Un mes sin tacos altos

La brama del ciervo rojo está próxima. Sergio (mi marido) y yo, como hacen muchos años, hemos organizado todas nuestras actividades para poder partir hacia donde sea que brame un colorado, buscando no solo cazar, sino disfrutar de esas inolvidables vivencias que trae aparejada esta época, tan ansiada por todos los que amamos la caza.

La Pampa fue nuestro destino, cazamos en la zona del Valle Daza y al terminar nuestro turno, como uno siempre se queda con ganas de más… Se dio la oportunidad de otra cacería y allí fuimos. El Coto Don Pío de la localidad pampeana de Unanue sería nuestro nuevo destino, donde Gonzalo, Maxi y el resto del equipo nos esperaba.

Nuestro primer día comenzó a las 5:30 AM, un desayuno contundente y salimos con Maxi, quien sería mi guía, a probar suerte en nuestra área designada. Al llegar nos encontramos con un espectáculo casi indescriptible… era una gran batalla sinfónica de bramidos, emocionantemente continua, que estremecía el monte por completo. Nos mirábamos y dijimos: – ¿Y ahora – A cuál?
Salimos en busca de lo que mi guía consideró, el “mejor” bramido, tarea nada fácil, ya que no era, ni uno, ni dos… eran seis ciervos bramando, formando ese anillo alrededor del macho capital y su harén.

De repente Maxi ve algo y me dice:
-Ahí, ahí está, es muy bueno Dany ¡Es hermoso! Apoyate en mi hombro y preparate que va a aparecer. – ¡Si vacilar, en un segundo estaba lista!

IMPONENTE… Con su cabeza en alto, bramando al cielo se dejó ver; casi 100mtrs. nos separaban, se paró y sin dudarlo disparé. Un solo proyectil de mi fiel .308 en la paleta del animal, fue suficiente.

El estampido del disparo produjo un silencio total que nos acompañó hasta llegar donde yacía mi hermoso Ciervo Rojo, al que muy emocionada, le rendí los honores que merecía. Vinieron los abrazos, risas y festejos en el momento justo en el que el monte comenzaba nuevamente a encenderse con el canto de pájaros y algún que otro bramido a lo lejos.

Mi corazón poco a poco comenzaba a descomprimir tanta emoción en una mañana mágica, que en complicidad con la madre naturaleza, me hicieron sentir la Reina del Monte.-

 

Daniela Aldasoro