Se sabe que en las especies bovidaes, tanto hembras como machos pueden presentar cuernos. Aunque este no es el caso del antílope de la india, cervicapra o antílope negro, como solemos llamarle. En esta especie, solo el macho desarrollará estas protuberancias, formadas por un núcleo óseo y una vaina queratinizada. Estos cuernos son permanentes, huecos y crecen durante la mayor parte de su vida.
Es un estuche epidérmico de composición muy parecido a la de la uña. Recto, retorcido o curvado, el cuerno no tiene ramificaciones, es una pieza única que crece continuamente sin caer ni cambiarse. (J. Campomar. 2012)
Comienzan a crecerles entre los seis y doce meses de edad, para llegar a su desarrollo definitivo cerca de los seis años de vida.
De adultos, sus cuernos pueden medir entre 45 cm e inclusive superar los 70 cm de largo y llegar a enrollarse entre 4 y 5 vueltas. Aunque se conocen casos en el continente asiático, que han superado estas medias.
Su principal característica es su espiralada forma en “V”.