Pepe nació en un campo de la zona rural de Saguier, cerca de Rafaela, en la provincia de Santa Fe, descendiente de inmigrantes italianos. Ni su padre ni su abuelo fueron cazadores, pero en el campo había algunas armas con la que se cazaban liebres y perdices. Allí despertó su afición por la cacería. Su madre contaba que, siendo apenas un niño, Pepe decía que algún día iría África en busca de aventuras.
Cursó sus estudios universitarios y muy joven se recibió de Abogado. Más tarde vendrían las primeras cacerías de animales mayores, corzuelas y pecaríes en el impenetrable del Chaco, antílopes en el sur de la provincia de Santa Fe, ciervos damas en Sierra de la Ventana y colorados en La Pampa. La pasión siguió creciendo y los sueños se fueron cumpliendo. A mediados del año 1967 y 31 años pudo concretar su primer viaje a África, 45 días de safari en Kenia, Uganda y Ruanda, donde cazó elefante, león, rinoceronte, búfalo y varios antílopes diferentes. Su segundo safari fue en India a finales del año 1969, donde pudo cazar el tigre de bengala.
Era un tirador excepcional, muy sereno y certero hasta en las situaciones más difíciles. Además, un cazador intrépido e incansable que ponía sin miramientos el cuerpo y el alma en cada cacería, enfrentando con entereza los desafíos de la naturaleza, como el frío extremo del polo norte, el calor de la India, la humedad agobiante de la selva de Sudán, la altura de las montañas de China o el viento seco de la estepa de Mongolia.
El concepto de cacería para Pepe, no era solo apretar el gatillo, sino la aventura de recorrer el mundo buscando distintos animales y conociendo culturas diferentes. Innumerables viajes se fueron sucediendo durante 60 años de caza mayor a lo largo y ancho de Argentina, Paraguay, Bolivia y Perú. Numerosos viajes a Estados Unidos, incluyendo Alaska, México y Canadá. También Europa Central, Rusia, China, India, varios países de Medio Oriente y Oceanía. África se llevó un capítulo muy importante en su carrera que, en sus 17 safaris, llego a conocer de norte a sur. Su pasión por viajar y cazar lo llevaron a aprender idiomas y recorrer 6 continentes y 34 países, coleccionando más de 300 especies diferentes.
Su última aventura fue en Alaska en el año 2014, donde falleció con casi 80 años, caminando con su rifle al hombro tras las huellas de un oso de Kodiak.
Mi nombre es Marcelo y soy uno de sus tres hijos. Tuve la suerte de aprender de su mano la pasión por los animales y la caza. Desde niño hasta sus últimos días compartimos muchísimas aventuras. Juntos también fundamos una compañía dedicada a la organización de cacerías para extranjeros en Argentina que ya lleva 33 años, situación que me permitió conocer a miles de cazadores internacionales y, puedo afirmar, que Pepe era extraordinario como pocos.
Los trofeos de caza de José María Sodiro están embalsamados, muchos de ellos de cuerpo entero, colección que se encuentra actualmente en una sala-museo de la ciudad de Rafaela.