Nació en Buenos Aires el 6 de marzo de 1861. Hijo de Juana Pradère Etcheto y Pedro Luro Oficialdegui un reconocido empresario Vasco Francés. Casado con Arminda Belén Roca Schóo con quien tuvo 5 hijos: María Arminda – Pedro – Alejandro – María Elena y María Angélica. Falleció en Buenos Aires el 4 de Marzo 1927. Sus restos descansan en el Mausoleo familiar del cementerio de Recoleta. Médico graduado de la universidad de Buenos Aires (UBA). Y al igual que su padre, fue un importante empresario de época. Apasionado cazador y conservacionista. Lo podemos considerar “el gran cultor” de la actividad cinegética en Argentina. A fines del siglo XIX comienza a incursionar en la política, siendo diputado provincial y nacional, director del Banco de la Provincia de Buenos Aires y presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación, tarea por la cual viajó en reiteradas oportunidades a Europa desempeñando funciones diplomáticas y comerciales. En dichos viajes visitó países con una gran cultura cinegética como Rumanía, Hungría y Austria, entre otros, presenciando tradicionales cacerías de Nobles que lo dejaron fascinado por su folklore y la majestuosidad de los ejemplares, desconocidos para él hasta ese momento, como el ciervo rojo y el jabalí. El ciervo colorado fue introducido por primera vez en la Argentina en 1901 en la Isla Vizcaino sobre el río Paraná (Razza 1989), Provincia de Entre Ríos. Una crecida histórica de dicho río, arrasó lamentablemente tanto con las instalaciones como con los animales que ahí se encontraban. No dándose por vencido en su proyecto, años más tarde, vuelve a importar ciervos de un prestigioso coto de caza de los Montes Cárpatos. Los primeros ciervos en poblar el territorio argentino fueron el Proto Cervus (sangre húngara) de gran tamaño corporal, gruesas cornamentas, pero de no muchas puntas, y el Ciervo Hosco (sangre austríaca) de astas muy oscuras y muy similares características al anterior. También trajo en esa instancia otras especies como jabalíes y faisanes. Los animales llegaron en barco y luego fueron trasladados en tren hasta su nuevo destino. Todas estas maniobras significaron un importante desgaste y stress, pero lograron adaptarse muy bien al suelo argentino y también a su nuevo ritmo estacional. Esta vez Luro tenía todo acondicionado para albergar a los animales en un campo de casi 24.000 hectáreas en la zona de Toay, a tan solo 35 km de Santa Rosa, Capital de la Provincia de La Pampa. Propiedad de su esposa, la Sra. Roca Schóo quien lo había recibido en herencia de su padre, el Sr. Ataliva Roca, el cual se hizo de cerca de 180.000 hectáreas mediante la denominada Ley De Premios que se les otorgaba a jefes y oficiales militares, entre otros, que habían participado de la Campaña del Desierto.
Luro cercó más de 500 hectáreas donde soltó a los animales, siendo su principal fin la actividad cinegética. Formando el primer coto de caza de La Argentina, al que llamó “San Huberto” en homenaje al Santo Patrono de los cazadores. Para albergar a clientes (cazadores) y amigos de la aristocracia y política tanto europea como argentina, mandó a construir un majestuoso Chalet, al que por su similitud con las construcciones centro europeas de época, se lo conoció y conoce como el Castillo Luro. Hoy declarado Monumento Histórico Nacional. Esta colosal obra, la cual estaba a la altura de los más exclusivos cotos de Europa, significó una cuantiosa inversión, que llevó en parte a cabo por un préstamo que le fue otorgado por el Banco Hipotecario Nacional. En el año 1914 comenzaba la primera guerra mundial, afectando la concurrencia de los cazadores europeos, sus principales clientes. Para Luro este fue el detonante y principal problema financiero, que lleva a embargos e hipotecas. Desgastado por la situación, comienza a perder interés en “San Huberto”, por lo que se provocaron descuidos que llevaron a la muerte de muchos ejemplares y otros tantos lograron escapar. Lo cual volvió a suceder después de su muerte.
Otro gran referente histórico fue el Austríaco Carl Adolf Vogel que en el año 1963 funda sobre la orilla norte del Lago Meliquina, departamento de Lácar Provincia del Neuquén, la Estación Zootécnica Experimental Parque Diana, nombre que luego mutó por el de Reserva Zoológica Parque Diana. Donde trajo ciervos colorados con la mejor genética a nivel mundial para esos años. Parque Diana, como comúnmente se conoce entre cazadores, fue el coto de caza con más diversidad de fauna cinegética por ese entonces. Además, también de ser la estación de recría de especies introducidas y de fauna autóctona más importante de Argentina e incluso de Sudamérica, donde hasta se logró fecundar animales que se encontraban en muy grave peligro de extinción como el Ciervo del Padre David, que para esos años se había extinguido en su propio país de origen China. Textuales palabras de Vogel Por iniciativa nuestra se reúnen desde hace varios años en el Parque Hellabrunn (Alemania), animales de las más famosas clases de ciervos de Europa, de los Alpes alemanes, los Cárpatos húngaros, de la llanura yugoslava y de la mundialmente famosa cría de Warnham- Court en Inglaterra. Allí en Hellabrunn son formados en grupos con destino a PARQUE DIANA. Gracias a las condiciones de vida propicias en su nueva patria, se han adaptado excelentemente y más adelante aportarán nuevas fuerzas a los ciervos importados desde hace más de 60 años. Con los años la actividad cinegética desarrolló un mercado muy sustentable en La Argentina y esto hizo que nacieran grandes cabañas de cría y reproducción de ciervos rojos al igual que otras especies, por lo que hoy se considera a nuestro país como el principal productor de América de Sur. Por lo cual se introdujeron ejemplares en pie de los más importantes criaderos de Alemania, Inglaterra, Nueva Zelanda, entre otros. En la actualidad, tanto cotos de caza como cabañas de recría, siguen importando ejemplares en pie, aunque con el avance de la ciencia se comenzaron a instrumentar biotécnicas reproductivas, como la inseminación artificial (IA) y la transferencia embrionaria (TE) por lo que hoy encontramos centros de reproducción que cuando lo necesitan, solo importan semen o embriones.
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