RAZA ARGENTINA

Agustín Nores Martínez

Los días 5 de Julio de 1964 y 31 de Julio de 1973 constituyen fechas claves para nuestra primera raza criolla. En aquel día conocieron oficialmente al Dogo Argentino, como una nueva raza.

Sirvieron para ese reconocimiento, las presentaciones que hice ante las autoridades de ambas instituciones, en mi calidad de entonces Presidente del Club de Criadores de Dogos, pidiendo el reconocimiento de la raza, previo estudio por sus técnicos y científicos. Ambas entidades meritaron los argumentos en que fundé mi presentación, especialmente lo afirmado por el profesor de la universidad de Torino en Italia, Dr. Alfredo Sachetti, quien contratado como profesor full-time por la Universidad de Córdoba, estudió la raza por varias generaciones y en un artículo aparecido en la revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, año 4to. Nro. 123, titulado «Especies y razas en el orden biológico» en la pág. 111, afirma dicho profesor…» Pero todo esto no significa que siempre para llegar a una cría interesante y útil, se tenga que deformar la naturaleza, es decir, erigir un equilibrio nuevo, sobre la base de un desequilibrio biológico. En algunos casos, es posible obtener la formación de nuevas razas estables, sobre una armonía natural de caracteres de elección”.

Con satisfacción puedo citar en este sentido el ejemplo brillante de una nueva raza canina creada en el país, la República Argentina, que presenta al mismo tiempo las dos calidades fundamentales: la estabilidad biotipológica y la fuerza genética, se debe esta conquista al doctor Antonio Nores Martínez. Esta opinión de un eminente profesor de genética, fue sin duda lo que determinó a nuestras instituciones madres de la cinofilia argentina, a darle el espaldarazo a la raza.

La otra fecha 31 de Julio del año pasado es también clave porque ese día la Federación Cinológica Mundial, con sede en Bruselas, Bélgica, reconoció con carácter universal a la nueva raza, el Dogo Argentino, y desde entonces, es aceptada en las exposiciones del viejo mundo. Es así como hemos podido enterarnos con satisfacción, como lo destacó esta revista hace algunos meses, que la doga Pampa del Chubut, que enviáramos junto con el macho Toro del Chubut a Alemania y a pedido del conocido cinófilo publicista y juez internacional Dr. Eric Schneider Leyer, obtuvo el preciado título de Campeona Mundial.

Con la aparición de mi libro El Dogo Argentino y la publicación del Standard de la raza y su interpretación, se aclaró definitivamente el panorama para los deportistas entusiastas del Dogo. La continua presentación en exposiciones caninas de todas las razas y especializadas del Dogo, ha traído un gran beneficio en cuanto a la homogeneidad de los ejemplares.

Hoy se ha formado ya una conciencia entre los aficionados, respecto a las proporciones físicas del Dogo, y basta asistir a una muestra y estudiar los ejemplares expuestos para comprobar como el Dogo actual se va identificando con el Standard.

Ya no pueden ganar ejemplares con físico deficiente, sin buena y típica cabeza «Convexo-cóncava», con menor altura de los sesenta centímetros que fija el standard, con peso inferior al estipulado, etc. Recuerdo, entre otros de los últimos ejemplares sobresalientes que he visto en estas últimas exposiciones, a Tilcara, el Dogo que adorna la tapa de esta revista, propiedad del aficionado Aldo Vadino, cachorro de una tipicidad extraordinaria, en quien han coincidido todos los jueces que lo juzgaron, a pesar de ser tan joven y recién iniciado en la a veces ingrata, pero siempre subyugante emoción de un ring de juzgamiento, Tilcara es hijo de Facundo del Chubut, del Dr. Podestá y de Mahuida del Chubut, una de las madres del criadero «De Tandil».

En estos diez años transcurridos desde el reconocimiento oficial de la raza en Argentina y países limítrofes, nos ha sido grato constatar la cantidad de nuevos entusiastas de la raza y los progresos que, en cada muestra de estructura, se exterioriza en el afán de superación de los criadores. La lógica emulación que significan los premios, el C.A.C. y los títulos de Campeón, han incidido favorablemente en el mejoramiento físico de la raza.

Me he referido al progreso físico para hacer buena diferencia al otro progreso, que como yo un poco padre del Dogo Argentino, desearía constatar siempre, y es el de sus condiciones de valor, coraje para la lucha, entusiasmo para la caza, buen guardián de nuestros hogares y dócil amigo de los niños, a quienes un Dogo jamás debe gruñir siquiera, por mayores que sean las crueldades que en su inocencia suelen a veces hacerlos víctimas.

Cabe destacar la satisfacción con que he constatado, que muchos criadores ponen su empeño en mantener y acrecentar esas cualidades. Hace poco hemos podido asistir en la localidad de Tortuguitas a una demostración de «gimnasia funcional de los Dogos, que nos emocionó. Fuimos invitados a una verdadera fiesta doguera, donde hicieron luchas de entrenamiento un buen número de ejemplares de todas las edades, con distintos jabalíes, habiéndose comportado todos los Dogos sin excepción, en forma tal, que hicieron honor a sus antecesores. Hay muchos dogueros que llevan sus perros al campo y los hacen cazar de continuo, lo que constituye un gran complemento para el mejoramiento de la raza, ya que, de poco valdría, criar hermosos ejemplares de exposición, si en el correr de las generaciones estas van perdiendo sus cualidades morales de valor legendario, tenacidad, olfato, etc., que hacen de nuestro Dogo criollo, el más completo perro de caza mayor.

Hace pocos días he tenido la satisfacción de recibir cartas con fotografías desde Estados Unidos, del señor Héctor Díaz, de Miami, donde sus Dogos están cazando y en plena lucha con jabalíes en los pantanos de Florida y otra desde Tokio, Japón, donde los Dogos de un aficionado japonés, están cazando jabalíes en Okaido. También en varios países de Europa, los Dogos que allí viven y procrean, están siendo sometidos a continua gimnasia de cacerías, que unida a la buena «herencia ancestral, es decir, al buen pedigree, son la garantía para que en el extranjero, la raza no se nos convierta en perros solamente de exposición. Por mi parte, en la cordillera austral, en las montañas de Chubut, tengo mis Dogos en continuo trabajo de campo y voy notando como en cada generación se van acrecentando sus cualidades cazadoras. No obstante que siga siendo verdad aquello de que «Cualquier tiempo pasado fue mejor», yo no podrán asegurar que nuestros Dogos actuales tengan menos valor que nuestro legendario Aña o sean menos cazadores que mi viejo Kob de las Pampas o el heroico Day de Trevelin y hasta me atrevería a afirmar que noto un mayor empeño en la lucha contra las alimañas, en algunos Dogos de esta décima generación con respecto a aquellos que iniciamos como «Registro Genealógicos Bases» los actuales pedigrees de nuestra Federación Cinológica

En resumen y para terminar estas líneas, estos diez años transcurridos desde el reconocimiento oficial de la raza, han sido de mucho beneficio y ello se debe sin duda al empeño y hasta sacrificios de muchos nuevos criadores diseminados a lo ancho y largo del país, que ponen tanto empeño en el mejoramiento de la raza. Citar nombres sería correr el riesgo de injustas omisiones. Para todos ellos el emocionado agradecimiento que les habría hecho llegar mi querido y para mí siempre recordado hermano Antonio, forjador de la raza.

(Revista Canina. Año 1974)