Bosquejar un perfil de Jose Pepe Sodiro, como aficionado a la caza mayor, por una parte, me llena de orgullo, pero sin dudas es afrontar una difícil definición.
Creo que en este deporte las comparaciones podrían ser odiosas, no obstante, de algún modo debo referirme a ellas.
Su trayectoria podría corresponder a las vivencias de algunos de sus amigos, – cazadores del máximo nivel internacional – como Peter Hataway Capstick o del mismísimo Craig Boddington.
Pepe cazó casi todos los animales de interés como trofeos que habitan nuestro planeta y por ende en todos los continentes. Enumerarlos sería componer una larga lista, pero en su Museo de la Caza que posee en su ciudad natal de Rafaela se podrán contar de a cientos los logros alcanzados.
Basta solamente decir que fue uno de los pocos argentinos que en el año 1968 logro en la India un gran tigre de Bengala, uno de los últimos cazados en ese país antes del cierre total de la cacería.
¡También y el hecho de haber sido nominado para el mayor premio mundial que se otorga al cazador más importante del año, me refiero al Premio Weatherby lo colocan en el más alto ranking cinegético!
Pero fuera de ello; Pepe era cazador, pero cazador con mayúsculas, tanto podía realizar un safari en la zona más taquillera de África, con campamentos que en nada desmerecerían a un hotel de cinco estrellas, como estar durmiendo durante largas travesías de caza a la intemperie y muchas veces en condiciones climáticas adversas.
Poliglota, profesional, educado en casas de altos estudios y recorredor del mundo como pocos, son tópicos que materializan su personalidad, convirtiéndolo en uno de los mayores referentes de este deporte.
«Su fina prosa, la excelencia de los relatos y el entorno de una vida de aventura harán que el lector participe de las vivencias de un grande.»