorado europeo, su llegada a La Pampa y posterior traslado al sur; y al jabalí argentino y su posterior irradiación desde La Pampa, temas que Andino conoce mejor que nadie. Pero fue especialmente el tema del traslado de los ciervos pampeanos al sur, tema que yo me encontraba investigando para un nuevo capítulo, sobre el que Andino me reveló datos desconocidos para mí y que cambiaban totalmente mis conocimientos sobre el tema.
Fueron esas intensas charlas, más precisamente sus conocimientos sobre el tema, lo que motivó que este capítulo, originariamente pensado para describir las exportaciones secundarias de los ciervos logrados por Luro hacia otros destinos, cambiara su orientación inicial.
De Europa a San Huberto: Una Revisión de la Historia Oficial
En una de las conversaciones con Andino, analizando el tema del traslado de ciervos desde La Pampa a Collun Co, la charla cobró un giro inesperado y mucho más interesante. Mientras analizábamos unas fotos de la captura de los mismos en San Huberto para ser enviados al Sur, y de los famosos cajones en los que fueron enviados –que analizaremos más adelante-, Andino me fue contando detalles de la relación entre Hohmann y Luro. El más importante para mí fue el que postulaba un acuerdo previo de algún tipo entre Pedro Luro y Roberto Hohmann en relación a la importación de ciervos colorados a la Argentina. Esta teoría no solo resultaba perfectamente posible, también echaba luz sobre algunos aspectos de la historia que siempre me habían resultado oscuros o, al menos, difíciles de explicar. Enorme fue la alegría y sorpresa cuando, meses después de este encuentro, Andino me proveyó de los registros escritos de Roberto Hohmann, donde abundan datos de gran interés para nosotros. Dado su gran valor transcribiré los párrafos más importantes.
Escritos de Roberto Hohmann
“…El 15 de abril de 1922 se largaron 20 ciervos colorados en un encercado en el potrero “Hermoso”. Estos animales eran 14 hembras y 6 machos; de 8 puntas, 3; de 6 puntas, 1 y baretos…
…El encercado de 70 ha. estaba alambrado a 2,20 m. de altura, postes cada 14 m. 13 hilos con 7 varillas metálicas por claro…
…Los ciervos se los compré al Sr. Pedro Luro a $500 cada uno enjaulados en cajones reforzados, puestos s/vagón en la Estación Naicó FCS…
…El señor Bruno Relling… tuvo la amabilidad de estar presente en la estancia San Huberto de Luro para supervisar la captura, la calidad y el estado de los animales.
Bajo el acompañamiento de Max Gerlt los ciervos iniciaron su viaje, primero a Zapala y luego tras 10 días en carro de buey hasta el lote “Hermoso” vadeando el río Quilquihue en la boca de la costa de Lago Lolog.
Max Gerlt con la eficiente ayuda del carrero José Saavedra se ocupó del cuidado y la alimentación de los animales…
…En el invierno de 1927 se abrió el encercado en varios lugares…a partir de este momento, los animales quedaron en libertad a campo abierto…
…Pedro Luro adquirió los primeros ciervos colorados en el año 1911 a Julius Mohr de Ulm sobre el Danubio.
Según informa Mohr los ciervos son de origen alemán y húngaro. Luro mismo no tenía más información sobre detalle…
…Yo introduje los ciervos con la esperanza de que se desarrollen muy bien en el terreno y enriquezcan las zonas boscosas con su presencia. Mi deseo es con esto incrementar el patrimonio de la naturaleza de la Nación y brindarle mucha satisfacción a futuras generaciones de cazadores correctos y deportivos.
Lolog marzo 1934
Firmado Roberto Hohmann
La hipótesis de una asociación o, al menos, un acuerdo previo entre Luro y Hohmann para la importación de ciervos europeos a Argentina me parece perfectamente posible; y creo que aclara algunas cuestiones difíciles de explicar según la “teoría oficial”.
Uno de los puntos oscuros de la historia siempre me pareció, sin ser excluyente en absoluto, el origen austriaco-alemán (según Lika o Hohmann) y húngaro de los ciervos, importados a través de una empresa o empresario alemán: Julius Mohr.
Cuando investigué el origen de la doble importación de sus scrofa de Europa a San Huberto por parte de Luro y llegué a la conclusión de que se habían realizado desde Francia el primer envío, y desde España el segundo, analicé, a modo de prueba, sin bien no confirmatoria al menos de mayor afinidad con esta hipótesis, las relaciones personales y vivenciales de Luro en dichos países. De esta forma, cuando confirmé la estadía de años que mantuvo en Francia y, por otro lado, la relación amistosa que mantuvo con el rey español Alfonso XIII, apasionado cazador y protector de la fauna cinegética española, la historia cobró mayor verosimilitud; y según Yo la veo suma gran crédito a esa posibilidad.
De la misma manera, y volviendo al tema de los ciervos, nunca había encontrado información de Luro sobre relaciones suyas ni viajes a Alemania. Por supuesto nunca asumí que esto fuera excluyente. Pero confieso que cuando Andino me confirmó la teoría del acuerdo previo, todo comenzó cobrar un cariz más verosímil y real. El acuerdo contemplaba los contactos e influencias de Hohmann para conseguir los ciervos y el capital de Luro para traerlos; en caso de prosperar la aclimatación de los mismos, el compromiso de venderle un lote a Hohmann posteriormente. Ambos conseguirían sus objetivos en distintos plazos de tiempo. El mismo Hohmann en su escrito detalla: “…Los ciervos se los compré al Sr Pedro Luro a $500/pesos quinientos cada uno enjaulados en cajones reforzados, puesto s/vagón en la Estación Naicó FCS… Según informa Mohr los ciervos son de origen Alemán y Húngaro. Luro mismo no tenía más información sobre detalle…”
Estábamos en el análisis de este tema en esporádicas tertulias, cuando se editó el segundo volumen de “Hacia una Moral Cinegética”. El primer capítulo del segundo volumen justamente trataba sobre las modalidades de caza practicadas en San Huberto por Luro y luego por Maura, y finalizaba con una serie de fotografías, muy demostrativas y de gran valor histórico, realizadas en una de las cacerías organizadas por Luro. Enorme fue mi sorpresa cuando al tiempo de la publicación, Juan Cruz me comenta que Andino había identificado en algunas de ellas a Roberto Hohmann. La presencia de Hohmann en una de las cacerías de Luro, sumado a los escritos de Hohmann, demostraba irrefutablemente una relación entra ambos, y de esta forma daba más valor a la teoría del acuerdo previo de Hohmann-Luro para la importación de los ciervos colorados a Argentina.
Largos se me hicieron los meses hasta el siguiente encuentro con Andino, quien luego de analizar las fotos debidamente ampliadas me señaló claramente en cuales fotografías estaba Hohmann.
Del análisis de las imágenes fotográficas surgió un dato adicional. En sus escritos Hohmann cuenta que “…El 15 de Abril 1922 se largaron 20 ciervos …en el potrero “Hermoso” …”; y la fotografía en la que Hohmann se ve más claramente, en manuscrito y al frente, se lee “San Huberto 1922”. Si bien desconozco el origen de dicha escritura sobre la foto, dando por cierta su exactitud, podríamos asegurar que Hohmann estuvo en San Huberto, junto con Pedro Luro, que también se ve en la foto, el mismo año que se realizó el traslado al sur.
Al observar la pose serena y analítica del personaje, manos atrás y sin armas, parado cerca de Luro y contemplando los ciervos abatidos entre los cazadores, no es difícil imaginar sus pensamientos en ese momento. Creo que la última frase de sus escritos, las imágenes fotográficas y, más aún, las características personales que Andino conociera y me describiera de Hohmann, permiten vislumbrar a un hombre claramente superior; de los idealistas capaces de grandes cosas. Y es imposible no pensar, y agradecer a los dioses de la caza, qué perfecta alineación de los astros se diera para la cinegética nacional en esa época. La alineación de los “astros” Hohmann, Luro y Maura, que permitió que podamos disfrutar estas magnificas especies cinegéticas en nuestro país. De esta forma, afortunadamente, podemos confirmar el cumplimiento de su magnánimo deseo manifestado en la última frase de sus escritos:
“…Mi deseo es con esto incrementar el patrimonio de la naturaleza de la Nación y brindarle mucha satisfacción a futuras generaciones de cazadores correctos y deportivos.
Lolog marzo 1934.”.
Vaya si lo consiguió.
De San Huberto a Collun Co
Existen en el club de caza Mapú vey pudú una colección de fotos antiguas muy interesantes. No es de extrañar, ya que dicho club desarrolló inicialmente un destacado papel en la difusión de la caza deportiva y de verdaderos valores deportivos y morales para su práctica, en la provincia de la Pampa; posee, por lo tanto, una rica e interesante historia. Destacados fundadores y miembros iniciales del club fueron claves en la concreción de proyectos que aún hoy debemos agradecer los cazadores pampeanos.
Entre la colección mencionada existen tres, que pude obtener gracias a la gentileza de algunos miembros de su comisión directiva que las valoran y protegen. Las mismas fueron tomadas durante la captura y preparación para su traslado, de los ciervos colorados que serían enviados a Collun Co. Estas imágenes, de gran valor para la historia cinegética nacional, muestran varios hombres de atuendos rurales, sujetando con lazos ciervos machos de 2 o 3 años; en una tercera, los cajones que serían utilizados para su traslado.
Pocos registros escritos de valor teníamos sobre este traslado. Lyka en su libro “El Ciervo Colorado” editado en 1962 escuetamente nos informaba que Roberto Hohmann “… se procuró 18 cérvidos colorados, llevándolos a su estancia situada en Collunco, provincia de Neuquén…” en el año 1922. En el libro “Parque Diana” el mismo Lika se explaya un poco más y nos cuenta la irradiación posterior de estos ciervos luego de su liberación en Collunco; para nuestro interés y en relación a este tema nos cuenta: “Otro centro de ciervos se halla al norte de San Martín donde también se abrirán en los próximos años más cotos pertenecientes al Parque Nacional. Aquí el grueso de los ciervos colorados está en la estancia “Maluil-Malal”, perteneciente a Bertil Grahan”, padre de Andino.
Los escritos de Hohmann, que me aportara Andino, son muy descriptivos en cuanto a información relacionada a fechas, ejemplares, supervisión de la captura y del traslado a Collun Co. Los detalles son bien descriptos por Hohmann: “Los ciervos se los compre al Sr Pedro Luro a 500$ cada uno enjaulados en cajones reforzados, puesto s/vagón en la Estación Naicó FCS…”. En una de las fotografías se aprecia claramente el cajón descripto. Hohmann no descuidó el manejo de los mismos para el traslado: “…El señor Bruno Relling en ese momento administrador de nuestra estancia “La Barrancosa” tuvo la amabilidad de estar presente en la estancia San Huberto de Luro para supervisar la captura, la calidad y el estado de los animales…”
El viaje fue de la estación Naicó en tren a Zapala y luego en carro hasta su destino: “…Bajo el acompañamiento de Max Gerlt los ciervos iniciaron su viaje, primero a Zapala y luego tras 10 días en carro de buey hasta el lote “Hermoso” vadeando el río Quilquihue en la boca de la costa de Lago Lolog…”. Durante el viaje, cuenta Hohmann, fuero cuidados por Max Gerlt con la ayuda del carrero José Saavedra y fueron alimentados
“…con avena, pasto seco de alfalfa de buena calidad y agua…”.
En sus escritos, Hohmann registra un dato anecdótico que rescato para resaltar el valor que daba a sus ciervos. Luego de comentar la participación del señor Bruno Relling en la captura, evaluación de calidad y estado de los animales en San Huberto, escribió: “…Por esto como agradecimiento le otorgué el permiso de cazar un ciervo (cosa que realizó en 1932) …”, esto fue diez años después de la liberación.
También es importante comentar, como muy descriptivamente cuenta Andino, el cuidado de los ciervos liberados y la veda que mantuvo Hohmann durante los primeros años. Las primeras cacerías eran realizadas bajo estrictos principios morales y eran solo de carácter selectivo, con severas suspensiones a los cazadores que no las respetaban. Andino cuenta también que todos esos principios fueron aplicados de la misma forma por su padre cuando los ciervos entran a Mamuil Malal. Los primeros años la familia realizaba campamentos solo para observar a los ejemplares; años después, y una vez que los ciervos estaban bien establecidos en Mamuil Malal, Bertil, su padre, permitió la caza del primer ciervo.
Irradiación del Ciervo Colorado desde La Pampa
Una vez asentado en San Huberto el ciervo colorado tuvo una gran diseminación posterior desde allí; a través de exportaciones directas (transportado directamente a un segundo lugar), indirectas (desde un segundo asentamiento, luego de exportación directa, hacia un tercer lugar), o migraciones de la especie, independientes de manipuleo humano, hacia otras zonas. A su vez, las nuevas zonas de asentamiento fueron locales (dentro de la misma provincia), interprovinciales (a otras provincias) e inclusive internacionales (Chile y Uruguay).
La descripta anteriormente, realizada por Roberto Hohmann a Collun Co, siempre me pareció las más significativa e importante debido a la trascendencia que tuvo posteriormente en la cinegética nacional. Ahora, luego del análisis histórico de la misma, y de la muy probable participación de Hohmann en el proyecto de Luro para la importación del Ciervo Colorado a la Argentina, sin duda se reafirma la importancia que tuvo.
De las exportaciones internacionales del ciervo colorado, la más conocida fue la realizada a Chile de ciervos de Mamuil Malal, anécdota muy graciosa que cuenta Andino con lujo de detalles y describe Juan Campomar en su obra “El Ciervo Rojo Argentino”.
Siguiendo con las exportaciones internacionales, otra menos conocida pero de gran interés, sobre todo por haber sido de las directas –desde San Huberto de Luro, hacia otro destino- fue la realizada a Uruguay, más precisamente a la estancia “La Barra de San Juan” de Aarón de Anchorena, mencionada por Maura en sus escritos personales, transcriptos por Amieva en su obra “El Parque Luro”.
Es notorio como surgen en todas estas historias personajes de gran relevancia en la historia de la caza deportiva en Argentina: Luro, Hohmann, Maura, Anchorena….
Como curiosidad, y también para continuar con la intención de reivindicar y hacer conocer personajes pioneros en la caza deportiva, y en la aclimatación y protección de fauna cinegética, es destacable como ejemplo de exportación directa y dentro de la provincia de La Pampa, la realizada por Ernesto L. Guillón a la estancia “El Retoño” de Jacinto Arauz. La misma es bien descripta por Buby Campo en un artículo de la revista Vida Salvaje titulado “Guillón y el Ciervo Colorado” del año 2005. Hablando de Guillón y su esfuerzo por aclimatar los ciervos nos cuenta:
“…Lo hizo solo, sin ayuda y sin fines comerciales, ya que en su establecimiento “El Retoño”, de Jacinto Arauz, La Pampa, fue el único poblador que en los años cuarenta sembrara este ciervo. Lo había transportado desde el Parque Luro… En aquel entonces, cuando poco se conocía de drogas tranquilizantes, fue casi una proeza trasladarlos, y de los seis que viajaron llegaron solo tres con vida”. Según Campo, Guillón llego a criar a partir de ese pequeño grupo, por medio de selección por rifle y sin permitir su caza, ciervos de más de 220 puntos CIC:
“…Nunca existió la intención de cazar estos monstruos que tuvieron hasta nombre (El Diplomático, El Embajador y tantos otros), a los que visitábamos brama tras brama y siempre encontrábamos con sus harenes y en total mansedumbre…”. Guillón, en esa época, también aclimató antílopes negros llegando a tener ejemplares de setenta centímetros de longitud de cuerno.
Bien podríamos agregar los pampeanos su nombre dentro de los pioneros visionarios de la cinegética que pasaron por nuestra provincia. El homenaje que le rindiera Buby Campo en el mencionado artículo, finaliza con un triste lamento por la destrucción total de la fauna aclimatada en El Retoño, por el furtivismo: “…Los años fueron pasando y los furtivos siguieron depredando. Y, créanme, lograron destruir todo. Ya no quedan ciervos en “El Retoño”. Solo unos pocos antílopes marrones corren con sus hembras como para huir de aquel pasado esplendoroso que les había prodigado Guillón… La incultura es la madre de esta depredación…”.
Es verdad que estas tristes palabras bien podrían aplicarse a varios de estos pioneros que hoy los cazadores reivindicamos y revalorizamos.
Pero si hoy se escriben estas líneas reivindicadoras, llenas de admiración y agradecimiento hacia estos pioneros, todavía podríamos mantener al menos una pequeña dosis de esperanza.
La última frase del triste artículo de B. Campo se adapta perfectamente para ser también la última de este capítulo:
“El Motivo de esta nota es para rendir homenaje a este amigo que durante toda su vida bregó para mejorar esas especies. Ya es tarde, lo sé, el Negro no puede volver a luchar, pero quizá haya en algunos cazadores jóvenes un instinto conservacionista con el que se pueda preservar estos maravillosos animales de ese furtivismo irracional que los ha hecho desaparecer en tantos lugares de nuestra patria…”.