Como mueren los animales y donde apuntarles
(1° parte)

Tan importante como saber tirar es conocer las zonas donde están situados los órganos vitales de un animal y, entre éstas, aquellas a las que conviene apuntar en cada ocasión. Para matar un animal cualquiera, hay muchos factores importantes como el peso, velocidad, diseño, construcción, energía, penetración y expansión del proyectil que se utiliza, pero lo fundamental es la zona donde va a hacer impacto el proyectil.

Las interminables discusiones entre cazadores sobre shocking power, stopping power, cartuchos, energías remanentes, densidad seccional, etc. Son entretenidas para el campamento, los asados en el club o las reuniones de fanáticos, pero los animales mueren de un tiro bien colocado más que por el tamaño, la velocidad o la energía de una bala. Todos los años se pierden buenos trofeos, carne y cueros de animales heridos sin recuperar por tiros mal puestos y no por falta de poder en los cartuchos que se emplean.

El tema de por qué matan las balas es tan debatido por una razón muy simple: la dificultad de dilucidarlo con un estricto método científico. Corrientemente, los aficionados sacan conclusiones con respecto a la efectividad de tal o cual calibre sobre la base de distintas observaciones que adolecen de varias fallas:

1) Son hechas por diferentes observadores con dispar experiencia.

 2) Muchos abren juicio con un número reducidísimo de observaciones (4, 5, o 10 por ejemplo), que no significan en absoluto una muestra representativa.

 3) Son hechas sobre animales de una misma especie, pero solo superficialmente comparables en lo que respecta a edad, nutrición, época de año, distancia de tiro, estado de tranquilidad o alerta, etc.

 4) Están hechas (y esto es muy importante) sobre disparos que nunca afectan la anatomía del animal en igual forma, y cuyo efecto destructivo es valorado con solo someros conocimientos anatómicos y sin saber juzgar o efectuar una elemental “autopsia”.

Es un problema tan debatido, que yo he escuchado a mucha gente, que por otra parte parecían normales, comentar admirada lo bien que mataba las liebres el 30-06, o discutir acaloradamente si el 300Winchester Magnum debe emplearse contra el ciervo colorado con puntas de 150 o 180 granos, por haber grandes diferencias, cuando todos están diseñados perfectamente animales de 30 a 800 kilos con mínimas diferencias intrínsecas.

En lo que respecta a la resistencia para morir de ciertas especies, hay animales que gozan de una fama inmerecida, producto del poco conocimiento de muchos aficionados.

En una estación de servicio, me encontré una vez con dos cazadores que llevaban en la caja de su camioneta un guanaco recién muerto. “¡Qué animal duro! – me dijo uno de ellos -. “Tuvimos que pegarle 5 tiros con el Mauser para que cayera”. Cuando lo vi, tenía cinco impactos desparramados: uno en una pata, dos en la panza, uno en un cuarto y otro en el cuello. “En realidad lo mataron de un solo tiro – les dije –“. Me miraron como si estuviera loco, saludaron rápidamente y se fueron muy convencidos de su verdad.

Si el primer tiro está bien colocado, el animal caerá enseguida, a lo sumo en minutos y no se moverá más. Si se le pega mal, puede vivir horas, días, andar mucho, sufrir más y, esto lo digo por experiencia, es lo más desagradable que puede pasarle a un cazador.

Todo el shock que pueda soportar un animal se lo causara el primer tiro; las balas que sigan tendrán poco o ningún efecto, salvo si se le produce una lesión en el cerebro o la columna. No hay modos de determinar los miles de imponderables que van desde el impacto del proyectil hasta la muerte del animal. Entre distintos individuos de una misma especie hay diferencias de constitución física y temperamento. Por ejemplo, en condiciones similares, el mismo proyectil, cartucho, distancia y zona de impacto, pueden perfectamente causar diferentes reacciones en sendos ciervos axis. Es mucho más duro para morir un animal furioso o asustado que cuando ignora la presencia del hombre. Es difícil tener una idea bien clara de la resistencia de los animales si solamente se han cazado unos pocos. He visto morir rápidamente animales de diferentes especies y he visto a muchos correr cientos de metros cuando, teóricamente no deberían haberlo hecho. Basado en alguna experiencia, pienso que la reacción de un animal a un impacto, no se puede tomar como antecedente para una próxima vez, aunque las circunstancias sean iguales.

Otro signo evidente de desconcierto es el origen de dos conceptos vagos e imprecisos, como Shocking Power y Killing Power para calificar el efecto de los proyectiles sobre la caza.

-El Socking Power, se refiere a la capacidad de determinado proyectil para inmovilizar a un animal donde se encuentra cuando hace impacto- En realidad un animal que recibe un disparo se queda dónde está por inmovilización emocional, por conmoción (generalmente reversible) o lesión (generalmente mortal) de su sistema nervioso o simplemente porque se cae muerto. La inmovilización emocional es algo completamente circunstancial y la lesión irreversible del sistema nervioso le causa la muerte, por lo tanto, NO el Shocking Power. Quedaría solamente la capacidad de un proyectil de conmocionar el sistema nervioso, por la trasmisión a distancia y en forma indirecta de su energía a través de los tejidos blandos y huesos que separan la zona de impacto y de trayectoria. Esto depende, en cierto grado, de la energía del proyectil y en el tiempo en el cual la desarrolla (cuanto mayor, mas momento de fuerza). Por eso, suele atribuirse esta propiedad a calibres gruesos que “desparraman” energía lateralmente, con puntas pesadas y lentas (mayor momento de fuerza). Pero esto depende, en mayor grado, de la capacidad de los tejidos para amortiguar la energía recibida (tejidos blandos como el adiposo) o de trasmitirla mejor (músculos) o casi totalmente (huesos).

Surge así claramente que, dentro de proporciones adecuadas entre el calibre y la caza, el Shocking Power depende mucho mas de dónde se pega, que de lo que se usa para pegar. De allí que haya tiros que por habilidad o casualidad impactan con Shocking Power y no calibres que tengan por sí esa propiedad. Obviamente cuando existe desproporción entre el poder del cartucho empleado, y el peso del animal, se puede trabajar con el mentado efecto del Shocking Power. Si se dispara con .375h&h Mag. Con punta de 235 granos a 50 metros, en el tórax de un ciervo dama, o con el venerable 7,65 Mauser con 150 granos a igual distancia, sobre una corzuela parda, será muy lógico que parte de la energía liberada, llegue a la medula (el anterior ejemplo del .30-06 y la liebre es, desde luego, exageradamente valido).

Cuando existe la desproporción cartucho – animal en los calibres de gran velocidad, que pueden trasmitir energía al sistema nervioso, su veloz efecto hidráulico, supera la capacidad de amortiguación de los tejidos y causa grandes desgarramientos a distancia. Al interesar el proyectil en el cuerpo de un animal, trasmite su energía a los tejidos. Debido al elevado porcentaje de agua en el cuerpo, esta trasmisión de energía es hidráulica. En los casos en que se destruye un gran porcentaje de tejidos, la cantidad de nervios afectados es enorme y sus mensajes recargan de tal forma al cerebro que produce la muerte del animal. Basta ver un zorro o una liebre con el abdomen destruido (impacto teóricamente no mortal) por el proyectil de un 22Hornet, 220 Swift o 6,5X68.

Este shock se produce solamente en animales que en caza mayor, son considerados chicos o medianos, como corzuelas, antílopes negros, ciervos axis o dama. En quince años he visto dos corzuelas, un antílope negro y n ciervo axis, morir relativamente rápido con impactos abdominales. No hace mucho, Patricio Cossio disparo a una corzuela parda a unos 2 metros con un 7X57 Mauser y munición recargada con un proyectil de 120 granos a unos 900 metros por segundo. El tiro fue a dar justo al medio de la panza; el guazuncho corrió unos 15 metros y cayó muerto. El estómago había explotado y los intestinos eran una masa de agua y tejidos. Ese animal murió por la veloz trasmisión de energía al cerebro por medio de los vasos sanguíneos. La violenta presión aplicada por el proyectil al interesar e ir deformándose dentro de vasos y arterias, llegó al cerebelo. El súbito golpe mato al pequeño cérvido. Pero insisto: el shock no mata, lo que mata es la afección producida en un órgano vital.

Los efectos del shock dependen de la estructura, el peso y el estado psicológico del animal al instante de recibir el impacto de la bala. Por su mayor sensibilidad, el hombre acusa más el shock que los animales, ya que estos poseen un sistema nervioso más rudimentario. Pero la resistencia o reacción varia de una especia a otra. Entre nuestra fauna mayor, el tapir y el jabalí muestran una “indiferencia” total a cualquier traumatismo nervioso, aunque se empleen cartuchos muy potentes. El dicho de “no acuso el tiro” es clásico cuando se caza a estos ungulados. Los antílopes y cérvidos son más sensibles al shock y la reacción se nota con mas frecuencia. Sin embargo, si no tomamos en cuenta el grado de sensibilidad de cada animal, una vez pasado el efecto del shock provocado por el primer tiro, prácticamente todos son inmunes a los tiros siguientes. De la misma forma el shock es casi inexistente cuando el animal está asustado y su cuerpo concentra grandes dosis de adrenalina. Estos son los casos que a menudo se comentan de ciervos que aguantan dos, tres o más disparos sin morir y que parecen más resistentes que otros.

-Con respecto al Killing Power, bastará analizar el mecanismo por el cual matan las balas, ara comprender que armas lo poseen en relación al rango de peso de los animales.

Los animales que no son heridos en su sistema nervioso mueren rápidamente por insuficiencia circulatoria aguda. Ésta resulta de una caída significativa de la presión arterial, a valores que impiden que el sistema nervioso pueda aprovechar el oxígeno de la sangre, por lo cual, en cuanto se agota la reserva que existe en aquel (suficiente sólo por unos segundos y responsable de la clásica corrida después del buen impacto), el animal entra en descoordinación motora, se cae y patalea; muere su sistema nervioso, luego su corazón y se produce la muerte. Para que esto suceda, la herida debe ser torácica y, a la inversa de lo que generalmente se cree, la hemorragia tiene poco que ver. Las heridas en los grandes vasos o en el corazón producen la muerte mucho antes que la hemorragia sea importante. Cuando por la acción de la bala, el sistema circulatorio deja de ser un mecanismo de tubos cerrados, su presión interior cae a valores tan bajos que rápidamente causan la muerte.

Muy efectiva es la herida simultánea de ambos pulmones. Estos mantienen en el tórax una presión negativa con respecto a la atmosférica. Al ser perforados por un proyectil se “desinflan” casi instantáneamente y bloquean por completo la circulación de la sangre. Al no llegar ésta al corazón, a presión arterial cae de lo normal a casi cero y se produce la muerte. Por este motivo, por su ubicación y su gran tamaño, los tiros que perforan los pulmones son muy recomendables y los que personalmente más utilizo. Además, si el tiro toma la parte alta del tórax, se puede afectar la columna. En tanto que en la parte baja, están los grandes vasos sanguíneos y el corazón. Es importante destacar que el efecto que se logra sobre los pulmones es, dentro de los limites razonables, completamente independiente del diámetro de las heridas. Por supuesto que se verá acelerado por proyectiles con grandes orificios de salida, que faciliten el rápido “desinfle” pulmonar. Un proyectil sólido, bien colocado en el tórax y que interese ambos pulmones, tendrá anatómicamente el mismo resultado de uno expansivo. Estos últimos ofrecen ventajas en los tiros no muy limpios, que toman solo un pulmón y el abdomen; en estos casos, el proyectil se deforma a expensas de descargar energía lateralmente, produciendo heridas hemorrágicas, en todos los sentidos del espacio.

Resumiendo:

Cualquier cartucho capaz de atravesar ambos pulmones, digamos de un ciervo colorado a 150metros, es bueno y el tiempo en que tardara en morir si se le dispara con un 7,65 o un .300WM es de una diferencia despreciable. Lo he visto y también he cazado colorados con este tipo de tiros a la misma distancia y con los cartuchos mencionados.

El Killing Power es penetración adecuada, aun con diámetro razonablemente discreto para el animal que se caza. En los tiros “sucios” sólo nos ayudará una desproporción excesiva entre peso del animal y la energía del cartucho empleado (nadie prohíbe cazar un dama o un colorado con un 375 H&H, la cuestión es aguantarlo). En su defecto, apelar a la alta velocidad, que es útil hasta los 150 metros, no como trayectoria sino como Killing Power y no caewr en el inhumano error de alta velocidad con penetración deficiente, que invariablemente da como resultado un animal herido y no cobrado.

Existen dos escuelas en lo que respecta al comportamiento ideal de un proyectil al interesar un animal.

-La primera sostiene que, si bien el proyectil debe expandirse mientras penetra, también debe atravesar al animal, produciendo asi un buen rastro de sangre a la salida.

-La otra afirma que después de una adecuada penetración y expansión, el proyectil tiene que permanecer dentro del animal, recibiendo éste toda la energía.

Cuando el animal no ha sido herido seriamente y la bala está alojada en su cuerpo, el rastreo es difícil por no existir salida. Ademas, os proyectiles expansivos están construidos de tal manera, que pueden llegar a afectar los órganos vitales, cualquiera sea el angulo de tiro que se presente. Por lo antedicho, la idea de que la bala que entra en el tórax permanezca en el animal para descargar en él toda su energía, no tiene ningún fundamento biológico. De todas formas, en el tiro de caza, nunca se tiene la seguridad de como trabajará el proyectil y los imponderables son muchos para abogar decididamente por una de estas escuelas.

Todo lo dicho hasta ahora depende de muchos factores: la posición del animal, el peso de la bala, su calibre y factura, la velocidad y energía que tiene en el momento del impacto, la penetración, la violencia con que se expande y el tipo de tejidos o huesos que va encontrando en su recorrido. Por ejemplo, un proyectil de alta velocidad que penetra en órganos o músculos con bajo contenido de líquidos, será de menor eficacia. Si el corazón de un ciervo o jabalí, está lleno de sangre en el momento de ser atravesado, el efecto del shock hidráulico sobre el sistema nervioso y la rotura de vasos sanguíneos en el cerebro causaran una muerte rápida. Pero si en ese momento el corazón ha concluido su sístole y su contenido de sangre es bajo, la muerte ocurre instantes más tarde. También sucede algo similar con los pulmones y otros órganos. Estas causas y muchas más, como la descarga de adrenalina o la posición de los músculos del animal en el momento del impacto, hacen muy difícil predecir con exactitud la reacción de los animales cuando se interese uno de estos órganos.

Recién después de muchas observaciones, notas, “autopsias” y exámenes de la expansión de os proyectiles, es posible determinar el cartucho más conveniente para cada terreno o animal. La función del proyectil es matar, bien y rápido, y su elección, por parte del cazador depende mucho de la experiencia.

¿Cómo mata un proyectil eficaz? Por una combinación de shock nervioso y la destrucción de una o más partes vitales. Excepto en casos muy especiales, esto es indivisible.

Caza mayor en la Argentina  By  Lalo Mandojana.