…“Pedro Luro trajo de Europa dos distintas subespecies de elaphus, adelantándose en el tiempo a lo que otros harían muchos años después. No puede negarse que Luro fue un visionario, no solo porque comenzó trabajando con las mejores sangres disponibles en aquella época, sino porque además, utilizó los cruzamientos como herramienta de mejoramiento genético, de ahí que los ciervos rojos de Argentina y Chile estén entre los ciervos silvestres más competitivos del mundo.
Supongo que debidamente asesorado, Luro, introdujo una variedad de ciervos alpinos o austriacos, clásicamente Elaphoides y ciervos de los Cárpatos, con marcada tendencia Maraloide. Los ciervos del centro de Europa se caracterizan por ser de una talla media, cuyo peso oscila entre los 200 y los 230kgs. Estos ciervos tienen una tonalidad fuertemente rojiza y en algunos ejemplares puede llegar a volverse inclusive marrón oscura, estos últimos, son los ciervos que, en el campo, groseramente llamábamos zainos.
La cornamenta de los ciervos austriacos es fuerte, de largo normal, ya que oscila entre los 90cms. y el metro de largo y tiene muchas puntas con fuerte predominio a producir coronas en forma de copa. El otro linaje que Luro introdujo en la Argentina, fue el de los ciervos de la Europa del este, oriundos de los Carapatos, que como dijimos en párrafos anteriores, tiene conexiones más acentuadas con los marales del mar Negro, o sea ciervos con más elevada proporción de sangre asiática. Por ese motivo, son ciervos de mayor tamaño (su peso oscila entre los 250 y 280kgs.), su color es más claro, con tendencia hacia tonos grisáceos o amarillentos y su cornamenta es gruesa, larga y pesada, pudiendo llegar a medir hasta 1.20. Y pesar hasta 10 o 12kgs. Su formato entra más en el modelo asiático de las cinco puntas rematadas en horqueta, aunque muchas veces aparecen coronas preferentemente en escalera.
Con el correr de los años estas poblaciones foráneas se argentinizaron, definiendo tres biotipos más o menos reconocibles a saber 1) los ciervos austriacos 2) los ciervos húngaros 3) una amplia amalgama entre ambos en los que en algunas ocasiones puede predominar una forma sobre la otra, pero que en mi experiencia y basándonos en recientes estudios de ADN predominan los húngaros. Hoy, debido a la revolución genética en marcha, a esa base de ciervos se están incorporando cepas inglesas y neozelandesas de altísima calidad, con lo cual la variabilidad se sigue expandiendo y la calidad está produciendo efectos sorprendentes.
Pasó un siglo desde aquella genialidad de Luro, tiempo más que suficiente para que el ciervo rojo adoptara una fisonomía y una personalidad tallada a nuestro medio y a pesar de conservar intacto todo el original patrimonio biológico propio de la especie, ha ido introduciendo conductas marcadamente localistas.
Por esta razón, en los próximos capítulos, vamos a referirnos casi exclusivamente al ciervo rojo argentino.
El Ciervo Rojo Argentino
By Juan F. Campomar
(Extracto Cap. 2)