Aunque puede adaptarse a distintos hábitats, incluidos bosques tropicales, subtropicales, bosques caducifolios, riberas y hábitats semidesérticos (Long 2003; Mal dron 2008).
De la diversidad de terrenos que le brindó Argentina, escogió distintos ecosistemas, como grandes extensiones abiertas, de llanuras cultivadas, planicies semidesérticas, médanos de pastizales bajos, y zonas costeras y ribereñas mayormente despejadas y pantanosas.
Se considera que opta preferiblemente por estos grandes limpios, como una costumbre traslativa de su hábitat original, donde se siente más seguro al poder divisar a sus potenciales depredadores a larga distancia y así poder huir.
Los matorrales también pueden brindarle una buena fuente de forraje, aunque usa estos ecosistemas más como cobertura y/o dormideros.
En la Provincia de La Pampa, un estudio reciente dató que la especie no ha sido observada en el área de monte, posiblemente debido a que esta zona es la más frecuentada por pumas y también que sus dormideros abandonados, suelen ser usados por jabalíes.