Los cervatos nacen luego de una gestación de 8 meses (aprox.).
A la hora de parir las hembras se alejarán del grupo, preferentemente esperarán la noche y lo harán recostadas. El parto suele ser muy rápido y en ocasiones puede durar solo algunos minutos.
La madre comerá su placenta, por los nutrientes que esta le brinda e inmediatamente lamerá al cervatillo para secarlo y estimular su circulación sanguínea.
Lo común es que nazca un solo cervato, y en ocasiones poco frecuentes, pueden darse gemelos.
Aunque es fácil que una cierva pueda amamantar a algún cervatillo ajeno (Landete-Castillejos et al., 2000). Este comportamiento nos hará entender que al ver una cierva seguida de dos crías puede corresponder más a una adopción que a un parto doble.
La selección natural favorece a las hembras que quedan preñadas en las primeras ovulaciones, lo que hará que se produzca el parto en la época más adecuada, por lo que se sabe que las ciervas ajustarán su fenología reproductiva para que el final de la gestación y principio de la lactancia tengan lugar en la estación del año que más favorezca a sus crías.
El estrés debido a altas densidades, excesivas concentraciones de animales o actividades humanas que causan disturbios en las poblaciones, pueden favorecer que algunas ovulaciones no culminen en cópulas efectivas y gestaciones, con el consiguiente retraso de los partos.