Si bien el ciervo rojo es capaz de vivir en manadas, el tamaño de ellas puede variar. Una manada grande indica que el entorno les ofrece abundante agua, comida y refugio, una manada pequeña puede ser parte de un rebaño anteriormente más grande, pero que tuvo que dividirse con el fin de que todos sus miembros encontraran cómo satisfacer sus necesidades. El ciervo es una especie gregaria y social, en la naturaleza no se encuentra distribuida en forma pareja en la zona de su distribución geográfica, sino que más bien se encuentra por grupos o subpoblaciones en hábitats preferidos que poseen condiciones favorables (Schurholz, 1997). La ubicación de los integrantes en una manada, nos puede informar sobre el orden social de los mismos. Destacándose los dominantes por sobre el resto. Muestra bajos niveles de agresión entre parientes de primer, segundo y tercer grado, lo que sugiere que tiene un sistema complejo de reconocimiento de parentesco (Ceacero et al., 2007). Mantienen relaciones comunicativas entre sí, que juegan un importante papel en la coordinación y cohesión del grupo (Reyna, 1987). Durante la mayor parte del año los sexos se mantienen en grupos separados. La unidad social básica es el grupo familiar de hembras, formado por una hembra y sus descendientes de los últimos 2 o 3 años. Estos grupos pueden incluir hijos machos menores de dos años. Las hijas suelen permanecer con las madres hasta que tienen su propia cría, e incluso cuando se separan utilizan áreas de campeo que solapan con el área materna. Los machos hacia la edad de dos años se dispersan desde el área donde han nacido hacia zonas diferentes en función de las posibilidades que existan debido a barreras naturales o artificiales. (Carranza 2004) Socialmente, se agrupan en diversos grupos etarios, que deben representar un porcentaje de la población total. Cualquier desequilibrio en la participación de cada grupo trae como consecuencias situaciones de estrés que conllevan a un deterioro del bienestar poblacional. Esta observación conductual de los cérvidos ha llevado a cambiar el sistema de manejo que se ha practicado por muchos años, especialmente en los países europeos, donde el cazador debía seleccionar en base a un supuesto “ideal” de ciervo, eliminando todos los animales anómalos. El papel del cazador no es otro que regular el crecimiento poblacional en forma tal, de mantener los porcentajes de cada grupo etario (Ortiz, 1992).
No suele involucrarse en confrontaciones físicas, sin embargo, esto puede ocurrir si buscan ocupar el mismo estatus social en la manada en que conviven.
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