La visión del jabalí. Un mundo de sombras, contrastes y astucia.

Por Claudio Ocampo

La visión del jabalí es muy acotada. Según se ha comprobado, su agudeza visual es inferior a 1/10, asemejándose a la de una persona con miopía severa. De hecho, a partir del metro de distancia, apenas percibe bultos sin contornos definidos. Todo lo que esté más allá, lo nota como una mancha difusa.

Como aspecto destacable, debemos mencionar su amplio campo visual, producto de la posición lateral de sus ojos, que le proporciona una visión periférica de casi 310°. No obstante, lo que podría parecer una ventaja se convierte en una gran limitación cuando hablamos de su visión frontal o binocular, la cual carece de percepción de profundidad (le cuesta calcular distancias con precisión). Sumado a su escasa agudeza visual, que no le permite distinguir detalles; podemos decir que estamos frente a un animal que ha sobrevivido miles de años gracias a su olfato, oído y astucia, no precisamente a su vista.

Además, el jabalí posee visión dicromática, lo que significa que percibe principalmente tonos fríos (azul y verde), y le resulta difícil distinguir colores cálidos como el rojo o el naranja.

Su visión diurna

Es un animal que suele estar más activo al caer el sol y durante la noche, aunque también puede verse durante el día deambulando en busca de agua, alimento o simplemente trasladándose.

Con luz diurna, el jabalí puede detectar siluetas y formas contrastadas (indefinidas y sin detalles), hasta los 50 metros aproximadamente. No es capaz de “ver” a una persona si esta se encuentra estática y camuflada en el entorno.

Aun así, es extremadamente sensible al movimiento. Si bien no distingue exactamente qué está viendo, cualquier desplazamiento repentino, sobre todo si genera un cambio en la luz o si una silueta se proyecta contra un fondo claro o despejado, lo percibe de inmediato y lo interpreta como una amenaza.

Su visión nocturna

Los que cazamos al jabalí apostados sabemos que la noche es su reino natural, convirtiéndola en el escenario perfecto donde se miden los conocimientos y la experiencia del cazador contra la astucia de un animal muy inteligente. En la oscuridad despliega al máximo toda su sensibilidad, mañas y habilidad para moverse, valiéndose de sus sentidos más desarrollados, como el olfato y el oído. Esto lo deja en clara ventaja y obliga al cazador a superarlo en paciencia y estrategia para poder ganarle a su agudo instinto salvaje.

Como mencionamos, es un animal de hábitos nocturnos y crepusculares, lo que responde principalmente a un comportamiento evolutivo y a estrategias de supervivencia (evitar depredadores, reducir la competencia y aprovechar mejor los recursos disponibles).

Ahora debemos considerar que, en la penumbra, su visión está mejor adaptada que la nuestra, gracias a una capa reflectante ubicada detrás de la retina (tapetum lucidum), que actúa como un espejo interno, reflejando la luz y mejorando su capacidad para ver en condiciones de baja luminosidad. Es la misma razón por la que sus ojos brillan cuando se los alumbra.

Sin embargo, su vista sigue siendo limitada. Se estima que puede distinguir una silueta humana hasta unos 30 metros si hay suficiente luz ambiente y contraste (luna o cielo despejado). En noches oscuras, este rango se reduce notablemente, y solo percibe bultos hasta los 10 -15 metros aproximados.

Conclusión

Como vimos, la visión del jabalí es muy limitada en cuanto a detalles, definición y capacidad para calcular distancias. Sin embargo, está perfectamente adaptada para captar movimientos y contrastes, especialmente en condiciones de baja luz.

Entender su limitada visión no solo nos enseña cómo movernos y elegir el lugar adecuado para la espera, sino que también nos advierte que el verdadero desafío está en superar sus sentidos más desarrollados: el oído y el olfato.