¿Cuál es el mejor rifle y calibre para cazar?

Por Gustavo A. Jensen

Sin dudas esta temática ha generado, y lo seguirá haciendo, encendidas y enfáticas discusiones en los fogones de los campamentos de caza, en los asados de cazadores y en las armerías.
En primer lugar debo aclarar que la referencia comprende sólo la caza mayor porque es el ámbito donde la gran variedad y diversidad de los animales, su tamaño, peligrosidad, biodiversidad de su hábitat, etc. lo que precisamente genera las opiniones encontradas de los cazadores.
En cuanto al rifle considero que la respuesta no pasa exclusivamente por el valor de mercado del arma, sino que apunta mas al feeling que se ha generado entre el cazador y su rifle, esto es la confiabilidad que el arma le transfiere en las distintas secuencias o escenas de caza que ambos han compartido y el resultado logrado, sin dejar de reconocer aquí que en la gran generalidad de los casos los yerros son atribuibles al hombre y no al arma, aunque también existen situaciones donde el déficit es mecánico debido a que falló el extractor al pretender sacar la vaina para hacer un nuevo disparo, o bien el cerrojo no levantó el nuevo cartucho o se trabó al ingresar a la recámara (me ha pasado en alguna ocasión y por supuesto ese rifle ya no está conmigo).
Aquí aparece un item importante al tiempo de escoger un rifle de caza mayor, especialmente si será utilizado contra animales calificados como peligrosos, categorías que no aparecen dentro de las especies cazables en nuestro país a excepción, y con grandes reservas, del búfalo asiático introducido en los últimos años, pues los que he podido observar en estado «salvaje» no demuestran mucha agresividad. Me estoy refiriendo a la construcción del cerrojo, entre los que se destacan los que utilizan el sistema de control de alimentación -control feed- característicos de las acciones mauser, consistente en una uña extractora colocada en el extremo externo del cerrojo, haciendo que al impulsar el cartucho dentro de la recámara dicha pieza se cierra sobre el culote de la vaina asegurando así su extracción luego del disparo. Los otros sistemas de extracción como los que utiliza la marca Remington, no ofrecen en mi opinión idénticas garantías, sin por ello reconocer que he usado durante años un rifle de esta marca, Modelo BDL, en calibre 300 WM, y actualmente estoy cazando con la marca Tikka, que utiliza un sistema similar de extracción, sin haber experimentado problemas, pero no puedo dejar de destacar que las fallas que he comentado mas arriba, han sido con rifles dotados de este sistema de cerrojos.
Sin dudas que el mejor rifle es una elección personalísima, muchas veces surgida por estrechos y antiguos lazos de afinidad familiar por tratarse de armas que han ido pasando de generación en generación, lo que provoca un sentimentalismo difícil de modificar con explicaciones o argumentos técnicos de incuestionable valía.
En algunos casos, como en el mío, debo admitir que si bien poseo varios rifles no puedo decir cual es el mejor, pero sí que con algunos de ellos tengo mayor afinidad, por haber logrado una perfecta simbiosis al momento del disparo producto de un encare rápido y preciso, sumado a un disparador muy liviano -a los que he regulado con una presión de aproximadamente 500 grs.- que me permite realizar disparos de precisión sin tener que luchar con el dedo para sacar el tiro, logrando así resultados de eficiencia muy alta, hasta el punto de no haber errado disparos sobre animales de caza en los últimos dos años.
También es importante al tiempo de lograr un rápido y correcto encare del rifle, esto es encontrarse rápidamente con el animal dentro de la mira cuando colocamos la culata en el hombro, la altura del montaje que hemos escogido para la mira telescópica. En términos comerciales existen de tres tipos: bajos, medios y altos, estos últimos para permitir el uso de miras de gran objetivo, tal es el caso de las de 56 mm.. Si bien cada uno tiene sus preferencias al tiempo de elegir, en lo personal me adapto mejor a los montajes bajos, pero también tengo algunos «medios» en las miras de 50 mm de objetivo y no utilizo las 56mm porque me cuesta mucho enfocarlas en forma rápida, pero insisto, esto es muy personal y hace indudablemente a esa simbiosis entre rifle y cazador a la que hacia antes referencia. En última instancia si se quiere tener mayor luminosidad por las noches, tendrán que resignar la comodidad del encare, cuestión que también tiene consecuencias en la efectividad de los disparos, pues cuando no tenemos debidamente centrado el ojo en el ocular de la mira porque el encare no es correcto, comienza a funcionar el paralaje y sobrevienen los inevitables yerros.
Otra cuestión que divide las aguas -o mas propiamente podríamos decir el monte-entre cazadores y genera ríspidas discusiones, es lo atinente a culatas tradicionales, de lustroso y veteado nogal, versus sintéticas. Aquí están los que privilegian la estética y belleza de la madera por sobre la practicidad del arma que otros defienden al optar por las sintéticas. En lo personal y como un amante de las armas, estuve a favor de los primeros por muchos años hasta que fui a cazar a Alaska en el año 1994, allí sufrí mucho tratando de preservar la culata de madera de mi Remington BDL 300 WM contra el mal trato del transporte por caminos muy precarios, llenos de piedras y continuos torrentes que debíamos sortear en el viejo Dodge doble tracción de la 2° Guerra Mundial, además de las mojaduras de las frecuentes lluvias y algunas nevadas, así como entre los cerrados willows que debíamos trasponer, en tanto veía el riguroso trato que le daba mi guía a su 375 HyH con culata sintética, la que incluso utilizaba de bastón en las empinadas montañas que subíamos y bajábamos continuamente, despreocupándose totalmente si se mojaba o golpeaba. Allí tuve una excelente lección sobre lo que debe ser un rifle de caza, una herramienta práctica, sencilla e indeformable que esté a nuestro servicio cuando lo necesitemos y no que debamos estar nosotros preocupándonos por su estado, si el agua o los cambios de temperatura del interior al exterior nevados podrán hinchar la madera y perjudicar el beding o si se raya la culata. De mas está decir que al regresar a Anchorage fui a una armería y me compré una culata sintética para acción Mauser 98, una mezcla de kevlar, carbono y fiber glass que hoy utilizo en mi 375 HyH. Nunca mas volví a comprar un rifle para cazar con culata de madera, y hago la diferencia porque una cosa es un rifle para cazar y otra es para tenerlo en el armero y mostrárselo a los amigos y de tanto en tanto tirar algunos tiros al blanco.
Conozco gente que no sale a cazar cuando llueve por no mojar el rifle. Podrán advertir que hago referencia sutilmente a «gente» y no a cazadores, pués al verdadero cazador poco le importan las inclemencias climáticas, si está lloviendo y los ciervos braman, ¡¡¡allá vamos¡¡¡.
Tampoco es posible hablar del mejor rifle de caza sin tocar la cuestión del calibre, pues ambos constituyen una unidad inseparable, una verdadera hermandad que determina su eficiencia.
¿Cuál es entonces el mejor calibre para cazar?. Sobre esta cuestión también juegan un rol importante los gustos personales, pues están los que privilegian la velocidad por sobre la energía y precisión. Está empírica y científicamente demostrado que los calibres muy veloces no son los mas precisos, aunque también es justo reconocer que cuando hablamos de calibres de caza la precisión exquisita que buscan los tiradores de polígono, no aparece como estrictamente necesaria en un cartucho para cazar. Los estudiosos de la balística nos dicen que un rifle que agrupa en una pulgada -2,5 cms- a 100 yardas -90 metros-, tiene una dispersión aproximada de 8 pulgadas a 500 metros, siendo esta medida los extremos de un cuadrado de 20 cms de lado que contienen los órganos de la mayoría de los animales de caza mayor, sin dejar de considerar además que muy pocos cazadores están capacitados para tirar a 500 mts., y es mas, yo diría que aparece incluso como insensato hacerlo, manteniendo aquí mi postura ya expuesta en otro artículo anterior donde concluía que en materia de caza mayor, «cuando mas cerca mejor».
Otra cuestión importante a analizar cuando hablamos de calibres, es considerar que tipo de animales vamos a cazar, porque no es lo mismo la elección de un calibre para cazar en África, máxime si vamos a cazar elefante, búfalo, león o hipo, o si estamos pensando cazar exclusivamente en Argentina. Incluso en este último supuesto también resulta importante saber si vamos a cazar siempre en una zona determinada, que normalmente coincide con el área de residencia del cazador o si se trata de un viajero que acude a los distintos puntos cinegéticos del país, las montañas del sur, los montes de La Pampa, San Luís, Córdoba, Corrientes o Entre Ríos, entre otros o bien la llanura bonaerense.
Aquí aparece también necesario evaluar que animales están en nuestro objetivo, pues en tanto cualquier calibre que impulse proyectiles de 100 grais resulta suficiente para cazar antílopes en la llanura, resultan un tanto livianos para disparos en lugares con muchas ramas y pajonal alto -juncos o cortaderas- donde se impone pensar en calibres mas potentes en el rango de un 308 en adelante, en tanto que si hablamos de cazar colorados en la montaña me inclinaría por la gama de los magnum, desde un 7 mm a un 338, no sólo por resultan frecuentes los disparos a distancias entre 300 y 400 metros, sino también por la fortaleza física de los elaphus; son capaces de recorrer kilómetros con los intestinos a la rastra, siendo muy difíciles de parar una vez que comenzaron a segregar adrenalina.
Esto no implica que no se pueda cazar con calibres mas livianos y menos veloces en la montaña, de hecho mis mejores ciervos de cordillera los he cazado con un FM 308, con recarga de 165 grs., pero ello implica una nueva exigencia: «disparos quirúrgicos» que ingresen directamente en los órganos vitales -corazón o pulmones-, de lo contrario perderemos para siempre nuestro trofeo.
El retroceso del arma es otro aspecto fundamental al tiempo de la elección del calibre por los cazadores, ya que hay muchos que no toleran la fuerte «patada» de los magnum y así es como nos encontramos con pingues ofertas de venta de calibres 300, 338, 375, etc que no tienen disparados ni una caja de balas. Esto ocurre porque hay personas que compran un arma por consejos de amigos entendidos o por artículos que han leído, sin prestar atención al retroceso del arma, el que les resulta intolerable por su contextura física, la edad o simplemente porque no les es placentero disparar con armas de fuerte retroceso.
Así es como lo Weatherby, o los modernos 338 Lapua o Ultra Magnum y en general todos los magnum de calibres 30 en adelante, no son tolerados por muchos cazadores, pues están mas preocupados por el golpe en el hombro que el lugar donde deben apuntar, lo que hace que resulten totalmente ineficientes con el uso de su arma. Por tal motivo resulta imperativo que quien está usando un calibre liviano, de escaso retroceso, y pretenda incorporar a su stock de armas alguna de la mencionadas, antes de concretar la compra trate de hacer alguna prueba para evaluarla, máxime si es intolerante a la «patada».
La magnitud del retroceso está en directa correlación con el peso del proyectil y su velocidad inicial, pues en la medida que se aumentan estos valores mayor será el retroceso del arma, aunque también es justo reconocer que hay rifles de un mismo calibre, aunque de distinta procedencia, que resultan muy placenteros de disparar, en tanto otros son verdaderamente insoportables. Las explicaciones sobre tales diferencias resultan variadas, aunque para mi la que mayor lógica tiene es la que atribuye tal cometido al diseño de la culata y el anclaje que la acción del rifle tiene en la misma, cuando mas recta aparecen las culatas, mayor es el retroceso, lo que atribuyo a una simple cuestión física, ya que las que poseen una empuñadora tipo mango de pistola, al tener un quiebre hacia abajo, genera una situación de palanca que disminuye el retroceso, y pido disculpas aquí si mi razonamiento es incorrecto, pues se trata de una simple impresión personal y por ende sin rigor científico.
Como conclusión final a la temática que diera origen a este artículo habré de concluir diciendo que no existe el mejor rifle, ni tampoco el mejor calibre para la caza mayor, en cualquiera de sus estamentos, todo depende de la personal simbiosis que logre el cazador con su arma, logrando hacer con su rifle una verdadera extensión de su propio cuerpo, de manera tal que al momento de disparar logre proyectar hacia su objetivo el mandato de su cerebro en una forma natural, esto es espontáneamente y no forzado por agentes extraños, tales como el temor al retroceso, la dureza del disparador o el mal encare de la mira telescópica -paralaje- como alguno de los aspectos negativos mas destacados.