-La caza al “rececho” es cuando vamos tras él. Sin lugar a dudas, la modalidad más practicada en nuestro país, una técnica de caza dinámica que consiste en arrimarse al ciervo a la prudencial distancia que nos permita darle caza; todo esto sin ser detectados. Considerando que muy probablemente este, se encuentre rodeado de hembras, lo cual representa el principal desafío a sortear. Se practica sobre todo durante la época del celo, cuando los machos emiten su característico bramido, lo que le dará al cazador un indicio de donde puede encontrarse. La brama suele comenzar con la puesta del sol, y puede prolongarse durante toda la noche, finalizando al amanecer o cerca de media mañana. Esto facilita la localización del animal, aunque limita el tiempo de caza con luz natural. -La caza de espera o al acecho Consiste en apostarse en un punto estratégico donde el animal acudirá a cubrir sus necesidades básicas, como alimentarse o beber. Muchos cazadores también suelen aguardar en sendas, rutas o pasadas, por donde habitualmente el ciervo transita. A diferencia del rececho, esta modalidad es menos activa, pero requiere de paciencia y tenacidad: el cazador debe permanecer quieto y en silencio durante horas, atento a cualquier sonido, movimiento o señal que delate la presencia del ciervo. -La caza al rastro Una modalidad reservada para los cazadores más experimentados. Consiste no solo en localizar los distintos tipos de rastros que pueda dejar el ciervo. Si no también saber interpretarlos. Un buen rastreador sabe leer las huellas del animal impresas sobre el suelo. Determina cuan frescas o viejas pueden ser, hacia dónde se dirigen y hasta la velocidad que lleva en su trayecto (si camina, trota o corre). Incluso, el cazador avezado conoce los hábitos de la especie y esto puede ayudarlo a anticipar sus movimientos. Además de comprender otras señales a su paso, como excrementos, marcas en la vegetación, rastros de alimentación, etc. A estas destrezas técnicas se suma un desafío físico: seguir rastros puede implicar recorrer grandes distancias, a menudo en terrenos de difícil acceso. Sin embargo, cuando todo se combina correctamente: experiencia, observación, sigilo y estrategia, la caza por el rastro se convierte en una experiencia sumamente gratificante. Cada técnica demanda habilidades particulares. Elegir una u otra depende de la experiencia y tiempo que disponga el cazador, pero en todos los casos la clave está en practicar una caza responsable, que preserve el recurso cinegético y contribuya a la sostenibilidad de nuestros ecosistemas.
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