DONDE APUNTAR
De nada sirve toda esta teoría, ni ser un tirador excepcional, si se ignora el lugar al que se le debe apuntar para matar un animal. Para esto se necesitan elementales conocimientos de anatomía, de las diferentes reacciones de un animal al recibir el impacto y de las posibilidades del cartucho y el proyectil que se emplea.
Todos los animales tienen órganos vitales cuya destrucción le causará la muerte. En orden de importancia, ellos son: el cerebro, la columna, el corazón, los pulmones, los grandes vasos sanguíneos, el hígado, los riñones, el estómago, y los intestinos. Hay quienes ignoran o invierten la importancia de estos órganos y son muchos más los que confunden su verdadera ubicación. Hablan del “tiro a la paleta” cuando el 90 por ciento de tiros, así llamados, eran clásicos tiros al pulmón. La paleta es el equivalente al omoplato humano y, en los cuadrúpedos, está ubicado mucho más arriba y delante de lo que generalmente se cree, en la misma línea de las patas anteriores y cubre la parte anterior a los pulmones.
Otro ejemplo clásico: Todos sabemos que el tiro al corazón es mortal, pero la idea que se tiene de su ubicación exacta es vaga. Algunos lo dan demasiado atrás a la altura del hígado. Otros arriba en la zona alta pulmonar, y están también los que creen que está adelante, en lugar del esternón.
Los animales “viven” en el tercio delantero de su cuerpo. Allí, en la caja torácica, están el corazón, los pulmones y los grandes vasos. Un impacto en esa zona será un cobro seguro; si fuera más atrás, siempre causará problemas: largos rastreos, gran posibilidad de perder el trofeo, sufrimiento del animal.
CEREBRO
El cerebro es el más vulnerable de los órganos vitales.
Cualquier mamífero del mundo caerá instantáneamente con un proyectil en el cerebro. Enfatizo la preposición en para que quede bien claro que el solo hecho de pegarle en la cabeza no basta. Este órgano ocupa solo una fracción de la cabeza y el blanco que ofrece desde cualquier ángulo de tiro es mucho más pequeño. La bala tiene que afectar el cerebro y no sus proximidades. Como su tamaño es reducido y debido al movimiento del cuello, ofrece casi siempre un blanco extremadamente difícil. El tiro al cerebro no se justifica para nuestra caza mayor: si se le erra, las zonas adyacentes no son mortales y se corre el riesgo de perder el animal. Si se impacta en esta zona a un animal mediano entre los 30 y 120 kg, el resultado es una informe y el trofeo puede arruinarse. Conozco el caso de un cazador que le acertó en el cerebro a un ciervo colorado inmaduro de 6 puntas con un .375 H&H. Las dos cuernas se abrieron y la cabeza era una visión sumamente desagradable.
CUELLO
Un disparo que quiebre las vértebras cervicales, mal llamado “tiro al cuello”, es más eficaz que el dirigido al cerebro. La muerte de un animal con el cuello roto es espectacular. En contadísimos casos he tirado al cuello porque es fácil errar la espina y, si esto sucede, el animal cae, se levanta enseguida y huye. El cuello está rodeado de músculos y muchas veces el animal vive con un balazo en el cuello que no haya lesionado la medula. El mejor antílope negro que he cazado estaba, recuperándose de un perfecto orificio en el cuello causado unos diez días atrás por algún otro cazador.
CORAZÓN
Cuando el animal se encuentra de costado, el corazón se ubica abajo, en el tórax, entre las patas delanteras. Con un tiro en el corazón la muerte es rápida, pero no inmediata; sus reflejos pueden llevarlo a correr un trecho, pero, en segundos, la presión arterial baja al límite, el cerebro muere por falta de oxigenación y el animal cae. Una breve, veloz, ciega carrera es el efecto de este impacto. Jamás apunto justo al corazón y son pocos los cazadores expertos que lo hacen. Si el tiro es un poco abajo se erra limpiamente o se rompe una pata delantera. Si es en la misma línea del corazón y va un poco atrás, daremos en el estómago y si va adelante, en los músculos pectorales o en el aire. Solamente con un tiro alto se podrá hacer impacto en los grandes vasos, los pulmones o la paleta.
GRANDES VASOS
Un blanco mejor y más seguro son los grandes vasos, justo arriba del corazón. El sistema hidráulico del cuerpo no aguantará el súbito descenso de presión y la muerte será en casi todos los casos más rápida que en los tiros al corazón. PALETAS (OMOPLATOS)
Otros lugares muy buenos, que utilizo cuando se me presenta la oportunidad, son las paletas o el lomo. Un ciervo con las dos paletas rotas no se moverá del lugar, además, casi siempre se afecta parte de los pulmones y vértebras. Si el tiro es bajo, le daremos en los pulmones y los grandes vasos. Si es alto, se erra limpiamente, lo que permite al animal huir sin daño alguno y es un consuelo para el buen aficionado.
PULMONES
Mi tiro favorito -ya lo he dicho-es a los pulmones. En cacería se debe tratar siempre de tirar con apoyo y al tirador medio le conviene buscar siempre, entre los órganos vitales del animal aquel que presente el blanco mayor. Los pulmones constituyen el órgano vital más grande de los animales de caza. Un tiro entre las costillas que interese los pulmones es lo mejor para animales no peligrosos, y ninguna especie de caza mayor irá muy lejos si tiene ambos pulmones perforados. Basta con apuntar al medio del tórax, justo detrás de las patas delanteras y una cuarta larga arriba del corazón. Con el tiro al pulmón la muerte no es instantánea, pero ocurre en segundos y sus ventajas son: 1) más fácil que los demás, el blanco es mayor; 2) si se tira alto se dará en la espalda o en la espina; 3) si sale bajo se impacta en el corazón o en los vasos; 4) un tiro muy atrás puede impactar en el hígado; 5) si se da demasiado adelante, hay posibilidad de romper el cuello.
Nunca he creído los relatos sobre animales «que se fueron» con un impacto en ambos pulmones. He cazado y visto cazar más de un centenar de diferentes especies mayores con tiros al pulmón y ninguno escapo: Quizás se trate de excusas a un tiro «sucio» o de observaciones mal hechas. Puede ocurrir que un animal corra un poco más debido a un deficiente trabajo del proyectil o que este se desintegre rápidamente sin penetrar.
El mayor blanco que ofrecen los pulmones disminuye las posibilidades de errar. En el campo, uno está agitado, se tira con apoyos precarios, a veces con viento, nervios, etc. Psicológicamente, el tiro al pulmón da más seguridad que el cuello o la paleta. Los cuentos del ciervo que se fue con un tiro en los pulmones son falsos y en el cien por ciento de los casos estoy seguro de que no fueron bien tocados. De todos los que he visto, solo uno corrió más de 150 metros, un ciervo dama que cacé en las sierras de Cura Malal. El disparo apenas había rozado la parte posterior de los pulmones. Los demás, no fueron más allá de 120 metros, según la zona afectada.
Es algo difícil saber cuándo se ha logrado un tiro perfecto al pulmón. Al no romper huesos, es raro que ocurra una caída inmediata. Los animales medianos (de 30 a 100 kilos) se encogen al recibir el tiro, pero el ciervo colorado, el tapir o el jabalí muchas veces no dan señales apreciables de haber sido tocados. Entre otros casos, recuerdo cuatro ciervos colorados con tiros de pulmón que me dieron la impresión de seguir intactos. Dos de ellos corrieron unos metros y cayeron; los otros iniciaron un trote corto y se pararon con las patas temblorosas hasta desplomarse. Un «toc» de la bala al chocar con el cuerpo es señal de impacto pulmonar, y se puede oír hasta 250 metros con buen viento. No hace mucho tiré casi de noche a un ciervo colorado a unos 130 metros, con un 300 Holland. Ni yo ni mi compañero oímos el «toc» y por un segundo creí haberle errado: cuando llegamos al lugar notamos que no había corrido más de 20 metros. Tenía un tiro perfecto en los pulmones.
OTROS LUGARES
Y ahora veamos los impactos «sucios», los aberrantes, desagradables, los que amargan y dejan esa horrible sensación que produce siempre la pérdida de una noble bestia herida. Por eso, el buen cazador no debe nunca disparar si no tiene certidumbre de matar bien y rápido. Por tiros «sucios» se entienden los que dan en el abdomen, las patas, los cuartos, los maxilares inferiores o en todos los órganos, músculos o miembros que, en fin, al ser afectados no causen una muerte rápida.
Estos impactos siempre traen complicaciones y no deben efectuarse en ningún animal. No existe excusa alguna para apuntar al abdomen de un animal, salvo por error, en cuyo caso hay que tratar de repararlo con otros disparos certeros.
Raramente, encontraremos un animal de caza mayor, como se ven en las postales o fotos de las reservas europeas o africanas. Por desgracia, nuestra caza mayor es perseguida todo el año, siendo una de las más ariscas del mundo. El aficionado verá al ciervo, antílope o jabalí desde diferentes ángulos y en posiciones insólitas, con mirada o andar furtivo, de atrás, de adelante o alejándose. Para saber cómo matar en cada uno de estos casos, el cazador debe conocer muy bien la anatomía y saber dónde apuntar automáticamente para conseguir que la bala llegue a la zona vital.
Después de todo lo expuesto sobre muertes, blancos favorables, proyectiles, calibres, etc., vuelvo a enfatizar que para llegar a la hora de la verdad sin un guía profesional hay que aprender a recechar, investigar las costumbres de los animales, tirar razonablemente bien y no suponer que una súper bala va a matar un trofeo en cualquier lugar que se le pegue. De nada sirve todo lo dicho si el tiro no se coloca bien. La potencia del cartucho, la construcción del proyectil, su velocidad, peso y energía se subordinan al lugar del impacto y nadie debe contar con una muerte rápida si el tiro no afecta una zona vital.
Caza mayor en la Argentina By Lalo Mandojana.