El Ciervo Colorado Criollo Pampeano

Por Marcelo Vassia

Hoy es veinticinco de marzo. Regreso de cazar; este año vivimos un marzo bien pampeano; tuve el privilegio de cazar en un histórico campo de brama en el cardenal alto centenario pampeano; en este lugar existe todavía un bolsón de ciervos bien pampeanos: me refiero a los originarios surgidos de la genial mezcla lograda por el binomio Luro-Hohmann (es intencional la repetición de la palabra “pampeanos”). Pude observar y recechar muchos ciervos, la mayoría con el formato del ciervo criollo; no se ve una gota de sangre de la inyectada en los últimos años de tipo continental europea pero también inglesa y neozelandesa que, por supuesto, rebasa los cotos donde se introducen y terminan hibridando con la población nativa originaria. Este campo, además, tiene factores que han incidido en el mantenimiento de la línea original de ciervos. En primer lugar, posee una extensión adecuada y se ubica en una zona de buenas pasturas y, por consiguiente, buena alimentación en forma habitual -con los conocidos altibajos climáticos pampeanos-; y, en segundo lugar, una larga permanencia en manos de una familia de tradición cinegética que ha practicado y practica la caza deportiva con estrictas medidas de selección, instauradas desde su adquisición hace más de cincuenta años. Estas medidas son mantenidas aun hoy por sus descendientes -con excepcionales etapas de cacería comercial, que todo lo altera-. Tuve el privilegio de cazar con hijos y nietos del propietario original y comprobé “in vivo” su preocupación y cuidado en mantenerlas.

Introducción

La conjunción de los hechos mencionados en el preámbulo, me incentivaron a describir lo vivido por varios motivos.

        El primero de ellos es mi convencimiento de que estos lugares y estos bolsones de ciervos criollos están desapareciendo; ya lo he visto en otras partes de mi provincia. Las causas son múltiples: inevitables cambios de propietarios por necesidad de venta o divisiones familiares; propietarios que no se interesan en estos temas o lo hacen sin criterios de protección y conservación, priorizando un exclusivo y desmedido interés económico; la masificación de la caza deportiva o pseudodeportiva que se practica en forma irrestricta en mi provincia; la incorporación involuntaria pero irrefrenable de líneas genéticas distintas, que se hibridan con nuestros ciervos originarios; la caza comercial, que tiene un poco de lo anterior y muchos otros vicios; la intensiva y permanente caza para comercialización ilegal de carne de ciervo, que se realiza desde hace muchos años; un furtivismo de trofeo en niveles alarmantes y creciente; y por último, las más dura de todas: un estado que nunca se interesó ni valoró este recurso y, por consiguiente, no protege. Todos estos factores atentan contra la conservación de estos lugares y estos ciervos.   

Y en segundo lugar porque, teniendo en cuenta todo lo anterior, creo necesario describir el ciervo criollo pampeano, esa variante de ciervo que, surgido de la genial mezcla, adoptó características locales -cincelado por el duro medio ambiente pampeano- haciéndolo único, con la intención de que se valore y se proteja. Me motiva especialmente la triste convicción de que el ciervo criollo pampeano está perdiéndose con el tiempo, para no volver.

Esta descripción la haré reordenando conceptos que escribí, en forma desordenada, en otros artículos sobre el ciervo colorado argentino (1-4). Describiré su origen, su desarrollo en relación al impacto de medio ambiente pampeano y sus características. Repito que será un reordenamiento de conceptos que ya escribí en otros artículos.

Origen del ciervo colorado pampeano

         Sabemos bien que Pedro Luro importó los ciervos colorados en 1906; trajo dos variedades: ciervos húngaros “del señorío condal de Schönborn de los Cárpatos” y ciervos de “la región montañosa de Murau de Corintia (Kärnten), Austria…”, según Esteban Lyka (5-6). Probablemente traídos en dos planteles: el primero de ellos compuesto por tres machos -uno de ellos muy agresivo-y siete hembras (7). La empresa contratada para tal fin fue una firma exportadora de Julios Mohr de Ulm, sobre el Danubio (5,6,8). Según los escritos de Hohmann, este Mohr, localizado en Ulm, sobre el Danubio, es quien informa el origen alemán y húngaro, siendo esa toda la información que llega a Luro. Hohmann informa como fecha el año 1911 (8). Esta discrepancia de fecha podría deberse a dos entregas de ciervos -una en 1906 y otra en 1911-, o a un error de alguna de ellas (6,8). También existe discrepancia de estos autores respecto al origen del grupo más occidental: austríacos para Lyka, alemanes para Hohmann; me inclino por la versión de Lyka por la precisión de detalles geográficos, aunque no la considero significativa dada la similitud de ciervos de esas zonas (6,8).

         Luro libera todos los ciervos en un cercado de 700 u 800 hectáreas -según distintos autores-, “de bosques mixtos” (5-7), donde luego de varios años, realiza cacerías “a base de ojeos de los ciervos machos que irrumpían acosados por jinetes a una sección del tejido donde se colocaban los cazadores” según cuenta Maura, que participó como invitado en estas cacerías (9). Existen varios registros fotográficos que corroboran esta modalidad (2).

         Andino Grahan me contó -y luego lo detalló en el libro “Mamuil Malal”-, que la importación de ciervos colorados a La Pampa, fue fruto de un acuerdo previo entre Pedro Luro y Roberto Hohmann; el primero aportó el capital para la importación y el segundo sus contactos -y probablemente sus conocimientos- para la adquisición, con el acuerdo de, una vez en Argentina, venderle un lote a Hohmann para exportarlos a su propiedad en el Sur, Colluncó (3,10). Hohmann mismo cuenta en sus escritos que se los vendió a 500 pesos cada uno enjaulados en cajones reforzados, puestos sobre el vagón del tren, en la estación de Naicó, muy próxima a San Huberto de Pedro Luro (8). Es destacable agregar, según comparaciones con otros escritos de la época, que el valor de los mismos era muy significativo; es decir, no eran baratos, lo cual da sentido al acuerdo y que Hohmann los haya adquirido posteriormente. Para que se tenga una idea del valor cobrado por Luro a Hohmann, en esa época una hectárea de “campo virgen” en los alrededores de Santa Rosa valía entre 100 y 150 pesos; hacia el sur y hasta General Acha podían valer 60 pesos y en la zona de General Pico llegaban a valer hasta 500 o 600 pesos (11). Es decir que Luro le cobró a Hohmann el valor de una hectárea en General Pico, por cada ciervo vendido. Extrapólese estos datos a valor de hoy y se tendrá una idea de los costos de dicha empresa.

Hohmann lleva a Collunco en abril del año 1922 veinte ciervos: 14 hembras y seis machos, que larga en un cercado de 70 hectáreas; estos fueron liberados en el año 1927 abriendo el cercado en varios lugares simultáneamente, según cuenta en sus escritos (8).

Existe dos fotos muy significativas de la presencia de Hohmann en San Huberto, que corroboran su relación con Luro. Una que puede verse en mi libro “Hacia una Moral Cinegética”, donde Hohmann junto a Luro posan en una cacería organizada allí, fechada el mismo año que se llevaron los ciervos a Collunco: 1922 (3). Y la segunda, del mismo momento, pero en otra toma, actualmente en exposición en el Parque Luro, donde no solamente se ven ambos personajes, sino que se puede leer en el frente sus nombres y la fecha 7 de agosto del año 1922.

También existen fotos de la captura de los ciervos en San Huberto y de los cajones para su posterior traslado (3).

La genial combinación de líneas genéticas

(alquimia genética)

         En primer lugar, es imprescindible aclarar que este cruzamiento de distintos tipos de ciervos realizada en San Huberto no fue invención de Pedro Luro. Estos experimentos de mezcla de líneas distintas de ciervos con el fin de mejorar la cornamenta se practicaban en Europa mucho tiempo antes de Luro y de Hohmann. La teoría predominante y más respaldada por los ambientes cinegéticos del momento -principio de siglo veinte- era la mezcla de ciervos del este y del oeste europeo. Como bien sabemos la evolución del ciervo colorado produjo al oeste una variante de menor tamaño, más rojizo de color y cornamenta más corta con tendencia a formar en el extremo coronas con puntas más numerosas; como contraparte, en el este, los ciervos desarrollaron cuerpos de mayor tamaño y color más “parduzco pálido” con cornamentas más largas, con menos puntas, más pesadas y coronas de menos puntas. Según Tisza, “…nuestra meta es seguir el ejemplo de la naturaleza y cruzar los ciervos occidentales con los orientales, si no con marales, por lo menos con maraloides” (5). Tras esta meta, y con la convicción de que las mejores cornamentas eran las que se encontraban en las zonas donde estos dos biotipos se cruzaban, se realizaron en Europa varios experimentos de cruzamiento desde principios de siglo XX. Si bien la mayoría de ellos fracasaron debido a los pocos conocimientos que se tenían, deficiente ejecución e incluso liberación en sectores con menores recursos nutricionales (5), el realizado aquí en La Pampa por el binomio Luro-Hohmann, resultó exitoso considerando la calidad de los trofeos logrados en La Pampa en las décadas siguientes, y el gran atractivo cinegético que fue nuestra provincia para los cazadores extranjeros en ese momento.  De la misma forma se lograron trofeos capitales con los ciervos llevados de San Huberto a Colluncó.

         Años más tarde Franz Vogt llevaría adelante un cruzamiento similar utilizando ciervos húngaros y alemanes y haciendo gran hincapié en la nutrición. Los resultados son muy conocidos ya que, a diferencia de la realizado aquí, Vogt dejó detallado en un libro todo el proceso y sus resultados. 

El objetivo de la teoría de mezcla de sangre -que Vogt llamó “líneas de sangre”- era lograr trofeos de mayor peso, mayor longitud y más puntas. Entre los descendientes de los ciervos originales importados a San Huberto de Pedro Luro, tanto Lyka como Juan Campomar describen la presencia de ambas especies bien delineadas, tanto de los ciervos austríacos como de los húngaros (6,12). Pero Juan va aún más lejos y describe una tercera, constituida por una “amplia amalgama entre ambos en los que en algunas ocasiones puede predominar una forma sobre otra, pero que, en mi experiencia y basándonos en recientes estudios de ADN predominan los húngaros” (12). Podríamos decir que los resultados de la mezcla expuestos son la base genética del ciervo criollo pampeano.

Interacción Genética-Medio ambiente-Nutrición

         Hasta aquí hemos analizado la importancia de la genética de los ciervos importados a La Pampa. Ahora hemos llegado a un punto crucial para lo que intento exponer.

Son bien conocidos los factores que inciden en la formación de la cornamenta; dentro de estos, la genética es uno de los más importantes. Pero los genes son dependientes del medio ambiente donde actúan; su expresión está moldeada por el ambiente donde se expresan.

 Por lo tanto, debemos ahora sumar, al factor genética, los demás factores determinantes de la cornamenta que pertenecen a medio ambiente-hábitat del ciervo. Y aquí entra en forma determinante el medio ambiente pampeano.

         Los factores del medio ambiente que inciden en la formación de la cornamenta del ciervo incluyen el clima (lluvias y sequías), la temperatura  (“…el frío acelera el consumo de valiosas energías y el excesivo calor, conduce al stress hídrico…” que, según Campomar, afecta más a nuestro ciervo), cantidad de horas de luz, stress/tranquilidad durante el proceso de formación de la cornamenta (medio ambientes con distintos niveles de presión de caza), la aparición irregular de incendios –muy frecuentes en La Pampa- que inciden en el factor nutricional (“…El fuego combustiona la capa celulósica de los vegetales mejorando la digestibilidad y aumentando por lo tanto el consumo de , si es que después del incendio llueve, el nuevo rebrote aporta más y mejores proteínas, y vuelve a los hidratos de carbono más fácilmente asimilables…sin embargo el efecto fuego dura poco ya que al segundo o tercer año el forraje vuelve a cargarse de celulosa ingresando nuevamente en la fase de las pasturas envejecidas…”), y por último el factor nutricional, sin dudas el más determinante, por supuesto siendo muy influido por los otros recién mencionados (12).

Cuando hablamos de nutrición obviamente incluimos lo necesario para una cornamenta: hidratos de carbono, proteínas, sales minerales, etc. que se obtienen de pastos, semillas, frutos, chauchas y agua que consume el ciervo. Pero también es importante el nivel de disponibilidad de estos aportes, es decir si se dan en forma continua o discontinua, tanto dentro del tiempo de formación de la cornamenta como a lo largo de la vida del ciervo. Todo esto explica la importancia del ecosistema o medio ambiente donde vivirá el ciervo. No solo en primavera-verano – época de antlerogénesis (septiembre a febrero) donde se produce ese formidable y explosivo proceso de formación ósea que la naturaleza dispuso solo para los ciervos, sino también en la etapa de antlerostasis (febrero a septiembre)- donde el ciervo, luego del corto período de brama, deberá buscar lugares que le permitan reponer, en completa tranquilidad, y que, además, serán utilizados en la siguiente antlerogénesis ya que deberán complementar a los nutricionales del momento. Es decir que los ciervos utilizan los aportes nutricionales de lo ingerido durante antlerogénesis, pero seguramente complementados por los ingeridos durante antlerostasis, principalmente sales minerales.

Por todo ello el medio ambiente es tan importante ya que implica principalmente nutrición y, dentro de esta, la regularidad del aporte nutricional.

La interacción de todos los factores mencionados y la variabilidad de su influencia en cada año, y a lo largo de la vida del ciervo y del desarrollo de la especie en este ambiente pampeano, determinan un fenotipo especial.

Si bien es difícil cuantificar en porcentaje el impacto de genética y el de medio ambiente-nutrición en la formación de la cornamenta, mi opinión personal es que en La Pampa el factor nutricional y medio ambiente son, por lo menos tan importantes como la genética, sino más. Y esto es para mí lo que delineó un fenotipo especial que llamo ciervo criollo pampeano.

De la Teoría al Campo

 Analizando este mismo tema en otro artículo mencioné dos ejemplos que demuestran claramente, a mi parecer, la importancia del impacto del medio ambiente/nutrición en la cornamenta del ciervo colorado argentino.

El primero de ellos es el más simple y evidente: un fenotipo de cornamenta absolutamente diferente, en forma generalizada, y fácilmente distinguible entre los ciervos pampeanos y los ciervos del Sur, compartiendo ambos grupos un origen genético común. En pocas palabras: a partir de una población (los ciervos de Luro de San Huberto) que se divide en dos, liberándose cada una en una geografía distinta, se desarrollan dos poblaciones fenotípicamente distintas: las pampeanas y las del Sur. Amplío: Luro libera los ciervos importados en 1906-1911 en un encercado de 800 hectáreas; en 1922 Hohmann compra a Luro veinte ciervos de esa población -14 hembras y 6 machos-, y los lleva a Collunco, liberándolos en un cerco de 70 hectáreas. Cinco años más tarde, en el invierno de 1927, abre el cerco en varios lugares, dejándolos en libertad total. Cincuenta años más tarde tenemos dos poblaciones que tienen un origen genético común, pero son distintas desde el punto de vista fenotípico: cornamentas con tendencia a mejores coronas, con mayor predominio de color oscuro y menos peso las del sur; y las pampeanas, más pesadas, con más variedad de colores, con predominio de los marrones, coronas menos desarrolladas con menos puntas, pero mayores rosetas y primeros candiles. Los dos principales autores que han escrito sobre el ciervo colorado argentino –Lyka y Juan Campomar- reconocen y describen estas diferencias. “La falta de calcio, sales minerales (sódicas y potásicas), y colágenos” en los ciervos del sur influirían en las diferencias según Lyka(6);  para Juan Campomar las diferencias climáticas determinan distintas pasturas en distintos momentos de la formación de la cornamenta: primaveras más tardías pero con un mantenimiento más prolongado, hasta bien entrado el verano, de pasturas más nutricionales en la Patagonia, que en La Pampa, donde ya entrado el verano, el stress hídrico disminuye la capacidad nutricional de las mismas. Juan agrega un factor beneficioso para los ciervos en La Pampa, que considero muy importante: “…la posibilidad de acceder en ciertas épocas del año a alguna pastura implantada de esas que no faltan en la periferia del monte. Verdeos de invierno, avenas granadas, alfalfares o maíces aportarían en este caso la cuota de forraje primavero/estival…” (12).

Cualquier cazador de experiencia es capaz de distinguir, con buen nivel de exactitud, una cornamenta pampeana de una del sur.

El segundo ejemplo es para mí el más interesante ya que demuestra el importante impacto del medio ambiente en la cornamenta, en mucho menos tiempo. Se trata de una experiencia realizada en un coto de caza abierto de la zona de Toay con unidad de cría de ciervos de genética, donde se liberaron ciervos de genética a campo abierto a corta edad, y cazados luego de asilvestramiento total y ambientación de 5-6 años. La información fue corroborada por la presencia de caravanas colocadas durante su corta estadía en el encierro, y que aún tenían al momento de ser cazados. Comparados con ciervos de la misma genética y edad -pero criados y cazados dentro del cerco de cría-, muestran un formato de cornamenta absolutamente “acriollado”, con pérdida importante de las características fenotípicas de sus congéneres que permanecieron en el encierro. Se podría decir que algunos de estos ciervos pasarían absolutamente como ciervos nativos el escrutinio de cazadores experimentados.

Descripción del Criollo

El ciervo criollo pampeano es un ciervo cuya base genética tiene un gran predominio de la variante húngara-maraloide, y que ha sido moldeada significativamente por el medioambiente pampeano. En mi opinión, que es la de un simple cazador aficionado al estudio del Elaphus argentino, este impacto medio ambiental se da, en La Pampa, en mayor medida que el impacto genético; múltiples son las condiciones de La Pampa que influyen; entre ellas la más importante es la nutricional; pero dentro de este factor nutricional existe una subcaracterística determinante que es la variabilidad e irregularidad del aporte nutricional a lo largo de toda la vida del ciervo. Aquí, esta irregularidad del aporte nutricional es producida por los otros factores ambientales mencionados: sequías, acceso a pasturas, clima y temperaturas, incendios ocasionales que modifican calidad de pasturas, etc. Todos ellos con demostrado efecto en la formación de la cornamenta de los ciervos.

Toda esta combinación de factores ha modelado un tipo de ciervo que aquí llamamos criollo. El ciervo criollo pampeano es un ciervo cuya cornamenta preponderantemente se encuentra entre el rango de 10 y 13-14 puntas, con mayoritario predominio de 10 y 12 puntas; con pesos entre 6 y 7 kg en ciervos adultos; buen perlado, con predominio de color marrón en distintos tonos; y generalmente “más fuerza” en el comienzo de la cornamenta: rosetas y primeras luchadoras bien desarrolladas. No son raros en estos lugares, como el descripto en el preámbulo, ciervos de 14 o más puntas; como tampoco ciervos de 10 y 12 puntas con mayor peso –entre 8 y 9 kg-. Por el predominio de sangre maraloide, tienen buenas longitudes de cornamenta, llegando frecuentemente al metro de longitud y no siendo raras las que lo sobrepasan; no es infrecuente la falla del segundo candil.

También en el tamaño corporal se ve la influencia maraloide, siendo los ciervos mayoritariamente de gran tamaño, de colores grisáceo-pardusco.

En condiciones ideales de nutrición -que se dan en los mejores montes y con acceso a buenas pasturas circundantes-, buena predisposición genética y edad adecuada –llegando a adultos mayores-, surgen ciervos con más puntas y mayor peso; esto se evidencia claramente en los ciervos medallables que aún hoy, aunque cada vez menos, aparecen en los rankings de los clubes. Su merma actual se debe más a la sobrecaza que existe en mi provincia, que ha bajado estrepitosamente la edad media de los ciervos cazados, que a la supuesta “mala calidad genética” de los ciervos pampeanos.

Reflexión final

Esta descripción es una opinión personal. Repito que no soy un experto. Probablemente pueda haber errores en mis conceptos. Pero estoy seguro que mi descripción del ciervo criollo pampeano en gran medida es compartida por la mayoría de los cazadores con muchos años de práctica, de este hermosísimo y majestuoso animal que tenemos el privilegio de tener en nuestros montes. Por eso, la intención de este artículo no es polemizar sino darlo a conocer para protegerlo; esto redundará en mayor valoración del mismo. Sostengo que esta variante, surgida de la mezcla de Luro-Hohmann y fuertemente cincelada por nuestro duro medio ambiente pampeano, está en peligro.

Volviendo al inicio de este artículo, luego de analizar las características de nuestro extraordinario ciervo pampeano criollo, no puedo evitar pensar lo que sería esta provincia si, desde el comienzo, los cazadores y propietarios afortunados de establecimientos donde habitaba nuestro ciervo, hubieran mantenido una conducta de cuidado y protección del mismo, como la que describí respecto al establecimiento donde tuve la fortuna de cazar este año. Y más aún, si el estado hubiera comprendido el valor de este animal y hubiera acompañado con medidas de protección y regulación de caza. No es difícil de imaginar para cualquier pampeano que recuerde las bramas y la calidad de ciervos que eran cazados aquí hace 40-50 años, cuándo existía una población abundante de esta variante de ciervo, enriquecida de machos adultos.

Bibliografía

l- Origen del Ciervo Colorado Argentino. Hacia una Moral Cinegética. Vassia, M.

2- Modalidades de Caza en San Huberto. Hacia una Moral Cinegética. Vassia, M.

3- Ciervo Colorado argentino: de San Huberto a Collun-có. Hacia una Moral Cinegética. Vassia, M.

4- “Los Ciervos Colorados de Colonia Ferraro -y la sangre maraloide de nuestros Elaphus-”. Cazador. Vassia, M.

5- “Parque Diana”, Vogel, Carl Adolf. Editorial Transsylvania, Bs As. 1969

6- “El Ciervo Colorado”, Lyka Esteban, 1962.

7- “El Parque Luro –Su Historia – Su Presente”, Amieva, Evar Orlando, 1993.

8- Escritos de Hohmann, Roberto. 1934.

9- Escritos de Maura, Antonio.

10- “Mamuil Malal”, Grahan, Andino.

11- “La Pampa”, Molins, W. Jaime. Establecimiento Gráfico “Oceana”, 1918.

12 “El Ciervo Rojo Argentino”, Juan Campomar. 2012.