En dichas manadas, incluyen también a sus crías que permanecerán con ellas hasta el primer año de vida y parte del segundo. Son dirigidas por una hembra líder y/o dominante a la cual suceden las de mayor edad y jerarquía. En los grupos de hembras, existen igualmente relaciones jerárquicas, siendo la hembra líder la dominante. Sin embargo, el comportamiento de la hembra dominante provoca cambios en las relaciones de dominancia de los demás miembros de la familia, favoreciendo por ejemplo a la cría, o al bareto en las etapas previas a su independencia del grupo familiar (Carranza, 1988). Entre los 15 y 18 meses y con al menos 80 kg de peso, son sexualmente adultas. La hembra fértil puede tener una persistencia productiva de hasta 14 años, aunque algunos investigadores sostienen que desde los 2 años en adelante y prácticamente hasta su muerte, las hembras pueden producir una cría cada año, que puede sobrevivir o no, por lo que el éxito anual promedio de una cierva es siempre algo menor de uno. La mortalidad es mayor en crías macho que en crías hembra, incluso desde el momento de la concepción, es decir, tanto intrauterina como durante la lactancia y primer año de vida (Clutton-Brock et al., 1982). Las hembras cuando crían por primera vez tienden a establecer áreas de campeo que solapan con las de sus madres, es frecuente que las familias emparentadas coincidan en las mismas áreas de alimentación y formen temporalmente agrupaciones de varias familias. Tienen la particularidad de emplear las reservas de grasa de manera gradual en el invierno y a principios de la primavera. Esto les permite mantener una condición corporal adecuada en los dos primeros trimestres de su gestación, cuando en el ambiente los recursos alimenticios son limitados. Alcanzan portes de entre 0.80cm y 1,10m de altura a la cruz y de 1.60 a 2.0mts de longitud de la nariz a la cola y pueden pesar entre 50 y 130kg. Aunque es frecuente encontrar casos de ejemplares que superen esas medias. Sus huellas consisten en dos pezuñas perfectas, de unos 4 a 5 x 6 centímetros, más afiladas que las del macho, siendo la de las patas delanteras más abiertas que las posteriores. Son principalmente las adultas las que mantienen la custodia del grupo; dando a conocer cualquier signo de peligro primero mediante tosidos, para luego golpear el piso con sus patas delanteras y así emprender la huida.
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