–Los cuernos: Son estructuras que sobresalen de los huesos frontales de la cabeza del animal, crecen durante toda su vida y son permanentes. Están formados por un núcleo óseo y una vaina queratinizada y se pueden presentar tanto en machos como en hembras, aunque en los machos tienden a ser mayores. Es un estuche epidérmico de composición muy parecido a la de la uña. Recto, retorcido o curvado, el cuerno no tiene ramificaciones, es una pieza única que crece continuamente sin caer ni cambiarse (J. Campomar. 2012). –Las astas: Son protuberancias (apófisis) óseas, que suelen ser ramificadas, conectadas al cráneo a la altura de la zona supra orbital y se cambian anualmente en relación al ciclo reproductivo. Son producto de la depositación de minerales, transportados por un tejido muy vascularizado llamado velvet, terciopelo o felpa, que se desarrolla en la cabeza de estos animales; cuando esta capa dérmica se colapsa, se deshidrata y cae (Conabio, 2000). En la familia de los cérvidos, solo los machos poseen astas, a excepción de las especies del género Rangifer (Reno o Caribú) donde también podemos encontrar hembras con cornamentas. Puede extenderse desde una simple vara, como en el caso de la corzuela, hasta diversificarse en múltiples puntas, como sucede en el ciervo rojo. El asta es caduciforme y renovable, ya que se desprende y renueva anualmente siguiendo un patrón cronológico muy regular en el caso específico de nuestro ciervo rojo. (J. Campomar. 2012)
En la actualidad es común ver ciervos, incluso hasta baretos, que presentan cornamentas sumamente desarrolladas, y/o hasta de varias puntas. Esto claramente nos dice que estamos frente a un ejemplar de magnífica genética, pero nosotros, en este breve capítulo, solo vamos a establecer los patrones básicos de nuestro ciervo “salvaje”. Entre los seis y ocho meses de vida, el cervatillo comienza a desarrollar los pivotes (formaciones óseas sobre su cráneo- futuras bases de las rosetas); ya cerca de su primer año de vida, le crecerá una vara por lado, de ahí por lo que comúnmente se lo llama “bareto”, por la similitud del asta con una vara. Estas suelen ser delgadas y blanquecinas y desprovistas mayormente de rosetas o anillos de crecimiento. Factores directos que marcan el desarrollo y crecimiento de sus futuras cabezas. No solo la descendencia genética marcará la calidad de esas primeras varas (las que nos indican mucho acerca de su futura cabeza); sino también la cantidad y calidad de leche que le aporta su madre, el mes del año en el que nace el cervato y su hábitat. La alimentación que haya recibido su madre principalmente durante la preñez y mientras esté amamantando, será crucial y se verá reflejada directamente en el crecimiento y/o desarrollo del cervato, indistintamente de su sexo. Si al macho nos referimos, la calidad de esa leche será otro de los detonantes que marcarán el largo y la formación de esas primeras varas, como así también la transición lacto-pastante, donde comienza a alimentarse por sus medios. La fecha de parición también juega un papel principal, y va de la mano con la alimentación. Los primeros ciervos en nacer (noviembre) son los que más beneficiados se verán en su crecimiento por los nutrientes que reciben en su leche materna. Su madre, en los últimos meses de gestación y esos primeros amamantado, ha recibido una alta carga de calcio y fósforo que le transmiten las pasturas de estación. El cervato nacido tarde (enero, febrero e incluso marzo), mayormente echa unas varas cortas y hasta mal formadas. Ahora, si su genética es buena, pero nació después de esas fechas propicias que mencionábamos, puede también suceder, que tarde un par de años en igualar el desarrollo de su cabeza, a las de sus pares de similar sangre, nacidos en antes que él. Un amigo que de esto sabe y mucho una vez me dijo: Vi muchos cazadores abatir ciervos, que creyeron eran malos en su descendencia, y solo el destino les jugó una mala pasada al nacer más tarde- Néstor Trimigliosi-. Estos cervatos tienen la particularidad, que esas varas las voltearán, después de cualquier adulto, y esto se asocia al peso de las mismas, es por eso que los machos, de importantes cabezas, son los primeros en voltear.
Los machos sobre su cráneo desarrollan pivotes óseos. Sobre estos, se generan anillos de crecimiento o botones germinativos, conformados por tejido mesoepidérmico, los cuales conocemos comúnmente como “rosetas”. Bases desde donde nacerán las astas. Aunque la roseta sea reconocible ya en la etapa fetal, la formación visible comienza solo en el invierno del primer año. La primera cornamenta es relativamente corta y delgada, luego con la edad del ciervo aumenta constantemente el grosor, sin embargo, pierde a la vez la longitud (Parey, 1988). Durante el desarrollo, la cornamenta se encuentra recubierta por una epidermis de pelos muy finos y suaves, llamada “felpa” o «terciopelo» y en su interior se halla un paquete vásculo-nervioso, por el cual circulan importantes vasos sanguíneos. Durante los meses de enero y febrero, se acelera el aumento de testosterona en sangre, lo cual hace que la felpa, que recubría su cornamenta, comience a secarse. Con su cornamenta terminada (libre de felpa y sus puntas afiladas) se preparará para la brama, donde seguro la lucirá airoso frente a hembras y otros machos. Demora algún tiempo hasta que las nuevas cornamentas del ciervo sirvan como armas. Las cornamentas nuevas todavía son ligeras y blanquecinas. Solo después de algún tiempo, asumen color que puede variar entre diferentes pardos. Este colorante probablemente le cambia a través de los restos de sangre del mismo y a través de las plantas, arbustos y árboles que él consume (Butzler, 1986). Las cornamentas listas son semejantes al esqueleto, que lo nombran tierra de huesos, es decir, 48 % de cal fosfórica, 5 % carbonato de calcio, 2 % carbonato de magnesio y 44 % de otros minerales (Butzler, 1986). La castración causa una disminución notable en la curvatura de la cornamenta en los ciervos maduros. Sin embargo, una administración exógena de testosterona en la castración poco antes de que se les caiga la cornamenta reinducirá la forma encorvada y aumentará el número de puntos en la cornamenta del año siguiente (Bubenik, 1992). La cornamenta madura demora un período de aproximadamente 120 a 130 días en completar su desarrollo (Parey, 1988). A partir de la segunda quincena del mes de julio, los grandes machos, comienzan a voltear sus astas. Los ciervos más jóvenes o de cornamentas más chicas lo hacen frecuentemente en el mes de agosto e incluso setiembre.
En dicho proceso, el ciervo pierde entre el uno y cinco por ciento de su peso corporal, lo cual marca un significativo gasto de energía y nutrientes que no logra reponer y lo llevan a descalcificar parcial y temporalmente su propio esqueleto cerca de un 30%, lo cual le causará una osteoporosis transitoria y reversible (Lincoln, 1971).
Se puede notar que el animal se encuentra incómodo o incluso molesto, ya que le genera picazón constante, lo que provoca que refriegue sus astas contra árboles, ramas, plantas o pequeños renuevos (a los que comúnmente conocemos como peladeros). Esto hará que desprenda esa felpa y afile sus puntas, pero también este proceso juega un papel muy importante en la terminación estética, ya que esos peladeros pueden distintas tonalidades en el color de sus astas.
¡Entre los 10 y 40 días (aprox.) de que el animal, haya volteado, el ciclo vuelve a comenzar!!!
Y acá nos encontramos en un punto, donde la paridad o conjunción de estos factores, son indispensablemente necesarios para que el animal presente “una buena cabeza-cornamenta”. Alimentación Es determinante, ante genética y edad. Por lo que «no» siempre veremos el desarrollo que le correspondería a un ciervo de buena sangre/genética, o el esperado para su edad, si la alimentación del animal no ha sido la apropiada y/o suficiente. ¿Ahora que sucede cuando el ciervo es genéticamente malo en cuanto a su cornamenta, pero tuvo un año de buena alimentación? ¡Parafraseando a los que saben!: – Si es malo, es malo… Va a estar gordo, pero su cornamenta seguirá siendo mala-. Pero… como toda regla tiene su excepción.- He aquí que una buena dieta nos puede llevar a encontrar un “ciervo selectivo” (1*) con mejores características en cuanto a grosor, abertura y/o largo de sus astas, de las que puede tener un “ciervo trofeo”(2*) que no tuvo una buena alimentación. Genética La influencia genética puede ser muy negativa en condiciones de alta endogamia. La genética, en contraposición a la comida, produce efectos lentos, progresivos, seguros y estables, donde los ciervos que poseen genes superiores siempre superan o los que carecen de ellos y esto vale tanto para los años malos como para los años buenos. Es necesario tener en cuenta que todo lo genético es solo una aptitud potencial o latente y que solo se expresará parcial o totalmente cuando la nutrición la ponga de manifiesto, de ahí que muchos ganaderos digan frecuentemente que la calidad entra por la boca, verdad engañosa por cierto, ya que si falta el oculto poder de los genes tal calidad no se va a poder plasmar plenamente. (J. Campomar. 2012) Salud En cuanto a su salud, el animal de haberse encontrado enfermo tiempo antes o durante el crecimiento, el desarrollo no será el esperado o el que le correspondería. Edad Su edad también es determinante. Cuando el ciervo rojo tiene entre 7 y 9 años de edad, el desarrollo de la cabeza llega a su fin, llegando a su forma definitiva. Con esto se puede decir que ha llegado a su máximo desarrollo, fluctuando por algunos años donde aumentan o disminuyen hasta que se estabilizan (Beninde, 1937). Para luego, a partir de los 12 o 13 años, comenzar a involucionar (ciervos en regresión). Hábitat El hábitat también es considerado fundamental. Vogt, fundador de un importante coto de Alemania, ponía en primer lugar, la tranquilidad del entorno en el que vive el animal para lograr grandes cabezas, luego alimentación y sangre. “Este verdadero fenómeno, que raramente se da en los animales, demanda un trabajo forzado de glándulas secretoras que incorporan múltiples minerales, vitaminas, etc., que, cuando el animal se altera, dejan de elaborar por horas. En esos lapsos se interrumpe el crecimiento”. -La clasificación de un ciervo como selectivo o trofeo es algo que merece un apartado, por lo mucho que da para debatir. En estas líneas solo salvaremos lo más notorio a nuestro parecer. 1*-Ciervo Selectivo y/o a veces mal llamado «descarte»: Estos animales pueden así ser considerados, solo ante el criterio de quien conoce sus particularidades y/o desarrollo de su cornamenta. O «lamentablemente» ante el Reglamento de Caza de la Provincia donde nos encontremos cazando… Un ejemplo, donde los términos selectivo/descarte quedan evidentemente fuera de lugar, es el caso de los ciervos «viejos» en marcado estado de regresión, donde el cazador avezado priorizará la cornamenta de estos animales, sobre muchos potenciales trofeos. Quedando su caza prohibida en provincias donde evidencian sus legislaciones de escritorio y el poco conocimiento en la materia. Otro ejemplo lo encontramos en ciervos de 1era, 2da, y hasta 3ra cabeza, donde el cazador novato o no instruido, puede considerar que está frente a un ciervo de «mala genética». 2*-Ciervo Trofeo: En Argentina se considera al ciervo que tiene generalmente 12 puntas o más.
La forma básica de las cornamentas del ciervo, es específica. Sin embargo, la forma de la cornamenta individual es a menudo notablemente consistente. Solo pueden emparejarse astas de un mismo ciervo, ya que cada ciervo presenta formas específicas. Las cornamentas de un ciervo a través de los años aumentan en tamaño y número de puntas, pero su forma es similar año tras año (BUBENIK, 1992). A los 12 meses – octubre o noviembre – comienza a producir su primera cornamenta, la que limpiará en marzo o abril – razón por la cual, podemos encontrar baretos enfelpeados en plena brama – Lotze aclara que si la felpa de estos baretos perdura más allá de abril estamos en presencia de un mal bareto.
Desde los 2 a los 4 años predominará el desarrollo esquelético y muscular sobre el desarrollo de la cornamenta, en esta etapa el desarrollo importa más que el ornamento, esta es una fase de desarrollo acelerado el que una vez completado entre el 5 y el 6 año veremos un macho redondeado en sus formas porque ha vigorizado el desarrollo de los músculos del cuello, las paletas y cuartos traseros. Nuestro ciervo se vuelve ahora intrépido y arrogante, dejando atrás al juvenil curioso, tímido y asustadizo de los primeros años.
A partir del 5 año la cornamenta crece en longitud y número de puntas, es también el momento donde se define la corona, la que aumentara en longitud y cantidad de puntas a medida que van transcurriendo los años, – aquí agregaría, por mi parte, que de todos los componentes del cuerno la corona es la que más variaciones de forma y tamaño presenta, ya que el número de las puntas inferiores (me refiero a los candiles) ya se define precozmente.
Los ciervos de segunda cabeza de mala calidad tienen una sola vara (parecen varetos largos) o una vara simple con una peleadora abajo. Si tienen 3 puntas por cuerno debemos considerarlos dudosos y si tienen 4 puntas o más se valoran como buenos. Se da el caso que un buen vareto puede confundirse con una mala segunda cabeza, pero hay formas de diferenciarlos porque el vareto no tiene roseta y la segunda cabeza sí. Los cuernos del vareto generalmente son rectos o curvados hacia atrás, mientras que los de la segunda cabeza son lirados o curvados hacia delante.
La tercera cabeza parece chica con relación al cuerpo, ya que este, próximo a convertirse en adulto, tiene un buen desarrollo corporal, mientras que su cornamenta permanece reducida porque los minerales ingresados deben, por el momento, formar esqueleto y no cuerno. Este es el último plazo que nos tomamos para eliminar ciervos inadecuados, porque hasta esta edad estos machos jóvenes todavía no han accedido a la reproducción. Las malas terceras cabezas son cortas con puntas finas, teniendo su cornamenta una forma triangular amplia en la base y afinada en la punta, generalmente estos machos tienen tres o cuatro puntas, pero son más fuertes abajo que arriba. Las buenas terceras cabezas tienen cuatro puntas largas y algunos comienzan a definir coronas de puntas cortas, de modo que la forma triangular pasa a tomar la forma de un cuadrilátero con el peso de la cornamenta en la parte superior. Estas cabezas miden aproximadamente 60 a 70 centímetros de largo.
Es a partir de la quinta cabeza cuando la cornamenta pega el gran salto hacia delante, en este momento se define la corona si es que alguna vez va a aparecer. El cuerno crece ahora en longitud y número de puntas. Si el macho no se involucra demasiado en la reproducción o es alimentado artificialmente, la quinta y sexta cabeza pueden tomar un importante desarrollo, pero si la reproducción es ya intensiva por falta de machos dominantes superiores o una relación sexual amplia, entonces este desarrollo puede frenarse por un par de años más. (J.F. Campomar-El ciervo rojo argentino, 2° Ed.).
El peso de la cornamenta de un ciervo rojo, aumenta casi de manera lineal hasta su octava cabeza (0,5 kg aprox. por año). En adelante el aumento disminuye solo a 250gr. anuales. El aumento del peso de la cornamenta anual es casi lineal hasta la octava cabeza. De la segunda a la octava cabeza el peso de la cornamenta aumenta aproximadamente 0,5 kg anualmente, de la octava a la doceava cabeza el aumento disminuye solo a 250 g anuales. La longitud de la cornamenta está directamente relacionada con el peso de esta y el promedio de la longitud de la cornamenta es de aproximadamente 90 cm (Parey, 1988). El peso de las cornamentas tiene un aumento en promedio entre la segunda y la octava cabeza, 0,5 kg por año. Con eso se alcanza que las cornamentas pesen en la octava cabeza 4 y 4,5 kg. Entre los 9 a 12 años, el aumento de peso es aproximadamente la mitad año tras año, para llegar a tener a los 10 a 13 años un peso de aproximadamente 4,5 y 5 kg (Cuadro 6), por lo tanto, los ciervos hasta los 8 años tienen un aumento fuerte en las dimensiones de las cornamentas (Drechsler, 1988). Juan Campomar en su Magistral Obra “EL CIERVO ROJO ARGENTINO” refiere:
Para los ciervos silvestres, criados a campo y sin selección genética, que es lo que caracteriza a las poblaciones argentinas…” tomando como promedio la evolución de los pesos corporales y de las astas a lo largo de un periodo de “doce años”, obtengo un 2,2% de relación cuerno/peso corporal, cifra que se elevaría al 2,7% tratándose exclusivamente de ciervos adultos.
El asta de un ciervo adulto es el hueso más largo que posee su organismo. Es sorprendente que el cuerno durante sus 6 meses de formación llegue a medir hasta 1 m y más de largo, creciendo a razón de un poco más de 0.5 cm por día, creo este es el crecimiento óseo más acelerado y exuberante de todos los componentes del reino animal (J. CAMPOMAR. 2012).
En invierno, la estimulación por parte de la hormona hipofisaria (estimulante del crecimiento de las astas) disminuye; y también decrece la secreción de andrógenos. Sumado a esto, que nos encontramos con un fotoperiodo de menor duración, da como resultado que el pedicelo pierda calcio, debilitando el punto de conexión entre el mismo y el asta, produciendo la eventual caída. El ciclo anual de muda está regulado, principalmente, por dos hormonas: la testosterona y la prolactina, cuyos niveles en cada momento determinarán la consecución de las distintas etapas del proceso. La testosterona, hormona masculina, presenta altos niveles durante el invierno, lo que influye decisivamente en la retención de las astas hasta finales del mismo (momento en que decrecen los niveles de esta hormona). Por otra parte, la prolactina es la responsable de la longitud que alcanza el pedicelo antes del desarrollo de las dos primeras cuernas. Debido a este control hormonal, el ciclo anual de muda es paralelo al ciclo sexual. Después de la época de brama, las células del hueso del asta, se deterioran de afuera hacia dentro. Estas destruyen la sustancia del hueso en una capa delgada hasta el centro construyendo cavidades pequeñas. Entonces, la conexión del polo de las cornamentas con la roseta es tan débil que se caen las cornamentas. Con la caída sincronizada de la cornamenta, ambas astas caen simultáneamente, cuando no existe la sincronización, la segunda asta puede caer horas o hasta 3 días después (BÜTZLER, 1986). Un fenómeno inexplicado relacionado con los niveles de testosterona en la sangre, es una desincronización en la pérdida de la cornamenta. Normalmente se lanzan ambas astas en el mismo día o dentro de varios días. En ciervos muy jóvenes, muy viejos o enfermos, el ciervo (qué también exhibe principalmente niveles bajos de testosterona durante la pérdida de cornamentas) pierde su cornamenta en una desincronización de hasta 5 semanas. Como los niveles de testosterona circulante es el mismo en ambas astas, se supone que algunos otros factores, como el sistema nervioso, pueden ser involucrados en la desincronización en la pérdida de ambas astas (BUBENIK, 1992). Por otra parte, se reconoce la estrecha relación entre la presencia de las astas y la jerarquía entre los ciervos, lo que se observa durante la época en la que los primeros machos pierden la cornamenta y con ella también la jerarquía, y evidentemente la seguridad en la batalla; de esta forma los machos a los cuales se les caen primero las astas ya no pueden desplazar a los que aún las tienen, dándoles a éstos una última oportunidad de cubrir a las hembras que permanezcan receptoras (Conabio, 2000). Poco antes de que la cornamenta caiga, la roseta comienza a engrosar. Ahora sobre la roseta más gruesa comienza a crecer una nueva cornamenta más gruesa. Por lo tanto, la roseta del ciervo va aumentando con la edad (PAREY, 1988).
¿A qué se debe esto? Comenzaremos con una breve introducción de reconocidos investigadores sobre la constitución, características y principales motivos que pueden generar cornamentas anómalas. La constitución de la cornamenta se relaciona con la edad, la nutrición y la calidad genética de ambos padres; alguna enfermedad o lesión en las astas durante el desarrollo también pueden influir en su forma y tamaño, durante los primeros 18 meses de vida de un cervatillo, el crecimiento del cuerpo (construcción estructural) tiene prioridad sobre crecimiento de las astas, y gran parte de la ingesta nutricional se utiliza para el desarrollo y crecimiento del cuerpo. A medida que pasa la edad en los machos, se desacelera el crecimiento del cuerpo y existen más nutrientes disponibles para la producción de la cornamenta. Como resultado, al segundo año de la producción de la cornamenta es invariablemente mayor que el primero, y las puntas más grandes tienden a ocurrir una vez que se logra el peso maduro, por lo tanto, alcanzan su mayor desarrollo de las astas después de alcanzar la madurez física que por lo general es a los 4-6 años de edad. En años posteriores, las astas pueden llegar a ser más simples (por ejemplo, un menor número de puntas) o desarrollar anormalidades. (Garrison y Gedir, 2006). Cuando las astas se encuentran “tiernas” (en formación), forradas de “terciopelo” y en proceso de crecimiento, pueden sufrir deformaciones por efecto de lesiones (heridas o golpes); o bien, por el ataque de parásitos o enfermedades. Un ejemplo clásico en las deformaciones de las astas, es el conocido como puntas en forma de “bellota”, el cual se presenta en los venados (ciervos) que han sufrido alguna herida en el terciopelo y se presenta el sangrado. Si este sangrado coincide con la época de la infestación del “gusano barrenador” (larva de la mosca Cochliomya hominivorax), estos venados presentarán durante la temporada de caza, sus astas con puntas en forma de “bellota”, como resultado del ataque del gusano barrenador a las astas “tiernas” que aún recibían el suministro de sangre. Una vez que el suministro de sangre ha cesado, la infestación cesa también, dando como resultado estas deformaciones en las puntas de las astas. (Brothers y Ray, 1975). A veces se producen puntas anormales que suelen ser causada por una lesión en la cornamenta durante la estación de crecimiento, por impropios equilibrios hormonales o por herencia; este tipo de trofeos son muy escasos y cotizados por los cazadores. (Smith, 1991). Durante el desarrollo, la cornamenta se encuentra recubierta por una epidermis de pelos muy finos y suaves, llamada “felpa” o «terciopelo» y en su interior se halla un paquete vásculo-nervioso, por el cual circulan importantes vasos sanguíneos. En dicho proceso, el ciervo pierde entre el uno y cinco por ciento de su peso corporal lo cual marca un significativo gasto de energía y nutrientes que no logra reponer y lo llevan a descalcificar parcial y temporalmente su propio esqueleto cerca de un 30%, lo cual le causará una osteoporosis transitoria y reversible (Lincoln, 1971). La nutrición juega un papel importante en el desarrollo de la cornamenta, en particular la cantidad de proteína, calcio, fósforo y magnesio en el forraje. Los diferentes hábitats proporcionan diferentes cantidades de nutrientes; por lo tanto, el tipo de hábitat y la calidad pueden influir en las características de la cornamenta (Galindo y Weber, 1998). Si al ciervo rojo le ocurre un trauma accidental la cornamenta se ve afectada en su tamaño y en su forma y esto se repite durante muchos años después de ocurrido la lesión original. Estos cambios bilaterales en el modelo de la cornamenta después de una lesión unilateral apoyan la hipótesis de la participación de nervios en la regulación del crecimiento de la cornamenta (BUBENIK, 1992). Bubenik, también en el año 1992, daba a conocer un estudio donde pudo comprobar que una alteración del sistema nervioso del animal, podía determinar el tamaño y la forma de la cornamenta. Un estímulo eléctrico aplicado a las cornamentas enteras del ciervo, redujo el crecimiento de la cornamenta, produjo bifurcación anormal y crecimiento en direcciones atípicas, lo que confirma que el sistema nervioso influye en el desarrollo normal de la cornamenta. Un año después de que el estímulo fue detenido, ambas cornamentas de ese ciervo desarrollaron una curvatura descendente atípica, lo que indica que el efecto negativo que produce un estímulo eléctrico perdura por más de un año (BUBENIK, 1992). Considerando la talla de los investigadores antes mencionados y sus respectivos estudios, podemos afirmar que las principales causas de anomalías y/o la mala formación de la cornamenta en el Cervus Elaphus (aplica también para casi la totalidad de la familia de los cérvidos) provienen de: –Edad: La edad es un factor determinante. Un ciervo en estado salvaje, aproximadamente (considerando principalmente su habitad) entre los 8 y los 9 años de vida, comienza su etapa de regresión. Quien tenga el ojo entrenado de ver estos animales, se percatará de un deterioro físico-corporal, como así también podrá notarlo en su cornamenta que: comienza perdiendo número de puntas y largo principalmente, tambien pierde grosor, hasta llegar finalmente a dos protuberancias de pocos centímetros. Siendo este, el trofeo más ansiado por cazadores avezados – “El Ciervo Monje”-, como lo denominan los alemanes. -Alimentación: Una correcta alimentación es esencial para el desarrollo de una buena cornamenta, más aún en el cervatillo que gestará por primera vez sus astas. Esto se debe a su constante crecimiento corporal, que hace que los nutrientes que ingesta, vayan primero a su desarrollo físico. De igual modo, debemos tener en cuenta la descalcificación que sufre el esqueleto del animal a la hora de desarrollar sus guampas, ya que, si no se encuentra lo suficientemente bien alimentado, esto provocará una pobre evolución y/o desarrollo. Aunque una malnutrición puede producir anomalías o un carente progreso estructural de la cornamenta, esto será reversible si para su próximo periodo de crecimiento, el ciervo contó con los necesarios nutrientes en su dieta. –Genética: La principal causa en la transmisión hereditaria. –Enfermedades: Los cérvidos pueden presentar problemas de “asimilación alimentaria” esto puede provocar, en primera instancia, mal formaciones en su cornamenta, seguido comúnmente de su muerte. También infecciones pulmonares y/o hepáticas pueden influir en la correcta fijación de calcio en el organismo, afectando directamente la correcta formación de las astas. –Traumatismos: Los traumatismos derivados de distintas acciones, son una de las causas más comunes en las anomalías. El ciervo que sufra un trauma en uno o ambos pivotes (base de crecimiento de las astas) es propenso a generar una irregularidad en el crecimiento y estructura de su cornamenta. Esta singularidad o malformación puede presentarla temporalmente o de por vida, según la magnitud de la lesión. Los ciervos adultos suelen padecer fracturas en el hueso frontal del cráneo, lesión devenida mayormente de peleas con otros machos. En consecuencia, se puede determinar que, si la fractura fue considerable, el hueso puede soldar en una posición incorrecta, lo que marcará a ese ciervo de por vida a presentar una singular o deforme cornamenta; en cambio, si su herida no fue de tal magnitud, probablemente después de su volteo o desmogue, al año siguiente volverán a crecer sus astas con normalidad. Castración y lesiones testiculares. Las heridas en testículos, suelen ser un hecho común. Esto puede sucederle al animal por: saltar un alambrado, sufrir un golpe, e incluso, también podemos mencionar un caso frecuente que suele ocurrir en épocas de celo o brama: luego de una pelea, el perdedor generalmente huye, y el macho victorioso lo corre por detrás propinándole golpes con sus pitones en la zona de los testículos y cuartos traseros. Si la lesión fue considerable, es factible que el animal presente patologías anómalas en el crecimiento y desarrollo de sus astas, que, muy probablemente, perduren de por vida. En cambio, si el trauma no fue severo, en el próximo ciclo de crecimiento de la cornamenta, no presentará cambios o alteraciones. La testosterona, una hormona clave en el ciclo de la cornamenta, se produce en los testículos. Las lesiones en los testículos o el escroto pueden afectar la producción de testosterona y el resultado en el crecimiento anormal de la cornamenta. Los daños a la cornamenta dependen del tipo y la extensión de la lesión, así como el momento relativo del crecimiento. Si se produce un daño cuando la cornamenta es de terciopelo (felpa), tales machos no producen suficiente testosterona para endurecerse en hueso o perder su terciopelo. Con una disminución permanente de la testosterona, estas astas generalmente no se desprenden y puede volverse más y más extraño cada vez año después de la lesión inicial. Alternativamente, algunas astas deformadas se endurecen en estructuras gruesas, nudosas y deformes que apenas se parecen a las astas normales… Si la lesión testicular se produce después de que las astas se endurecen, las astas que se desarrollaron normalmente pueden desprenderse inmediatamente. El estrés también puede desempeñar un papel en el momento de las cornamentas caídas. (Wildlife diseases in Alberta:) Estos traumas pueden también ocasionar que el cérvido “no voltee” su cornamenta. Aquí nos encontramos frente a lo que se conoce como ciervo peruke – peruco o perruque. Patología común en el Corzo (Capreolus Capreolus) aunque también se conocen casos en Elaphus y Damas. La cornamenta crece totalmente deformada, inclusive hasta puede caer sobre la cara del animal, el cual es muy probable que muera a raíz de las lesiones craneanas que esto provoca. Debajo de ese coral se encuentra un asta no volteada y luego recubierta por el tejido capilar que genera el asta de reemplazo. De esta manera, se van superponiendo tejidos sobre astas no caídas que con el tiempo adquieren el aspecto de una peluca. La caza de estos ejemplares tiene que ser fomentada, no solamente por su alto valor deportivo, sino también por los efectos benéficos que introduce en la calidad de la especie (Whitehead Encyclopedia of Deer).
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