La visión del Elaphus. Y cómo percibe su entorno

Por Claudio Ocampo

Si bien las generalidades sobre la visión de los cérvidos son muy similares, cada especie puede presentar ligeras variaciones en cuanto a la sensibilidad cromática, adaptación a la luz y agudeza visual. A continuación, analizaremos específicamente cómo se describe la visión del ciervo colorado, ciervo rojo, o ciervo común (Cervus Elaphus).
Para comprender cómo estos animales perciben su entorno, es fundamental considerar varios factores, tales como:

-Tipo de visión
La estructura retiniana y la respuesta fotorreceptora indican que su visión es dicromática. Lo que significa que solo poseen dos tipos principales de conos; sensibles a longitudes de onda corta (azul-violácea) y media (verde-amarillenta). Esta característica limita su percepción del espectro de color, ubicándola por debajo de la humana, que es tricromática (percibimos tres gamas principales de color: verde, azul y rojo).

Debido a la ausencia de conos sensibles a longitudes de onda larga (rojo), los ciervos no distinguen con claridad los tonos rojizos, naranjas y parte de los amarillos. Ahora que conocemos la limitación del Elaphus para distinguir estos colores, podremos entender por qué, en algunos estados o regiones de países como Estados Unidos, Canadá y España (entre otros), es obligatorio, durante la cacería, el uso de una cantidad mínima de prendas de alta visibilidad (Blaze Orange -naranja brillante) por parte de los cazadores. Dichas prendas permiten que el cazador sea visto por sus pares con mayor facilidad, reduciendo el riesgo de accidentes, sin afectar la efectividad de la práctica cinegética. Incluso en lugares donde su uso no es obligatorio, muchos cazadores las usan por precaución.

Sin embargo, y pese a este impedimento de no ver una gama más amplia de colores, estos animales pueden captar longitudes de onda cercanas al ultravioleta. Esto no significa que vean o perciban los rayos UV de manera nítida, sino que, al contar con conos sensibles a longitudes de onda corta, podrían detectar parte de este espectro. Por ello, debemos tener cuidado con los detergentes o jabones que usamos para lavar las prendas que usamos para cazar, ya que algunos contienen agentes que reflejan rayos UV y pueden hacer que estas ropas “brillen” ante ellos.

-Campo visual
Los ciervos, al igual que la mayoría de los ungulados, tienen los ojos ubicados a los costados de la cabeza, lo que les proporciona un amplio campo visual, cercano a los 300°. Esta estratégica posición de los ojos (directamente relacionada con su condición de presa), les permite ejercer una eficaz vigilancia, facilitando así la detección temprana de depredadores o potenciales amenazas. Sin embargo, y debido a esta anatomía, su visión binocular frontal (la franja en la que la visión de ambos ojos se superpone, brindando una mayor percepción de profundidad) es menor en comparación con la de depredadores (o la del ser humano), cuyos ojos están al frente de la cabeza, lo que permite tener una visión binocular idónea, para calcular con precisión distancias de ataque.

Entendiendo de esta manera que su prioridad evolutiva, ha sido aprovechar al máximo su amplio campo visual periférico, lo que lo ayuda a detectar amenazas a tiempo, en lugar de una alta precisión en la estimación de distancias.

-Agudeza visual
La agudeza o nitidez de la visión diurna del ciervo, es inferior a la del ser humano cuando se trata de distinguir detalles finos o contornos precisos. Ello se debe, en parte, a la diferente proporción y distribución de los receptores visuales en su retina.

Aun así, aunque su visión no sea tan detallada como la nuestra en pleno día, les basta para percibir movimientos bruscos incluso a larga distancia, lo cual resulta crucial para su supervivencia: ante un depredador que irrumpe o un objeto que se mueve de forma repentina, el ciervo puede reaccionar con rapidez. Dicho de otro modo, la prioridad de su sistema visual no radica en recrear imágenes de alta definición, sino en detectar rápidamente cambios súbitos en su entorno que puedan implicar peligro. De esta manera, su “limitada agudeza” sigue siendo adecuada dentro del contexto de sus necesidades ecológicas y también evolutivas.

-Adaptación a horas crepusculares y nocturnas.
Cabe destacar que el Elaphus, al igual que muchos otros cérvidos, son animales de hábitos crepusculares (mayor actividad al amanecer y atardecer) y nocturnos. Durante estos periodos de luz tenue u oscuridad, se benefician de una membrana reflectante llamada tapetum lucidum, la cual incrementa el estímulo luminoso, aprovechando al máximo la escasa luz entrante y mejorando así la visión en condiciones de poca iluminación. Esta membrana produce también un efecto rebote, razón por la cual sus ojos “brillan” cuando se los ilumina en la oscuridad. El ojo humano no lo posee.

-La indumentaria camuflada
La elección de ropa camuflada suele asociarse a la necesidad de pasar inadvertido en el entorno. Si bien la visión dicromática del ciervo dificulta la distinción de ciertos tonos como rojizos o anaranjados, podría pensarse que el camuflaje no juega un papel tan importante en términos de color. No obstante, hay otros factores que hacen que el camuflaje sí sea útil.

Más allá de los colores, el camuflaje ayuda a disimular la forma humana, rompiendo la silueta y reduciendo el contraste con el entorno, especialmente a distancias medias o largas. El patrón irregular de manchas o líneas rompe los contornos del cuerpo, de modo que el ciervo no reconoce “tan fácilmente” la figura del cazador. Una prenda lisa y de un solo color puede contrastar más con el fondo natural, que un conjunto camuflado que imita las tonalidades de la vegetación o el terreno.

Dado que estos animales son muy sensibles a los cambios súbitos en su campo visual, cualquier elemento que reduzca la nitidez de una silueta distintiva, contribuye a pasar desapercibido.

Existen múltiples patrones de camuflaje diseñados para distintos biomas: bosques y montes densos, áreas desérticas, tundra invernal, etc. Elegir uno que se ajuste al entorno donde se caza, aumenta su efectividad, ya que la ropa se mimetiza mejor con la composición cromática del lugar.

-Conclusiones

La visión del ciervo rojo en horas diurnas es inferior a la nuestra, pero perfectamente adaptada a su rol de presa: un amplio campo visual le facilita la detección temprana de amenazas y cuenta con una agudeza suficiente para percibir movimientos repentinos. En cambio, su visión en la oscuridad u horas crepusculares es significativamente mayor que la del ser humano.

Su dicromacia lo limita para distinguir tonos rojizos o anaranjados, esta característica permite al cazador usar esos tonos en prendas como gorras o chalecos, con el fin de hacerse ver más fácilmente en el terreno, previniendo o evitando accidentes. Evitar lavar las prendas de caza con detergentes o jabones que reflejen rayos UV.

Las prendas camufladas ayudan a romper la silueta en el contraste, aunque con o sin camuflaje, un movimiento brusco de manera repentina, basta para que el ciervo lo perciba.

A la hora de rececharlo es conveniente moverse y posicionarse con cuidado, minimizar movimientos bruscos y, en lo posible, camuflarse entre la vegetación o el entorno, aprovechando sombras y obstáculos naturales. Por lo tanto, la eficacia del acercamiento depende mucho de cómo se mueve y de cuánto contrasta el cazador con el entorno.