Origen del jabalí argentino

Especies, subespecies y el dilema taxonómico.

El género Sus, dentro de la gran familia Suidae (o suidos) comprende varias especies. La del jabalí, Sus Scrofa, es la que nos interesa. Si bien este último es denominado comúnmente jabalí europeo, su origen es euroasiático. De las especies que comprenden el género Sus, la del sus scrofa es la que cuenta con más subespecies; éstas han sido descriptas en base a características morfológicas, generalmente relacionadas con el factor nutricional. No es necesario ahondar en las múltiples subespecies descritas. Es importante destacar la diferencia de tamaño entre ellas ya que, en general, ha sido la determinante para la descripción de las subespecies. En el extenso trabajo sobre el Jabalí Europeo, publicado en Hunters, Antonio Hurtado, su autor, nos ilustra al respecto.

“El tamaño varía en función del alimento disponible y la latitud, pudiendo los machos superar los 100 kilos en vivo en distintas zonas de Europa, aunque en otras apenas superan los 70, apreciándose mayor corpulencia a medida que nos dirigimos al E, incrementándose desde el SW hacia el E y NE. Los mayores tamaños los encontramos en la región de los Cárpatos con machos que pueden superar los 300 kilos y los menores, al sur de la Península Ibérica, donde también apreciamos una variación de peso y tamaño a medida que nos acercamos al sur, siendo Doñana, el límite de su hábitat europeo, donde dan menor peso con una media de 53.6 kilos”. Analizando su distribución, y para facilitar su descripción teniendo en cuenta las múltiples subespecies descriptas, Hurtado establece cuatro agrupaciones de subespecies: razas del Oeste de Europa (Scrofa, Meridionales, Castilianus), Norte de África (Algira y Barbarus) y Medio Este (Lybicus) extendiéndose hasta Asia Central (Attila y Nigripes); razas indias de la región sub Himalaya desde el Oeste de Irán (Davidi) hasta el Norte de India hasta el Este de Birmania, Oeste de Tailandia (Critatus) y sur de India (Affinis); razas del Este de Mongolia y lejano Este de Rusia (Sibiricus y Ussuricus), Japón (Leuomystax y Riukiuanos), Taiwan (Taivanus), y Sudeste de China y Vietnam (Moupinensis); y, finalmente razas Indonesias desde la Península Malaya, Sumatra, Java, Balid (Vittatus).

Al desarrollar el confuso tema de las subespecies, finaliza el mismo con una opinión que comparto: “Mi opinión personal es que, más importante que la abrumadora cantidad de subespecies descritas con la única diferencia del tamaño corporal, es la de diferentes ecotipos, que estoy casi seguro que se dan en todas las descritas”.

 EL  JABALI  ARGENTINO

Es por todos conocidos que Pedro Luro trajo el Jabalí Europeo a la Pampa entre 1903 y 1910, pero no conocemos con seguridad que tipos trajo o de que zonas de Europa provenían.

Para investigar el tema debemos apelar, en primer lugar y nuevamente, al historiador pampeano E.O. Amieva, quien en su ya mencionado libro” El Parque Luro” nos cuenta: “Los jabalíes fueron traídos de Francia, se importaron dos machos y cinco hembras. Uno de los machos murió en el viaje y el remanente de nombre “Menelik” tuvo a su cargo a la piara que era una raza de gran tamaño, pero procreaba con muchas dificultades, por lo que posteriormente se trajeron otros de menos talla y mezclados, se cruzaron entre ellos”. Más adelante, en otro capítulo y ya describiendo el Parque en manos de Antonio Maura, cita textual una propuesta que éste elevara al gobierno de la Pampa con la idea de crear un centro turístico con múltiples actividades deportivas, entre ellas la actividad cinegética. En dicho informe y al desarrollar las actividades cinegéticas a realizar, Maura, a modo de introducción, describe los antecedentes históricos desarrollados por Luro en su predio: “la caza mayor en la Provincia proviene de una importación hecha por el Doctor Pedro Luro en el Año 1909 de …y dos jaulas de jabalíes europeos en la proporción, tengo entendido, de 6 hembras por macho…”

De esto podemos deducir que fueron realizadas dos importaciones de Jabalíes europeos y que fueron de distintos tipos. La primera bien descripta y definida: de Francia, y que “…era una raza de gran tamaño…” Y la segunda: “… otros de menor talla…”

Con respecto a la primera importación, descripta por Amieva, no resulta incoherente su origen teniendo en cuenta que Luro residió en Francia durante cinco años, luego de lograr su título de Médico, en la última parte del siglo XIX, lo cual da una idea delos contacto e influencias que podría haber tenido allí. También, y en relación a estos jabalíes “franceses de gran tamaño”, podemos agregar datos que avalan lo descrito. El cazador francés Georges Lanorville, en su famoso -y muy plagiado sin citarlo- libro “La caza del jabalí” nos cuenta: “En el siglo XIX se apreciaron en Francia dos grandes afluencias de jabalíes. Procedían de la Selva Negra Alemana, donde se habían registrado algunos años de grandes sequias, en los que hayucos y bellotas desaparecieron casi por completo. Los animales atravesaron el Rhin entre 1816 y 1818, invadiendo las Ardenas y Luxemburgo, desde donde se esparcieron en siete u ocho años por toda Francia, alcanzando los Pirineos. La segunda invasión se verifico algunos años antes de la guerra de 1870”.

Esto explica el tamaño de los jabalíes franceses de esa época que, provenientes del Este europeo, pertenecían a subespecies de mayor tamaño, probablemente Sus Scrofa Scrofa.

En la segunda importación, la de los” …otros de menor talla…” la que resulta más difícil de dilucidar. Sabemos que el tamaño del jabalí europeo disminuye hacia el Sur Oeste del continente europeo, más precisamente hacia el sur de la Península Ibérica. Y dentro de la misma, como nos contara Antonio Hurtado,” …también apreciamos una variación de peso y tamaño a medida que nos acercamos al Sur…” (en la península Ibérica se describen las subespecies Castilinaus, Mediterraneus, Meridionalis y Baeticus). Si tenemos en cuenta que la segunda importación era de animales de menor tamaño y que el límite de distribución del mencionado Sus Scrofa es el Norte de España, al Sur de dicho límite deberíamos buscar las subespecies de menor tamaño. Estas disquisiciones histórico-biológicas me llevaron a sospechar el origen ibérico de la segunda importación de Luro, lo cual avalaría lo descripto por Amieva, y a descartar las múltiples menciones que abundan en mi país respecto a una importación de jabalíes de los Cárpatos hecha por Luro, la mayoría sin pruebas que la confirmen.

Antonio Hurtado, desde España, nuevamente aportaría datos importantes; en un trabajo dedicado al Jabalí Argentino publicado en Hunters informa; “El género Sus está representado en el país (Argentina) por el Sus Scrofa o jabalí euroasiático, y por más señas por jabalíes españoles – contrario a la creencia generalizada de que se trata de jabalíes de Centroeuropa (Sus Scrofa Attila, ScrofaScrofa, Scrofa Falzfeibi y Affinis)-, pues debido a la amistad de Pedro Luro, su introductor en Argentina, con el Rey Alfonso XIII, la primera importación fue de cochinos españoles ignorando de que subespecie se trataba…” Más adelante y detallando más extensamente la información, nos cuenta: “La primera importación se produjo entre los años 1904 y 1906 por el mencionado Pedro Luro, que estableció los primeros grupos con fines cinegéticos en la Estancia de San Huberto de su propiedad, para posteriormente, entre los años 1917 y 1922, llevar ejemplares a Neuquén, siendo en Colluncó, departamento de Huiliches, donde se establecieron con éxito las primeras piaras en libertad”.

En un contacto personal, el autor me confirmó el dato relacionado a la importación de jabalíes españoles realizada por Luro, producto de investigaciones propias, aunque no existe documentos escritos que avalen dicha información.

En conclusión, podemos afirmar con seguridad que Luro importó al país dos tipos diferentes (subespecies) de jabalíes. Una de origen francés de mayor tamaño, probablemente Sus Scrofa Scrofa. Que tuvo dificultades en la reproducción y a consecuencia de esto se realizó una segunda importación de una variedad de menor tamaño que mejoro su reproducción. Considero muy probable que esta segunda importacion sea de origen española (alguna de las subespecies ibéricas).

Estos jabalíes importados por Luro, por diseminación propia o bien por traslados intencionales, ampliaron extensamente su zona geográfica.

Posteriormente a la de Luro, se realiza una segunda importación de Sus Scrofa europeos hacia Argentina, mucho menos conocida. Entre los años 1924 y 1926 se importaron al país, desde la estancia “La Barra de San Juan” en Uruguay, perteneciente a Aaron de Anchorena, ejemplares de Sus Scrofa importados anteriormente desde Alemania por el mencionado propietario.  El destino de este grupo de jabalíes fue la estancia Huemul en la provincia Rio Negro, perteneciente al Sr. Ortiz Basualdo, sobrino del mencionado Aaron de Anchorena. De la misma forma que anteriormente en La Pampa, el escape de algunos ejemplares permitió su dispersión y adaptación en la zona. Este grupo introducido, dado su origen alemán podría pertenecer a la subespecie de Sus Scrofa Scrofa. Por su extraordinaria capacidad de invasión y adaptación, no dudo que los jabalíes de esta importación pudieran haber llegado en unos días a cruzarse con los traídos por Luro.

Nivel de cruzamiento del Sus Scrofa en Argentina.

La posibilidad de cruzamiento con el cerdo domestico ha generado el dilema del grado de “pureza” del jabalí como pieza cinegética. Es ampliamente aceptado en nuestro medio, con gran aceptación en el ámbito pseudo cinegético y cinegético, que el jabalí argentino presenta un alto nivel de cruzamiento con el cerdo doméstico. Producto de observaciones directas de lechones rayados en los chiqueros, agresividad superior del semental de jabalí sobre el más corpulento casero, y otros factores. En mi provincia existe en forma evidente, tal situación. Es el nivel al que ha llegado lo que creo ha sido permanentemente sobre valorado y exagerado. Analicemos tal cuestión. ¿Cómo podemos establecer con seriedad y seguridad el nivel de “pureza” de un jabalí? El nivel de “pureza” puede ser juzgado de dos formas: por las características genotípicas o las características fenotípicas del espécimen. Las primeras, de difícil disponibilidad en la práctica, otorgan un nivel altísimo de exactitud. El análisis del cariotipo no deja lugar a dudas: el jabalí tiene 36 pares de cromosomas, cualquier otra variante pertenece a especímenes impuros(cruzados) o a cerdos domésticos.

Las segundas, las fenotípicas, son en general morfológicas y su nivel de exactitud no es muy alto. Esto es debido a múltiples causas. En primer lugar, la diferencia de apreciación individual (la cual nunca es poca entre “cazadores”) y la gran influencia del factor nutricional (y por consiguiente de las zonas geográficas donde habita). Existen, además, diferentes características morfológicas dentro de la misma especia. Lanorville en su mencionada obra “La Caza del Jabalí “describe dos variantes de la misma especie, el jabalí “de llanura” y “de montaña” y citando a un autor anterior llamado Gridel transcribe su descripción: “… el jabalí que vive en la llanura tiene el cuerpo más largo, la cabeza recta y puntiaguda, semejante a una musaraña, y alcanza proporciones mucho mayores que el que vive en la montaña, el cual, por otra parte, tiene un carácter menos bonachón e infinitamente más belicoso”.

Más adelante cita a otro auto, Le Couteulx de Canteleu, y transcribe su descripción de dos tipos que coinciden con los de Gridel:” A mi modo de ver, existen dos tipos de jabalí muy diferentes: uno bien armado y el otro con escasas defensas. Los Primeros tienen un cuerpo muy pequeño en relación con la cabeza, el pelaje negro y poco espeso de cerdas largas y muy ásperas, y defensas de anchura y longitud extraordinarias. Los otros, que generalmente se vuelven más corpulentos y pesados, presentan mayor longitud y una cabeza más pequeña en relación al cuerpo; cerdas más cortas y menos bastas, de coloración más fuerte, gris o rojiza, y las defensas bastantes menos gruesas, largas y fuertes; por lo general, no suelen tener tan malos instintos como los primeros y con frecuencia huyen de su revolcadero sin dar la cara”.

El conde Yebes, en su famosa obra” Veinte años de Caza Mayor” dice: “…es indudable en nuestras sierras la existencia de dos tipos que hemos llamado “albar” y “arocho”. La diferencia esencial radica en la traza y la dimensión de la cabeza. En el que pudiéramos llamar “arocho” la proporción del tamaño de la cabeza con respecto al cuerpo es distinta, por ser aquella extraordinariamente grande en comparación con la que pudiéramos llamar “albar”. Esta diferencia no solo existe en el tamaño, si no en la conformación, mucho más vigorosa, con mayores colmillos, con la curva de la trompa mucho más acusada y mayor dimensión en el hocico. Esto no influye en el peso del animal, pues es posible que un jabalí” albar” con menor cabeza y colmillos tenga un peso superior a un “arocho” provisto de una espléndida cabeza”.

Es evidente que las descripciones de los autores franceses, Lanoville y los autores por él citados, del jabalí de llanura y el de montaña, coinciden aproximadamente con la del español, el conde de Yebes, y sus tipos albar y arocho. También en mi provincia existen especímenes cuyas características cuadran perfectamente con los tipos mencionados, lo cual no es incoherente si recordamos que Luro trajo los primeros jabalíes de Francia y los posteriores muy probablemente de España.

Entre las características fenotípicas o morfológicas se analizan: el tamaño, el peso, la forma y coloración del cuerpo o partes del mismo. Lamentablemente, para emitir una opinión, en mi provincia debemos apelar a las características fenotípicas y siempre, por lo dicho, con un incierto nivel de exactitud.

Analicemos individualmente las características morfológicas o fenotípicas utilizadas habitualmente para evaluar nivel de pureza:

-El tamaño y/o el peso han sido históricamente utilizados en mi provincia como rasgo de pureza: los jabalíes de poco tamaño considerados “más puros” y los de gran tamaño y, por consiguiente de mayor peso “cruzados”. Ya hemos explicado, al plantear el tema de las subespecies, que justamente el tamaño, como rasgo morfológico, ha sido el más utilizado para describir las abundantes subespecies, llegando algunas del Este Europeo a ser de gran tamaño y peso. También hemos visto que las variantes descritas, de llanura y de montaña o arocho y albar, contemplan distintos tamaños y pesos dentro de la misma especie. Por lo tanto, teniendo en cuenta las probables subespecies traídas por Luro y Posteriormente por Anchorena, algunas con capacidad de lograr tamaños y pesos importantes, y las descripciones de los distintos tipos por los autores mencionados, considero que el tamaño y el peso del jabalí carecen, en mi provincia, de confiabilidad absoluta como argumento a favor o en contra de la pureza del jabalí.

-La forma del jabalí, principalmente de su cuerpo y cabeza, también ha sido utilizada para evaluar el grado de pureza. La premisa popular dice que además de pequeños y de poco peso, los jabalíes puros tienen una forma más triangular con una notoria caída de los cuartos traseros; en relación a la cabeza la premisa popular es aún más detallada, dando como rasgo de pureza a un cráneo alargado a expensas de una trompa larga y recta, atribuyendo a cráneos más cortos y con concavidad a especímenes cruzados.

Creo que una vez más estas características carecen de mucho valor si consideramos que el jabalí de llanura, descripto por los franceses tiene el cuerpo mas largo y corpulento y una cabeza pequeña en relación al cuerpo; y, el “arocho” de Yebes presenta una curva de su trompa mucho más acusada que el albar, que nos presenta con una cabeza menor y de perfil más recto. Una vez más creo que estas premisas populares, debido a lo detallado, no constituyen pruebas certeras de pureza.

Por último, resta analizar el color como determinante de pureza. Dice la premisa popular que, si el espécimen presenta coloración clara o blanca en la totalidad del cuerpo o en partes, esto significa algún nivel de cruzamiento del mismo. Confieso que esta era la premisa que mantuve como cierta por más tiempo; hasta que cace un jabalí blanco; esto, desconociendo si era puro o no, me llevo a investigar el tema. Algunos autores han descripto jabalíes albinos, totalmente blancos y, también Antonio Hurtado, citando un trabajo de Mauget habla de jabalíes “…ocres o más claras debido a una mutación recesiva…” presentes en algunas poblaciones de jabalíes en Francia. Analizando estos datos es difícil considerar la coloración clara en la totalidad del cuerpo como característica infalible de pureza. En relación a la coloración clara solo en partes del cuerpo, esto es manchas claras, no tenemos información que se pueda dar en especímenes puros.  De este análisis podemos rescatar como signos con cierta validez indicativos de cruzamiento la presencia de manchas blancas en la trompa, patas o en el resto del cuerpo.

En conclusión, creo que las características morfológicas o fenotípicas, debido a su gran relación con el factor nutricional y por consiguiente con la zona geográfica donde habita, sumado a las variantes descriptas por varios autores que creo presentes en mi provincia, hacen que su utilidad como parámetros de pureza sea, al menos, dificultosa y con alto nivel de inseguridad.

Estoy convencido de la presencia, en algún grado, de los tipos de llanura y de montaña de los franceses o del Arocho y Albar de los españoles en mi provincia. Sospecho que la descripción popular que aquí llaman “puro” corresponde al jabalí de montaña o Arocho, que además y como fuera ya descrito, posee mejores defensas, es más “colmilludo” como decimos aquí. Y, generalmente, los tipos de llanura o Albar son rotulados, injustamente, como cruzados.

Considero que en La Pampa hasta que no se realice un estudio que evalué las características genotípicas del jabalí, todo análisis que se haga en relación al grado de pureza no pasará nunca del nivel especulativo y tendrá siempre un gran margen de inseguridad.

Hacia una moral cinegética By Marcelo Vassia.

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